- Después de meses de incertidumbre y preparación, el vitoriano Iván Fernández deshojó ayer la margarita y anunció vía Twitter que será el próximo día 26 de abril cuando de el salto al maratón en Hamburgo (Alemania), un recorrido que por calendario y trazado representa el test ideal para “tomar contacto” con la gran distancia (42.195 metros). Será su debut en la prueba reina del atletismo, con la que el joven alavés aspira a poder viajar a los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro. Para ello deberá superar la mínima olímpica marcada por la organización (dos horas y trece minutos), un registro asumible que incluso Fernández se ve capaz de superar. “El objetivo principal de la carrera será concluirla, familiarizarme con el sufrimiento que supone acometer los últimos kilómetros y hacerlo en torno a la mínima exigida, pero sé que con paciencia y trabajo puedo bajar en aproximadamente un minuto esa marca”, reconoció ayer el atleta. Precisamente ese guarismo fue el que firmó en su debut en el maratón su actual entrenador, Martín Fiz, quien estos días aconseja a su pupilo desde Argentina, donde estos días participa en una prueba de running alpino, sobre las particularidades de esta compleja prueba. “Tenerle como maestro es un lujo y una presión al mismo tiempo, pero estoy muy satisfecho por sus experiencias, que básicamente son que tenga mucha paciencia, que no me cebe con el potencial de los corredores africanos y sobre todo que termine con buenas sensaciones la carrera”, reconoció Iván.

Desde que el pasado 10 de octubre comenzó la pretemporada en Sierra Nevada (Granada), el vitoriano siempre ha tenido en mente dar el salto al maratón mientras preparaba la exigente temporada de cross, donde este año ha vuelto a revalidar el título de campeón de Euskadi por séptima vez consecutiva y conseguido un bronce individual en el Europeo por equipos. Por el camino, por tanto, una preparación distinta y exhaustiva que su menudo cuerpo va asimilando y fortaleciendo para la gran cita. En este empeño, el plan de entrenamientos está llevando al atleta vitoriano a desarrollar mayores cargas de trabajo -entre 180-190 kilómetros por semana- y series de potencia más voluminosas para poder acometer con garantías el brutal desgaste que suponen 42 kilómetros de alta competición. “No hay otra manera de hacerlo. La preparación de un maratón tiene que ser y está siendo estricta, complicada y disciplinada. La prueba exige mucha concentración y tener la cabeza muy fría; de lo contrario, te puede hundir”.