FLANDES - Con ese aspecto de percherón, de caballo de carga que gasta, Kristoff (Katusha), pura fuerza, un Hércules en bicicleta, más duro que el pavé, se coronó en el Tour de Flandes, el segundo de los Monumentos después de desarticular a Nikki Terpstra (Etixx) al que espantó en el sprint en cuanto masticó los pedales. El noruego, que se quedó corto en la Milán-San Remo, -le batió Degenkolb, que esprintó mejor en el suspiro final- fue exacto en Flandes, donde impuso la dictadura de dos piernas inmensas y su temperamento. Tan valiente como exuberante, Kristoff, que había enlazado tres triunfos en La Panne además de llevarse la general recientemente, pasó la escoba con la sutileza de un bulldozer.
En la recta de llegada de Oudenaarde, Terpstra, al que apenas le quedaba una brizna de fuerza a pesar de viajar en el bolsillo del noruego, claudicó sin queja alguna a pesar de que fue él quién puso en órbita al noruego kilómetros antes.
Rebasado el Kriesberg, Terpstra abrió el grifo y Kristoff no dudó en soldarse a su dorsal. Allí se encontraba la ganzúa para descerrajar la carrera. Ambos, sin titubeos, conformaron una buena alianza y se lanzaron hacia Oudenaarde. En la ruleta del Tour de Flandes, sin rastro de Cancellara y Boonen, los grandes capataces de la clásica en los últimos años, no tardaron en rentabilizar la aventura: 30 segundos que mantuvieron con determinación. Sin equipos capaces de enfilar la cacería, Thomas, Van Avermaet, Sagan, Degenkolb y Boom perdieron comba. El baile les cogió con el pie cambiado.
Para cuando trataron de enderezarse, Kristoff y Terpstra eran dos sombras que se habían esfumado de su radio de alcance a pesar de que Van Avermaet, tercero, y Sagan, cuarto, formaron tándem. Ocurrió que Kristoff, pletórico, desbordante, un volcán en erupción, circulaba como una locomotora a plena potencia. En el sprint, Terpstra descarriló ante el monumental Kristoff.