Oinatz Bengoetxea, en el Uranzu de Irun, asomaba enfadado. La cuestión esencial era el material, un tema manido y capaz de desbordar ríos de tinta a su paso. Ante la cuestión de los cueros planteados en el frontón guipuzcoano, el pelotari de Asegarce revelaba encontrarse a disgusto con lo que había en el cestaño. “No son las pelotas con las que hemos jugado durante todo el torneo, trece partidos nada más y nada menos. Estas son de otra raza, de otro cuero, blanco. Es un poco extraño y estoy desilusionado”, explicó el puntillero leitzarra, quien agregó que “no tengo ni idea a qué se debe. Cada uno sabrá las responsabilidades que tiene y yo no voy a hablar por nadie. No es el material que hemos tenido durante todo el campeonato y no nos ayudará para el partido”. El cambio llega en el peor momento. En el instante en el que menos dudas hacen falta.

Lo cierto es que hasta este punto del campeonato de Parejas, desde las empresas se estaba apostando por un material distinto, con un cuero que parecía desaparecido en anteriores propuestas. El marrón. Más rápido en el suelo. Una pelota que se queda más en el frontis. “Cuando le das, parece imposible quitar al delantero”, comentan desde el vestuario. Además, tal y como explican los propios pelotaris, se trata de unos lotes con “mucho tiro” y que “no se comportan de manera natural”. Comenzó ya a barruntarse el cambio en el Cuatro y Medio. Martín Alustiza, intendente de Aspe, reveló entonces que “las marrones tienen el cuero más rápido y corren más por el suelo, andan más por abajo. Los pelotaris piden que tengan rapidez y se intenta buscar un color que se acerque a esas características”; mientras que su homólogo en Asegarce, Roberto García Ariño, afirmó que “siempre ha habido pelotas más oscuras que otras, no es una cosa nueva. Siempre depende de la piel del cabrito. Las marrones en teoría resbalan un poco más, pero influye el interior que tenga. Porque sean blancas no tienen por qué resbalar menos. Cuanta más fina la piel, menos pelillo, tiende a resbalar más. La marrón puede dar sensación de que la ves menos porque no estás acostumbrado. Antes, las de cuero vuelto eran distintas, tenían distintos matices”.

Pues bien, dio con la clave el técnico vizcaíno. La cuestión está en la visibilidad. Y es que, lo que hasta el Cuatro y Medio era una excepción, el Parejas lo convirtió en una realidad. Casi se estandarizaron las pelotas oscuras con las que se ha jugado el Parejas por completo. Esféricos del gusto de pelotaris como Bengoetxea VI y que otros como Martínez de Irujo han denostado. Lo cierto es que las cuentas están claras: 23 sustituciones por problemas de manos, solo en Primera.

Y en Irun, de repente, por arte de birlibirloque, ni una pelota marrón. Todas blancas. Todas. De Aspe y de Asegarce, aunque podrían perjudicar a sus pupilos. “Las blancas tienen más salida, más bote y se deslizan menos. Sí que les benefician a ellos”, añadió Bengoetxea. ¿La razón? La tenía Roberto García Ariño: la visibilidad. A pesar de las continuas quejas de algunos sectores del vestuario profesional, achacando a los lotes marrones los problemas de manos que hay, algunos galopantes, las empresas lo calificaron de “casualidad” y no tomaron cartas en el asunto. Hasta que los operadores televisivos han metido mano.

Quejas de las televisiones Según fuentes consultadas por DNA, el regreso al cuero claro se debe a las “quejas de las televisiones” porque necesitan una diferencia cromática mayor entre dos aspectos fundamentales del juego: el cuero y el emplazamiento. La pelota catódica es blanca y, ante eso, desde las operadoras profesionales se ha actuado de inmediato para tratar de corregir los defectos que pedían detrás de las cámaras. Porque, al parecer, “las pelotas marrones no se veían bien con los fondos oscuros de los frontones. Necesitaban un material que hiciera contraste para dar una emisión óptima de los encuentros”.

De este modo, después de explicar que se trata de una cosa de probabilidades la conjunción de lesiones en las manos de los pelotaris, desde las promotoras se ha cedido a las peticiones audiovisuales por encima de las de sus propios pelotaris. De ahí que Oinatz Bengoetxea se encontrara con un nuevo cambio en la tendencia de las pelotas en el frontón Uranzu de Irun. No más oscuras. No más marrones. Todas blancas. “Era una petición que llevaban haciendo desde las televisiones desde hacía tiempo, que comentaban que no se veía bien ese tipo de cuero”, explican las mismas fuentes.

“Cada uno sabrá la responsabilidad que tiene”, especificó el puntillero leitzarra después de encontrarse con los lotes blancos en la elección irundarra. El cambio ha encontrado a Bengoetxea VI en medio del huracán: trece jornadas después de jugar un campeonato con un tipo de pelota muy determinado, desde las operadores se ha exigido al pelotero otro, a petición televisiva, cuando se acerca un momento clave para él: el encuentro de mañana. “A mí la marrón me encanta”, especificaba Oinatz, que no conocía la razón principal del cambio.

De nuevo, los intereses televisivos vuelven a poner en liza la importancia del sector audiovisual en la mano profesional, ya que suponen un impulso económico muy importante en su cuenta de resultados anuales. La introducción de las cámaras al principio de los noventa convirtió la mano en un fenómeno de masas y desde entonces supone un sustento casi esencial. En definitiva, de aquellos polvos...