La crisis nunca ha podido con la imaginación. Es la conclusión a la que se llega tras contemplar por el retrovisor la historia reciente del sector del automóvil. Ni en las épocas de las vacas más flacas ha faltado la dosis de inventiva e ilusión imprescindible para seguir tirando del carro. Ahora, mientras los gestores de la cosa pública esgrimen datos macroeconómicos para convencer al pueblo llano de que la recuperación económica es un hecho , el mercado del automóvil comienza a arrancar.
Puede ser la salida definitiva a este episodio de la crisis o solo otro espejismo, pero lo cierto es que las matriculaciones de coches aumentan con relativo vigor. Tan cierto como que lo hacen apuntaladas por las continuadas subvenciones públicas y por las más sustanciosas aportaciones de fabricantes y distribuidores. Nunca fue tan barato adquirir un automóvil.
Sea como sea, comienza a carburar un sector que genera riqueza y da sustento, directa o colateralmente, a muchos miles de familias. Al resto, el mundo del motor nos da la oportunidad de disfrutar de creaciones como las que han debutado este año que se acaba de despedir.