Christopher Antoh fue un niño de la calle, uno de tantos que pueden encontrarse en cualquier ciudad de Ghana, uno de esos que, sin hogar y teniendo que buscarse la vida para algo tan básico como comer, utilizó en su día el fútbol para tratar de mantenerse a flote y no caer en las garras de la delincuencia. Antoh tuvo suerte, mucha suerte. En su vida se cruzó un maestro de escuela de Belfast que le adoptó, le trató como a un hijo y se lo llevó a vivir con él a Irlanda del Norte. Le encantaba el fútbol pero no era demasiado bueno, por lo que vivió su pasión como un aficionado más del Glentoran, un conjunto semiprofesional de la Premiership norirlandesa.
Antoh creció feliz, con sus necesidades básicas perfectamente cubiertas, pero jamás olvidó sus orígenes, por lo que en 2001, siendo ya adulto, regresó a Ghana, a Sunyani, con el objetivo de sacar de las calles a los niños sin hogar. Siempre supo que el fútbol, una academia para jóvenes valores, era el mejor camino para lograrlo. Contactó con el Glentoran y el club se mostró encantado de prestar su nombre al proyecto; habló con su agrupación de peñas y mediante una colecta consiguieron construir unas modestísimas instalaciones para que los chicos pudieran pasar allí las noches y un campo de fútbol. Además, los aficionados y el club se unieron para pagar los gastos de comida, enviar equipaciones y cada uno esponsorizaba de manera individual a aquellos chavales, unos cien. Incluso el Ayuntamiento de Belfast colaboró mandando en barco a Accra un autobús ya en desuso para que los equipos pudieran desplazarse.
Así se gestó una maravillosa locura llamada Glentoran Football Academy y allí fue donde Afriyie Acquah (5-I-1992, Sunyani) encontró una tabla de salvación para poder edificar una trayectoria deportiva que, contra todo pronóstico, le ha llevado hasta un Mundial y a militar en el fútbol europeo (ha jugado la última campaña en el Parma cedido por el Hoffenheim) con 22 años.
Otro niño de la calle Acquah también fue un niño sin hogar, tímido y callado hasta el límite, al que Antoh captó para su academia cuando tenía solo 12 años. No tardó en demostrar su potencial y con 15 años, en 2007, se hizo merecedor al viaje de quince días a Belfast para trabajar con el Glentoran con el que se recompensaba al jugador más prometedor del centro de formación. "La primera noche decidimos lanzarle directamente a los leones y le pusimos a entrenar con el primer equipo. Después de solo media hora, nuestro jefe de ojeadores me comentó que era el mejor jugador que había visto lucir jamás la camiseta del Glentoran", comentó en un reportaje de la BBC Sam Robinson, la persona que acogió al proyecto de futbolista en su casa.
Acquah regresó a su país y siguió evolucionando en la academia hasta convertirse en un centrocampista completo, del corte de Michael Essien, compatriota y gran ídolo. La relación con los Robinson se mantuvo estrechísima y su carrera futbolística recibió un importante espaldarazo cuando el DC United de su país le incorporó a sus filas en 2009. Y lo mejor estaba por llegar. En una gira por Italia con su nuevo equipo, el Palermo se fijó en sus cualidades y le hizo una oferta que no podía rechazar: desembarcar en el fútbol europeo. No se lo pensó dos veces y tras un año en las categorías inferiores debutó en la Serie A en 2011. Tras permanecer varios meses cedido en el Parma y debutar en 2012 con la selección absoluta de Ghana en un amistoso ante Chile, el pasado verano fichó por el Hoffenheim de la Bundesliga, pero ante la falta de minutos solicitó ser cedido de nuevo al Parma. En el cuadro italiano ha sido pieza imprescindible en la medular".