Vitoria - Real Madrid y Barcelona, a pesar de la magnitud e historial que atesoran ambos clubes, tan solo han coincidido en seis de las 111 finales de Copa disputadas a lo largo de la historia de este legendario torneo. Resulta que el Real Madrid es el equipo que más finales ha jugado, en 39 ocasiones, y sin embargo únicamente puede alardear de 18 títulos coperos. Bastantes menos que el Barça, que es el máximo galardonado, con 26 trofeos conseguidos en 35 finales. ¿Tanto desfase tiene explicación?

En el caso del Barça, el fenómeno probablemente encuentra respuestas en la sistemática necesidad de calmar las urgencias, la frustración de tantas ligas perdidas, generalmente en beneficio del Real Madrid. La Copa era una fórmula rápida de buscar el consuelo. A falta de regularidad, contundencia. Virtud que casi siempre acompaña al Barça. De sus 26 títulos de Copa, 21 fueron logrados antes de la llegada de Johan Cruyff como entrenador. De hecho, el técnico holandés estuvo a punto de ser destituido por el entonces presidente, Josep Lluìs Núñez, en 1990. Pero ese año, un 5 de abril y en el mismo escenario, Mestalla (entonces Luis Casanova), los goles de Amor y Julio Salinas, precisamente al Real Madrid (2-0) adquirieron una dimensión transcendental. Pusieron sordina a la crisis culé y abrieron el paso a la construcción y desarrollo del Dream Team. Y la historia del Barça cambió radicalmente.

En los 23 años siguientes, el Barça logró ganar con regularidad el título de Liga, con lo cual no tuvo la necesidad de recurrir a la vía copera para atemperar sus frustraciones. Por eso desde entonces, y teniendo en cuenta el potencial futbolístico del club, únicamente ha sumado cinco títulos.

Bien a contrario, el Madrid amasa 32 ligas, el número uno con diferencia, de tal modo que la Copa tradicionalmente siempre ha sido considerado entre los madridistas un título menor. Salvo en los últimos tiempos, en los cuales la rivalidad entre los dos colosos del fútbol mundial se ha llevado al extremo, ganarlo todo, máxime si el otro finalista es el eterno rival, y todavía más en las circunstancias actuales, cuando la Copa puede servir de árnica para no considerar la temporada por fracasada.

El Barça ya está fuera del torneo más importante, la Champions, y tras su derrota de ayer en Granada prácticamente dice adiós al título de Liga. No le queda otra para resarcirse: derrotar pasado mañana al Real Madrid. El panorama del madridismo tampoco se presenta demasiado halagüeño. En la Liga BBVA están por detrás del Atlético de Madrid. En la Champions le ha tocado lidiar las semifinales con el Bayern de Múnich. Y en la Copa, el Barça. En consecuencia, el equipo de Carlo Ancelotti puede conseguir una temporada sublime, pero también está a un paso de cosechar un fracaso considerable.

Tres veces se adjudicó la Copa cada equipo en sus choques particulares. El miércoles tienen la oportunidad del desempate. El reto está servido.

El primer clásico copero La primera vez que el Real Madrid y el Barcelona se encontraron en una final de Copa ocurrió el 19 de junio de 1936, en vísperas del estallido de la Guerra Civil. Entonces la rivalidad no era tan enconada, el torneo se denominaba oficialmente Copa del Presidente de la República y el equipo blanco se había quitado de encima la regalía de Real, distinción otorgada por Alfonso XIII en 1920. Y con la republicana denominación de Madrid Fútbol Club derrotó al equipo catalán por 2-1, con goles de Eugenio y Lecue. Escolá recortó distancias para los azulgranas, que se estrellaron contra un muro llamado Ricardo Zamora.

Pasión y árbitro 'sospechoso' Transcurrieron 32 años hasta que el Real Madrid y el Barcelona volvieron a coincidir en una final de Copa, por segunda vez. Desde entonces hasta el 11 de julio de 1968 muchas cosas habían cambiado. Entre ellas la rivalidad, ya visceral. La final se disputó en el Santiago Bernabéu, más que nada para comodidad del Generalísimo (que ese sobrenombre tenía en la época el torneo del K.O.) Franco. El Madrid, que ya había ganado la Liga, aspiraba al doblete. Pero el Barça ganó (1-0) gracias a un autogol de Zunzunegui a los seis minutos. Los madridistas culparon al árbitro Antonio Rigo, tildado de barcelonista, de no señalar dos penaltis sobre Amancio y Serena y también de la derrota. Un sector de la hinchada merengue lanzó numerosas botellas sobre el terreno de juego.

La paliza El tercer clásico en una final copera se disputó el 29 de junio de 1974 y fue una especie de apoteosis blanca, sobre todo porque acabó con título y goleada, con un Santillana magistral. Zoco alzaba la décimo segunda Copa para el Real Madrid. En aquel curso futbolístico, el Barça ganó la Liga y el Madrid acabó en la octava posición. Pero despidió la temporada a lo grande.

malos modos Frustrados en la Liga por el Athletic, Barcelona y Real Madrid vieron en la final de Copa de 1983, con sede en La Romareda zaragozana, la fórmula de tapar sus respectivos fracasos. Maradona sufrió el implacable marcaje en un partido bronco, de escaso juego y excesiva tensión, resuelto para el equipo catalán (2-1) con un gol de Marcos Alonso en el último minuto.

el punto de inflexión En la historia del barcelonismo la final de 1990 fue fundamental. Aquel 5 de abril los goles de Amor y Salinas (2-0) evitaron la destitución de Johan Cruyff y con ello la luz que trajo. El Dream Team, la implantación de un estilo de juego genuino y muchas veces fascinante que aún perdura. La frustración del madridismo fue enorme. Zubizarreta recibió un botellazo en la cabeza con el partido ya finalizado y el árbitro García de Loza, que expulsó a Fernando Hierro, fue señalado. Schuster, entonces en el bando blanco, dijo: "pasará unas vacaciones felices en un chalecito de la Costa Brava, seguro".

Mourinho saca pecho Y el Real Madrid se sacudió la tiranía impuesta por el Barça de Guardiola en la final del 20 de abril de 2011. Los blancos volvían a lograr un título que se le resistía durante 18 años con un gol en la prórroga (1-0) de Cristiano Ronaldo, que al fin se imponía en su duelo personal con Messi.