vitoria - "Soy un pívot de la NBA de 34 años; soy negro y soy gay". Con estas palabras publicadas de su puño y letra el pasado 29 de abril de 2013 en la web de Sports Illustrated, que ese día registró un récord de usuarios únicos con 3.713.000, Jason Collins se convirtió en el primer deportista de las cuatro grandes Ligas estadounidenses (NBA, NFL, NHL y MLB) en hacer pública su condición de homosexual estando todavía en activo. Las reacciones, obviamente, no se hicieron esperar, la mayor parte de ellas a su favor. Kobe Bryant utilizó su cuenta de Twitter para asegurar sentirse "orgulloso" del paso al frente dado por Collins, al tiempo que le lanzaba un consejo: "No asfixies la persona que eres por la ignorancia de otros". La NBA, de boca de su entonces aún comisionado David Stern, le calificaba como "un miembro ejemplar de esta familia" y apostillaba que "estamos orgullosos de que haya asumido el liderazgo en este asunto tan importante".

Sin embargo, lo único cierto es que Collins ya no pertenece, al menos de hecho, a la familia de la NBA, pues esta temporada se encuentra sin equipo. Su último partido data del 17 de abril del año pasado, 12 días antes de su anuncio, cuando, enfundado en la camiseta de los Washington Wizards, se enfrentó a los Chicago Bulls. Pívot de rotación y con 12 años de experiencia con los New Jersey Nets, Atlanta Hawks, Boston Celtics, Minnesota Timberwolves y Washington Wizards, Collins, formado en la prestigiosa Universidad de Stanford, donde entabló amistad con Chelsea Clinton, una de las personalidades que salió a la palestra para apoyarle sin paliativos, expresó el pasado verano tras convertirse en agente libre su deseo de seguir en activo, pero no ha tenido ofertas. Si se debe a cuestiones deportivas o por el recelo que genera su condición sexual es algo que solo los general manager de las franquicias saben. Nunca fue una estrella, ni mucho menos, su físico ha acusado el paso de los años, pero no son pocos los analistas estadounidenses que se han preguntado abiertamente cómo es que nadie ha apostado por su experiencia como jugador de rotación y mentor de las nuevas generaciones.

Sea como fuere, lo cierto es que el asunto de la homosexualidad está muy lejos de alcanzar la normalidad en muchos deportes de equipo, haciendo que muchos gays solo decidan hacer pública su condición sexual una vez retirados, cuando ya están alejados del foco público y de los recelos de compañeros y rivales. No es el caso de Michael Sam, que ha ido más lejos y ha salido del armario tres meses antes de presentarse al draft de la NFL, la Liga de fútbol americano. Lo ha hecho en un excelente reportaje publicado el domingo en The New York Times, en el que explica, con abrumadora normalidad, el proceso que le ha llevado a hacer pública su condición sexual: "Sabía que había rumores y solo quería asegurarme de que iba a poder contar mi historia de la manera que yo quería, que mi verdad iba a pertenecerme solo a mí".

Sam, de 24 años, no es un aspirante a jugador profesional cualquiera. Senior de la Universidad de Missouri, con la que este año ha ganado la Cotton Bowl tras un balance de 12-2, juega como defensive linemen y ha sido elegido en el primer equipo All American de la NCAA y distinguido como mejor jugador defensivo de la SEC, probablemente la mejor conferencia del país. Los expertos aseguran que podría ser seleccionado en la tercera ronda del draft, elevado rango que permite a muchos rookies arrancar incluso como titulares la temporada. Pocos jugadores elegidos tan arriba en el sorteo universitario acaban siendo cortados por lo que, si se cumplen las previsiones, Sam se convertiría en el primer jugador abiertamente gay en jugar en la NFL, una competición en la que, por desgracia, en los últimos tiempos no han sido pocos los comentarios sexistas que han salido de boca de los jugadores y en la que en cada temporada forman parte de sus plantillas unos 1.600 jugadores sin que ninguno haya reconocido jamás ser homosexual.

Normalidad Sam, por fortuna, asegura no haber sentido en sus carnes la discriminación desde que el pasado mes de agosto decidió sincerarse con sus compañeros de equipo. Era el primer día de entrenamientos y los técnicos dividieron a los jugadores en pequeños grupos. La idea era hacer equipo y el plan, que cada uno dijera públicamente alguna faceta de su vida personal que el resto desconociera. "Sabía que algo iba a pasar por la forma en la que Mike agitaba los papeles de su discurso", dijo a The New York Times su compañero y amigo L'Damian Washington. Cuando le llegó el turno, fue escueto. Directo. "Soy gay", pronunció por primera vez fuera de su círculo más íntimo. "Les miré a los ojos y mis compañeros empezaron a mover la cabeza en señal de por fin lo ha dicho, por fin se ha liberado", recuerda. Y es que el hecho de no haber gritado previamente a los cuatro vientos su condición de homosexual no quiere decir que Sam la haya escondido de manera innegociable. Algunos miembros del equipo, los más cercanos, así como familiares y amigos, lo sabían y con ellos había asistido incluso a un festival gay en Saint Louis o se había dejado ver en bares de ambiente. "Una vez que se lo dije a todos mis compañeros, interioricé quien soy: Michael Sam, un jugador de la Universidad de Missouri que es gay. Estaba tan orgulloso del paso dado que ya no me importaba quién más lo pudiera saber. De todas maneras, nadie me lo ha preguntado por la calle. Supongo que no será fácil hacer esa pregunta a un jugador de fútbol americano de 1,92 y 118 kilos", asegura.

Sam, que sabe lo que es superar adversidades y romper barreras en su vida -tres de sus hermanos han fallecido mientras que otros dos cumplen largas penas en prisión- tendrá que enfrentarse ahora a una jungla mucho más complicada, homófoba incluso, que el campus de Missouri: la NFL. Hace solo una semana, Jonathan Vilma, linebacker de los New Orleans Saints, reconoció abiertamente que "no me gustaría tener un compañero gay, no creo que fuera aceptado tan bien como pensamos". En parecidos términos se manifestó hace un año, en el Media Day de la Super Bowl, el jugador de los 49ers Chris Culliver al asegurar que "en San Francisco no tenemos jugadores gays y, si los hubiera, tendrían que marcharse", aunque posteriormente pidió perdón públicamente y se mostró arrepentido por sus palabras. Recientemente, el punter Chris Kluwe denunció que varios entrenadores se refirieron a él reiteradamente con lenguaje homófobo y ofensivo por haber hecho público su apoyo a los matrimonios del mismo sexo y que ese acto acabó costándole el puesto en los Minnesota Vikings. En este sentido, el agente de Sam, Joe Barkett, reconoce en el reportaje en The New York Times que en un partido de exhibición celebrado hace un mes varios ojeadores de la NFL le preguntaron si su representado tenía novia o si él le había visto alguna vez con una mujer, poniendo el foco no solo en su habilidad para triunfar en este deporte sino también en su sexualidad.

apoyo de la NFL "No soy un iluso", ha declarado Michael Sam sobre su decisión de salir del armario y sobre las consecuencias que puede traerle en su futura trayectoria profesional. "Sé que hablamos de un tema importante y que puede tener consecuencias, pero ahora solo estoy centrado en los entrenamientos y en lograr un puesto en la NFL", reconoce. La Liga ha recogido el guante y pocas horas después del anuncio del jugador hizo público un comunicado: "Admiramos la honestidad y coraje de Michael Sam. Michael es un jugador y cualquier jugador con la habilidad suficiente puede triunfar en la NFL. Estamos deseando recibirle y apoyarle en 2014". Eso supondría que el aspirante a pionero ha roto una barrera que jamás debió existir.

nombres propios

Robbie Rogers. Hace exactamente doce meses, a los 25 años, este centrocampista estadounidense anunció su retirada tras ser dado de baja por el Leeds United. Al mismo tiempo, publicó una carta en su página web en la que admitía su homosexualidad. "Los secretos pueden causar mucho daño interior. La gente habla de la honestidad, dice que ama la honestidad, que es muy fácil ser honesto, pero intenta explicar a tus seres queridos después de 25 años que eres gay", escribió. En una entrevista en 'The Guardian', aseguró que veía "imposible" salir del armario estando en activo: "Me considero una persona fuerte, pero no quería lidiar con el circo que iba a provocar un anuncio así". El 1 de mayo de 2013, Los Angeles Galaxy le ofrecieron entrenar con el equipo, Rogers aceptó por el respaldo social que sintió y 25 días después debutó con su nuevo equipo en la MLS, con el que ha disputado ya once encuentros.

Thomas Hitzlsperger. Este centrocampista alemán de notable currículo (Bayern, Aston Villa, Sttutgart, Lazio, Everton) y miembro de la selección germana que disputó el Mundial de 2006 se retiró el pasado verano a los 31 años por culpa de las lesiones y el pasado mes de enero declaró ser gay. Su objetivo, llamar la atención sobre la homofobia en el deporte y poner el foco en la polémica suscitada por el tratamiento a los homosexuales antes de los Juegos de Sochi.

Gareth Thomas. En 2009, todavía en activo, este notable jugador de rugby galés decidió hacer pública su homosexualidad. En una entrevista concedida a la BBC, aseguró que esperaba que el paso que él había dado sirviera para que los niños y jóvenes que practicaban rugby no tuvieran que esconder su sexualidad. "Lo que yo decido hacer cuando cierro las puertas de mi casa no tiene nada que ver con lo que hago en un campo de rugby", apostilló. En 2010 fue elegido la personalidad gay más influyente del Reino Unido.