Cuenta la leyenda que una terrible hambruna a punto estuvo de aniquilar Kenya. Sin pasto con el que alimentarse, el ganado murió de hambre. En aquel hábitat solo resistían los animales salvajes, especialistas de la supervivencia. Había otros habitantes que compartían ese mismo instinto: los kenianos, que también necesitaban comer para no apagarse. Así que corrieron detrás de los animales para darles caza y alimentarse. Había que correr deprisa. Cuanto más, mejor. Se trataba de la vida. Tú o yo, una elección tan simple como despiadada. Eso era todo. Correr, cazar, comer. Desde entonces, desde aquellos tiempos ancestrales, a los keniatas se les conoce como los antílopes: rápidos y resistentes. Aquellos antílopes, hoy llevan pulsómetro, ropa técnica, calzan ligeras zapatillas y pulverizan récords a toda velocidad. El último, el de maratón, derribado por las endiabladas piernas de Wilson Kipsang en Berlín. El atleta paró el crono en 2h03:23, a 2:55 el kilómetro. "Una bestialiad", enfatiza Martin Fiz, el mejor maratoniano vasco de la historia, campeón del mundo y de Europa.

Kipsang llegó a la puerta de Brandeburgo por los caminos arenosos, irregulares y polvorientos del Valle del Rift, la tierra donde se concentra el más poderoso y exitoso contingente de fondistas del planeta. De esa región que oscila a más de 2.200 metros de altitud han brotado campeones como Paul Tergat, Kipchoge Keino, Patrick Makau, Abel Kirui, David Rudhisa... la lista es interminable, la cantera; inagotable. Diamantes de calidad suprema. La veta es tan magnífica que casi medio millar de atletas kenianos, muchos de ellos anónimos, han sido capaces de correr el maratón por debajo de las 2horas 20 minutos. De ahí que su presencia en los podios sea una constante. No existen mejores atletas, ni tantos, en las pruebas de fondo que los kenianos. Pero, ¿cuál es el secreto para tan alto rendimiento?

"Está claro que su dominio no se debe a un único factor, sino que es una explicación multifactorial. Existen dos corrientes de opinión que tratan de dar respuesta a su rendimiento. Una de ellas achaca todo el éxito a factores de tipo sociocultural y psicológico, es decir, estilo y condiciones de vida, tipo de entrenamiento y descanso, dieta, vía de escape de la pobreza imperante en las regiones rurales, motivación para alcanzar un éxito de tipo económico etc. La otra se centra en una predisposición genética, factores fisiológicos como una mejor economía de carrera, factores de tipo antropométrico y diferencias metabólicas/enzimáticas", describe a DNA Jordan Santos, doctor en Biología y miembro del grupo de Investigación de Ciencias del Ejercicio y Medicina del Deporte de la Universidad Sudafricana de Ciudad del Cabo.

Esas dos corrientes, la de la génetica y la de los factores ambientales, "no son excluyentes", estima el científico, y servirían para explicar las causas del la dictadura keniana en pruebas de larga distancia. Coautor de una revisión reciente sobre la base genética del rendimiento en los corredores de élite publicada en la revista British Jounrnal of Sports Medicine, Santos considera que "lo que haría a los atletas kenianos grandes corredores de largas distancias sería una antropometría de tipo predominantemente ectomorfo, caracterizada por formas lineales, con gemelos esbeltos, tendones de Aquiles más largos, un ciclo de acortamiento y estiramiento de los tejidos tendinosos más corto que implicaría eficiencia biomecánica, una extraordinaria economía de carrera, la combinación volúmenes moderados de entrenamientos, pero de alta intensidad ("vivir en altura y entrenar en altura"), gran eficiencia enzimática (por ej. la 3-hidroxiacil-Coenzima A-deshidrogenasa), factores de vida tempranos específicos (básicamente ejercicio físico durante la niñez y exposición prenatal a alta altitud)".

Correr, correr y correr En el Valle del Rift, una región rural, se vive a la carrera. No por causa del estrés, sino por obligación. Sin transporte público o demasiado caro para la mayoría, muchos niños acuden a la escuela corriendo, desplazándose varios kilómetros. Es la única opción. El embrión de los maratones que llegarán luego. Esas son sus primeras competiciones. De casa a la escuela. Ida y vuelta. Acumulando kilómetros en la piernas y capacidad de sufrimiento en la mente. Así arrancaron los grandes atletas. Toda la vida corriendo. Aquella hoja de ruta aún continúa vigente. También en el recreo, donde las carreras rodeando la escuelas son el principal reclamo para el alumnado. Ese caudal lo detectaron en el Saint Patrick High School, un escuela irlandesa enraizada en 1961, que propulsó de manera organizada el atletismo gracias al entusiasmo del padre O'Conell. En el centro educativo, el atletismo está en un altar. El atletismo es una cuestión de Estado en Kenia y el modelo de desarrollo se está perfeccionando con la incorporación de técnicos, material y centros de entrenamiento. Es más, gracias a la reputación de los corredores el Valle del Rift, se está abriendo una tímida ventana al turismo deportivo con los atletas que viajan a la región para prepararse junto a los Antílopes.

"Entrenar duro, ganar fácil" El piloto del entrenamiento se encinede con el despertar de los atletas atándose las zapatillas. Todavía con el sol en fase de sueño, los corredores inician la marcha, con un té, a lo sumo, en el estómago. "Abres la puerta a las 5.00 horas de la mañana y ves un grupo de 500 corredores entrenando. Al de media hora, otro de 300...", ha comentado más de una vez el italiano Renato Canova, probablemente el mejor preparador de fondistas en la actualidad. Instalado hace más de 15 años en la fábrica de campeones de Iten, en el Valle del Rift, Canova arranca el motor de su pickup cada mañana y vigila el ritmo del grupo, donde coinciden varios campeones que se exprimen. Todos quieren progresar en la vida. Por eso corren. Entrenar duro, ganar fácil", es el mantra que repite constantemente Abel Kirui, bicampeón mundial de maratón, plata en los JJ. OO. de Londres, para argumentar el éxito keniano.

"Existe una motivación competitiva sin parangón para salir de la pobreza (hasta un 30% de los atletas kenianos de nivel internacional aseguran que corren por alcanzar éxito económico en contra del 14% que lo hace para alcanzar la gloria olímpica por ejemplo)", analiza Jordan Santos. Corren por una vida mejor, una motivación extraordinaria, imbatible. "Corren para intentar cambiar su vida", dice Grabielle Nicola, un preparador afincado en el Valle del Rift. Esa idea, la de un mejor porvenir es un motor inaftigable. A un atleta le basta con un par de buenas temporadas en las distintas competiciones internacionales para obtener unos ingresos suficientes para garantizar su futuro y el de los suyos en Kenia. Incluso esas ganancias, les alcanzan para invertir en favor de la comunidad, un sentimiento muy arraigado que ayuda en el desarrollo de la región. Para acceder a semejantes privilegios, los corredores entrenan dos o tres veces al día, descansan y siguen una dieta sana. Después de dos horas de carrera, toman un simple té y descansan tres horas. Sobre las diez de la mañana, reponen fuerzas. En el menú de los atletas no falta el arroz, las patatas, las judías, la leche o la carne, además del Ugali. "No son pocos los kenianos que aseguran que su éxito es debido al consumo casi sacramental de Ugali, una especie de puré de harina de maíz y agua", describe el experto. Una alimentación baja en grasas y alta en hidratos de carbono, la combinación ideal para dotar de energía al organismo, resulta imprescindible para las largas sesiones de entrenamiento que realizan.

los kalenjin Además del factor dietético, "la genética tiene un peso innegable y de hecho se conocen más de 200 genes autosómicos con alguna influencia en el rendimiento deportivo. Factores tales como el VO2max, la función pulmonar y cardiovascular, la producción de citoquinas y hormonas, los receptores de vitamina D, el tipaje muscular y elasticidad del colágeno, la densidad ósea, la estatura, la predisposición a lesiones e incluso patrones de comportamiento se ha demostrado que tienen una base genética clara", expone Santos. Si bien "para alcanzar la excelencia hacen falta unas bases y una predisposición genética", el biólogo estima que un atleta "nunca" desarrollaría todo su potencial "si no confluyeran otros factores sobre esa base previa, y esos factores serían los ambientales (no sólo geográficos, sino factores de vida tempranos, dieta, entrenamiento, motivación, estilo de vida...)".

Los distintos factores se amontonan como el sendimento en los caminos del Valle del Rift, un relieve que se escarpa, de dientes aserrados, que exigen lo mejor a los corredores, entre los que sobresalen los pertenecientes a la tribu Kalenjin, la más existosa. "Es un fenómeno curioso, ya que en Kenia la tribu de los Kalenjin (no alcanza el 15% de la población total), han ganado prácticamente el 75% de todas las medallas conseguidas por Kenia en los grandes campeonatos. No es casualidad". Tampoco debe haberla en la subtribu Nandi, según indica el experto. La subtribu Nandi, dentro los Kalenjin (más o menos el 3% de la población de Kenia), ha producido el 44% de los corredores internacionales kenianos". Antílopes en estampida.