alpe d'huez. Froome es humano. O lo sería si las conclusiones de Fred Grappe, el fisiólogo y biomecánico más prestigioso de Francia, fuesen las correctas, que no tienen por qué no serlo, después de analizar los datos fisiológicos del keniano de los dos últimos años, desde la Vuelta de 2011 en la que explotó e hizo segundo hasta la etapa del Ventoux del pasado domingo en la que aplastó a todos sus rivales. Toda esa información sobre los vatios, el peso, pulsaciones o capacidad de recuperación los pidió el diario L'equipe al equipo Sky y tanto su patrón Dave Brailsford como su afamado fisiólogo Tim Kerrison aceptaron entregárselos porque lo entendieron como un ejercicio de transparencia necesario ahora que la sombra de la sospecha persigue al líder del Tour, que es lo que les toca soportar a todos aquellos cuyas demostraciones resultan sobrecogedoras.
Tras analizar los datos, Grappe concluye que Froome es un campeón natural y sostiene su veredicto sobre cuatro pilares. El primero tiene que ver con el análisis de la potencia desarrollada en carrera y recogida en el SRM del keniano. Grappe considera su relación con la velocidad a la que sube las montañas o contrarrelojea similar a la de otros ciclistas con los que ha trabajado (es actualmente fisiólogo de la FDJ). Creíble, pues. También constata que Froome sufre una disminución significativa de 60 vatios en la potencia (0,88 vatios por kilogramo) entre los esfuerzos de 20 y 60 minutos. Los estudios aseguran que un deportista de élite suele perder una cincuentena de vatios en ese espacio de tiempo. En dos años, asegura Grappe, no ha habido cambio alguno en el perfil del líder del Tour. Desarrolla por tanto, los mismos vatios ahora que en la Vuelta que le ganó Cobo en 2011. Tampoco hubo variaciones sospechosas ni en la demostración de Ax 3 Domaines ni en la del Ventoux, donde los vatios registrados en su SRM y que solo él, Kerrison y Grappe conocen, no serían irracionales.
Otro de los parámetros que avalan la superioridad de Froome sería su potencial aeróbico, fuera de lo común según Grappe, y lo que supondría que su capacidad pulmonar, el VO2 máximo, sería cercana al de los límites fisiológicos comunes, un dato que, paradójicamente, desconocen hasta los propios médicos del Sky, también Kerrison, porque nunca ha sido medido por su equipo en un laboratorio. Esa capacidad pulmonar máxima, que se mide en esfuerzos cortos de cinco minutos, explicaría, según el fisiólogo francés, el derroche de potencia en ataques intensos como el del Ventoux ante Contador. Grappe sostiene que Froome posee en esos ataques un margen de 20 vatios suplementarios con respecto a sus más directos rivales.
El peso es otro de los datos analizados por Grappe. Es actualmente de 68 kilos (por la mañana) y en dos años ese peso apenas ha sufrido variaciones de 900 gramos. Sería por eso que su potencia apenas ha variado en estos dos últimos años.
La excelente capacidad de recuperación, el rasgo de otros grandes corredores por etapas como Contador, sería el cuarto parámetro del ejercicio de trasparencia del Sky.
Los datos absolutos, de todas maneras, siguen siendo privados y Grappe y L'equipe solo están autorizados por el Sky a publicar esas conclusiones que, por supuesto, también pueden interpretarse como parte de un ejercicio propagandístico semejante al algodón blanco del forzudo calvo del anuncio de la televisión.
Para abundar en su credibilidad, a las cualidades excepcionales de Froome se añade el resultado negativo de los 19 controles (13 de orina o sangre y otros seis para su pasaporte biológico) que ha pasado en el Tour, aunque Armstrong pasó muchos más en sus Tours y cuando confesó haberse dopado en todos ellos dijo que nunca temió por el resultado de los controles. Pero, claro, son otros tiempos.