Madrid. Varane, Diego López, Ramos y Coentrao fueron los únicos hombres del Real Madrid que repitieron en el once inicial de José Mourinho, que revolucionó su alineación respecto al partido de Copa del ante el Barcelona y mostró sus intenciones de centrarse en el trascendental choque ante el Manchester United de Liga de Campeones. A 16 puntos del Barcelona antes del inicio del pitido inicial, el portugués guardó toda su artillería para Inglaterra, donde su equipo se jugará más de media temporada. La otra mitad la disputará ante el Atlético en la final de Copa. Con esos dos órdagos, la Liga se ha convertido en una molestia para el Real Madrid.
Jugadores como Pepe, suplente por culpa de la irrupción de Varane, Kaká, Benzema, Essien, Modric, Callejón y Morata, aparecieron en un once del que se quedaron fuera Khedira, Cristiano, Özil, Arbeloa, Higuaín y Xabi Alonso, que no estuvo ni en el banquillo.
Enfrente, el Barcelona salió con todo, tal vez obligado por la humillación del Camp Nou. Ese 1-3, con eliminación de Copa incluida, dolió y ni siquiera el horizonte del Milán y el saco de puntos de ventaja respecto al segundo y al tercero en la Liga, fueron razones suficientes para que Roura diera descanso a algunos de sus jugadores. Volvió a aparecer Valdés y Villa sentó definitivamente al chileno Alexis, que no es la sombra del jugador que debería ser.
El club azulgrana necesita al Guaje a pleno rendimiento. La desaparición del chileno obliga a Roura a dar minutos al español. Lo necesita en forma para remontar al Milán.
Con este guión, el partido se presentó extraño. Los jugadores blancos tenían mucho que demostrar, era el día de los suplentes, con todas las cámaras apuntando. El Barcelona, tampoco podía gastar mucho carburante, tampoco era necesario. Por eso, en muchas fases del choque, jugaron al trote, pasándose el balón con languidez. En un partido de balonmano, al Barcelona le podrían haber pitado falta por pasividad.
Futbolistas como Messi, que antaño no dejaba de presionar y de molestar, caminó sobre el campo muy tranquilo, aunque esa actitud últimamente también la muestra en otros duelos de mayor relevancia.
En el Madrid, el único de los inéditos que aportó algo diferente y que aprovechó su oportunidad fue Morata. Pegado a la banda izquierda, comenzó fuerte dando una gran asistencia de gol a Benzema. Su marcador, Alves, dejó suelto al canterano en un ataque de parsimonia que afectaba a todo su equipo y a casi todos los jugadores que estaban sobre el césped. Morata repitió la acción unas cuantas veces ante la aparente indiferencia del brasileño, que contagió a su compatriota Kaká.
Kaká tenía al fin su gran oportunidad, su nombre ha sonado como un buen recurso para abrir la defensa del Manchester. Sin embargo, falló. Corrió mucho, a veces sin sentido, pero también sin resultado. Y la ausencia de los mejores del Madrid influyó en su rendimiento, que bajó puntos respecto a sus últimas dos actuaciones, ante Rayo y Deportivo, en las que fue el hombre del partido.
Al final, no rindió y entró en el carrusel de sustituciones de Mourinho. La entrada de Cristiano dio aire nuevo a un partido descafeinado. La competitividad del luso es impresionante, contagia a cualquiera. Su empuje bastó para que el Real Madrid se llevara el clásico menos emocionante de los últimos tiempos. Sergio Ramos se encargó con un cabezazo contundente de firmar el segundo del equipo de Mourinho, que, con un equipo de suplentes, volvió a ganarle la partida a Roura.