bilbao. De regreso al Tour tras dos malos recuerdos que son los que tardan en cicatrizar, Igor Antón amanece antes que nunca en el paseo de Palma, donde se quita algo de carbonilla, estira un rato el cuello y reduce la tensión de los primeros días. “Ha estado bien”, resume el debut en Mallorca, aunque le apena la fatalidad de su compañero Vrecer, que salda su estreno con Euskaltel-Euskadi con una fractura de clavícula que le da pie al escalador vizcaíno a hablar de lo imprevisible que es el ciclismo. “Como la vida”, dice filosófico. Cuenta tras un suspiro que el invierno ha sido como cualquier otro, que no se ha dormido mucho, que ha entrenado, que ha podido sumergirse en la montaña y su silencio y que, eso sí, ha sido una época tranquila en agasajos y homenajes.

¿Una mala señal?

Señal de que el año no fue de grandes éxitos. Señal también de que hay que ponerse las pilas y hacerlo mejor.

Cuando acabó la pasada Vuelta noveno en la general dijo que estaba contento con el resultado. ¿Lo sigue pensando?

Sé que no fue mi mejor versión, pero sé también lo que ocurrió. No acerté en la planificación. No mentía cuando dije que estaba contento con el resultado. Lo estaba, pero porque en esas circunstancias ese puesto era el mejor que podía conseguir. Tenía pensada otra cosa, pero no en esa situación, no con aquellas piernas. No supe llegar bien. Pequé de exceso porque hice de más, el trabajo de preparación más duro que he hecho nunca como ciclista.

Usted es mejor corredor que lo que refleja ser noveno en la Vuelta.

Lo sé. Por eso me da más rabia. Pero lo bueno es que después de analizar las cosas tengo una respuesta y sé que me faltó frescura. He aprendido. Este año será distinto.

Igor González de Galdeano dice que a usted es mejor dejarle a su aire.

Es cierto. Las conversaciones han ido centradas a no enfocar un objetivo claro esta temporada. Se trataría entonces de alcanzar una buena forma y aprovechar ese momento donde sea, cuando venga la inspiración. Sería, es verdad, dejarme un poco a mi aire, que cuando lo he hecho antes he sacado mejores resultados.

¿Le incomoda que le exijan, que le aprieten?

No, qué va. Este equipo me cuida y la presión es buena. Quiere decir que te tienen en cuenta, que confían en ti y que antes les has dado algo que creen que les puedes volver a dar. Además, me he acostumbrado a sentirla, a convivir con ella, ya no me hace daño.

Usted es testarudo, de ideas muy fijas.

¿Sí? No creo. Bueno, es cierto que, por ejemplo, me encantaría volver a preparar bien la Vuelta. No me olvido de ella, aunque este año me marcho al Tour. Es otra motivación: una etapa, estar con los mejores en la montaña... Veremos.

¿Sigue pensando que la vida le debe una Vuelta?

No pasaría nada si no la gano, pero estoy convencido de que si se vuelven a dar las circunstancias, si todo encaja de nuevo, tengo posibilidades de ganarla.

¿Su oportunidad no se le escapó en 2010?

Puede ser. Pero no puedo vivir para siempre en ese 2010. En lo que pudo ser y luego no fue. Tengo otros frentes abiertos, carreras que me apetecen como la Flecha Valona, el Giro de Lombardía, Suiza, Romandía...

Hay quien piensa que debería olvidarse de la general de una grande y convertirse en un cazador de etapas.

Lo he pensado, pero sería para más adelante, todavía no es el momento.

Suele decir que el ciclismo, como la vida, es una montaña rusa en la que a veces se está arriba y otras abajo. ¿Dónde está usted ahora?

Estoy estable, pero tirando para arriba. Me he hecho más equilibrado y no sufro cambios tan bruscos. He vivido tantas cosas, buenas y malas, que he aprendido a regular. Nadie está a salvo de caer, tampoco yo, pero tengo ilusión por volver a tocar techos y subir montañas más rápido que nadie. Este deporte te exige tanto que sé que me esperan aún momentos duros, pero he pasado por tantos que estoy convencido de que sabré superarlos.

¿El Tour, al que regresa después de tantos años, es uno de esos malos recuerdos que tiene que superar?

Volver al Tour me da respeto, pero ¿a quién no? Creo que esa carrera tiene algo que nos pone tensos a todos. Incluso a los que la han corrido mil veces y la han ganado. El Tour no tiene piedad y hay que ir con una idea fija. No volverme loco con la general y buscar las etapas de montaña podría ser la mía.

¿Qué tiene pensado antes del Tour?

Nada concreto. No pienso en ninguna carrera, pero sí en recuperar mi nivel y en volver a ganar.

Va a cumplir 30 años, ¿siente que se le acaba el tiempo?

Veo que cada vez hay gente más joven en el equipo, pero no me siento ni viejo ni que estén cerca mis últimos años. Aunque sí que me pongo a pensar, miro hacia atrás y veo que he cubierto un camino largo. Cuando lo hago, siento que he aprovechado estos años, pero que tengo que seguir aprovechando aún más. Estoy convencido de que me queda lo mejor y de que es más importante la ilusión que la edad.

¿Usted sigue teniendo ilusión?

Se me va renovando cada año, no la pierdo. Me engancha la forma de plantear los entrenamientos, ver dónde he acertado y corregir los errores.

A usted, tan apasionado, ¿no le desilusiona el dopaje, el descrédito, todo eso que arrecia y ensombrece el pasado y la realidad ciclista?

No porque creo que este deporte tiene futuro. Si hemos pasado todo esto en un momento de crisis económica importante, si hemos conseguido sobrevivir, le veo un porvenir bueno al ciclismo, aunque para cuando llegue igual yo ya no estaré aquí. Lo que está pasando ahora, aunque es duro, servirá para marcar una línea, empezar de nuevo y hacer un ciclismo mejor para las nuevas generaciones.

Usted es un veterano y una figura, ¿qué les dice a los jóvenes?

Cuando voy a las ikastolas a dar charlas a los niños me resulta difícil convencerles de que anden en bicicleta. No les llama. ¿Cómo se hace para que los chavales vuelvan a tener ilusión por correr carreras? Yo les pido que miren a dónde he llegado yo, y que a pesar de la mala imagen que se le da a este deporte tiene muchos alicientes. Yo me fijo mucho en los que de chavales han andado en bici pero no han llegado a ser profesionales. Todos los que conozco se han colocado bien en la vida. Eso es por algo que les ha aportado la bicicleta. Capacidad de sacrificio, quizás.

¿Qué le aporta a Euskaltel-Euskadi la llegada de extranjeros?

Al margen de lo deportivo, aportan otra cultura. Creo que es enriquecedor, que nos va a abrir la mente y nos va a hacer salir de nuestra burbuja. Se ha hablado mucho de este asunto, pero siento que la esencia del equipo sigue siendo la misma.

Usted va ahora a clases de inglés.

Ando en ello. Lo tenía pendiente y me ha animado la situación del equipo, pero estoy un poco pez.

¿Se ha planteado alguna vez salir de Euskadi y de Euskaltel?

Pienso en lo bonito que sería acabar mi ciclo aquí, como Samuel o Laiseka. Soy una persona fiel, pero eso no quiere decir que no haya pensado alguna vez en conocer otras cosas.

¿Ha desechado ofertas?

Digo de verdad que nunca he tenido una oferta firme para salir. Pero tampoco la he buscado porque aquí me siento valorado.