Vitoria. Ilya Kovalchuk, la estrella rusa de los New Jersey Devils, no pudo la madrugada del sábado igualar a uno la final de la Stanley Cup que está disputando ante los Kings de Los Ángeles. Quien fuera el primer jugador ruso de la historia en ser elegido en el primer puesto de un draft, luce a su espalda el número 17 en honor a un ídolo a quien ni siquiera ha visto jugar en persona, ya que nació dos años después de su trágica muerte. El 17 es el dorsal que siempre lució Valery Kharlamov a lo largo de su carrera en el CSKA de Moscú y en la selección de la URSS. El ídolo de Kovalchuk está considerado por muchos como el mejor jugador de hockey de la historia y se da la circunstancia de que es hijo de una vasca que años atrás huyó de Euskadi a causa de la Guerra Civil.

Aribot Abbad, más conocida como Begoñita, partió en un barco desde Santurtzi en 1937 con destino a Rusia. La casualidad quiso que en ese mismo barco viajara otra niña que, al de unos años, se convertiría en la madre de otra estrella deportiva, Chechu Biriukov. Siendo ya adulta, Begoña conoció a Boris Kharlamov en una sala de fiestas frecuentada por exiliados de la guerra. El destino quiso que su primer hijo llegase de manera precipitada. Valery nació en el interior de un coche, camino al hospital. Esa misma noche, la policía moscovita detuvo a un Boris Kharlamov que paseaba feliz con las pertenencias de su mujer y su recién nacido hijo. El padre primerizo decidió que el calabozo era una buena alternativa a la gélida calle y se pasó la noche contando en la comisaría que su hijo se llamaba Valery, al igual que el heroico piloto de guerra ruso Chkalov. Al día siguiente, Boris pudo instalarse en la humilde morada en la que vivía Begoña: la cuarta parte de un salón que compartían con otras familias y de las que solo les separaba una endeble mampara de madera.

cska, el equipo del ejército El pequeño Valery se calzó unos patines por primera vez a los siete años y a los 14 se inició en el hockey retando a los médicos que le sugerían el abandono de cualquier actividad física debido a una enfermedad cardíaca. Fue entonces cuando ingresó en la Escuela de Deportes para Niños y Jóvenes del CSKA, el club deportivo más grande de Rusia, que era propiedad del ejército.

Con el paso de los años, un entrenador con poca visión de futuro lo calificó como no apto para el primer equipo por su físico poco musculoso, pero el tesón de Kharlamov sirvió para que el 22 de octubre de 1963 debutase con el primer equipo. No estuvo muy acertado en su actuación y Valery no volvió a jugar en toda la temporada. El club decidió enviarlo a una liga menor, a un equipo del ejército del Distrito Militar de los Urales. El entrenador que le acogió allí tenía un encargo muy claro: "Kharlamov debe pasar no menos del 70% de la temporada en el hielo independientemente de lo que pase en el juego". El técnico cumplió y Valery floreció. En la siguiente temporada ya era titular del primer equipo del CSKA.

Kharlamov jugó durante 14 temporadas en el mismo club, con el que consiguió 11 títulos de Liga, anotando 293 goles y dando 214 asistencias. A los 20 años debutó con la selección de la URSS, donde jugaría 292 partidos en los que anotó 193 goles. Con la selección ganó ocho mundiales y tres medallas olímpicas, dos de oro y una de plata. Sus números año tras año eran los de un jugador singular, de gran carácter, algo que los rusos achacaban a su origen vasco. Pero lo que hizo encumbrar a Valery Kharlamov en el panorama internacional fue su legendaria actuación en las Summit Series contra Canadá en 1972.

Aquella serie enfrentaba a la URSS por primera vez con jugadores profesionales de América, ya que hasta entonces solo se habían enfrentado a amateurs y universitarios. Canadá era la favorita para los entendidos, pero terminó ganando la serie ajustadamente con cuatro victorias, tres derrotas y un empate. Lo que si tenían claro los analistas es que la clave estuvo en Kharlamov. El primer partido lo ganaron los soviéticos por 3-7 en Canadá y el jugador con sangre vasca anotó dos goles que hicieron temblar los cimientos del hockey canadiense. Los locales ganaron el segundo partido y empataron el tercero, pero la URSS ganó el cuarto y se volvió con ventaja de América. Los cuatro partidos de vuelta en Moscú adquirieron tintes de cuestión de Estado en plena Guerra Fría.

Los soviéticos ganaron el quinto partido y en el sexto los canadienses decidieron tomar cartas en el asunto. Años más tarde, uno de los entrenadores canadienses, John Ferguson, confesó: "Llamé a Bobby Clarke y le dije mirando a Kharlamov que creía que necesitaba un golpe en el tobillo. Kharlamov nos estaba matando y alguien tenía que hacerlo". Clarke no se esmeró en disimular. Cogió el stick como si se tratase de una guadaña y le rompió el tobillo al delantero soviético. Kharlamov no pudo jugar el séptimo partido y, en el octavo, su lesión no le dejó rendir.

américa a sus pies En 40 partidos contra los profesionales americanos, Kharlamov firmó 19 goles y 29 asistencias, lo que le hizo recibir millonarias ofertas, pero los jugadores profesionales tenían prohibido salir de la URSS. En 1976, el canadiense de los Philadelphia Flyers, Ed Van Impe, noqueó a Kharlamov de un brutal golpe, lo que provocó que los jugadores rusos abandonaran el hielo en señal de protesta. Canadá se tomó la jugada de Van Impe como una ofensa y se plegó ante la calidad del ruso.

Down Awrey, un integrante de la selección canadiense, no tenía reparos al elogiar a Kharlamov: "Era rápido y duro a la hora de defenderse. Yo admiraba la forma en que mantuvo a todos a sus pies. Era, simplemente, increíble".

El mejor guardameta de la historia, su compañero Vladislav Tretiak, se emociona cuando le describe: "Su talento era un regalo de Dios. Lo hacía todo. Sus oponentes nunca sabían qué iba a hacer al siguiente momento. Todo lo que hacía parecía fácil, tan elegante. Tenía una fuerte personalidad. Gente como él solo nace una vez en un siglo".

El 27 de agosto de 1981, a los 33 años y siendo todavía jugador en activo, Valery Kharlamov falleció junto a su mujer en accidente de tráfico. Su Volga se estrelló contra un camión. Nació y murió en un coche. La selección rusa se encontraba preparando la Copa del Mundo en Canadá y no pudo asistir al funeral. Prometieron ganar el título en su honor y cumplieron. Ganaron la final a Canadá por 8-1. Fue su homenaje a un vasco de leyenda.