ATHLETIC: Ir Iraizoz: Iraola, Ekiza, Amorebieta (Min. 18, San José), Aurtenetxe; Javi Martínez (Min. 46, Herrera); Susaeta, Iturraspe, De Marcos, Muniain (Min. 64, Toquero); y Llorente.
ATLÉTICO MADRID: Courtois; Silvio, Miranda, Godín, Filipe Luis; Assunçao, Gabi; Reyes (Min. 58, Salvio), Diego (Min. 80, Koke), Arda Turan (Min. 72, Domínguez); y Falcao.
Goles: 1-0: Min. 67; Llorente. 2-0: Min. 71; Llorente. 3-0: Min. 74; Toquero.
Árbitro: Fernando Teixeira Vitienes (Comité Cántabro). Mostró tarjeta amarilla a los locales Javi Martínez, Aurtenetxe y Ekiza, y a los visitantes Godín, Silvio, Miranda, Salvio y Assunçao.
Incidencias: Unos 28.000 espectadores en San Mamés. Los jugadores del Athletic saltaron al campo con camisetas rojas con un lema de apoyo a Carlos Gurpegui, lesionado de gravedad la pasada jornada y lucieron brazalete negro en memoria del exjugador José Luis Estenaga.
Bilbao. Europa se aproxima a grandes brazadas para el Athletic, anoche a hombros del gigantesco Llorente, un delantero impagable, superlativo, en los tiempos que corren bajo cualquier autopsia. El punta, con su doblete, -acumula cinco dianas en lo que va de curso-, desató a los rojiblancos en siete minutos de locura de un Athletic bizarro, pirata, al asalto. Un equipo que respiró con la obstinación de un cazarrecompesas que persigue su trofeo. Un capitán Ahab al acecho de Moby Dick. De repente, en medio de la tormenta, mutó el Athletic en un grupo salvaje, en un pelotón de jugadores con el hambre y la mandíbula del tiburón blanco. Olió la sangre Fernando, que renunció a salir del abandonar a pesar de las molestias físicas, y los bilbainos, abducidos por el coraje de su ariete y por el libreto de la valentía que les exige Bielsa, desangraron al Atlético en un ejercicio de alto voltaje. El Athletic, encorajinado, efervescente, conectó con sus ancestros y homenajeó a Gurpegi, su capitán, lisiado en la rodilla. El champán del Athletic, impulsivo, con la mirada inyectada en sangre, brotó con fiereza para despiezar a los madrileños, a los que el furibundo ataque rojiblanco desnudó las miserias. En el desmelene del Athletic, que enlaza su quinta jornada sin hincar la rodilla, nadie como Toquero, coronado con el tercer gol tras servir el segundo a Llorente en el pim, pam, pum del Athletic.
Mucho antes de esa ráfaga caníbal, acampó un Athletic acartonado en el juego, al que le echó el lazo el Atlético, mejor posicionado sobre el tablero porque la línea de medios actuó con más rigor, pulso y dinamismo. Con Falcao como punto y final del ataque, el equipo de Manzano se acunó en San Mamés sin demasiadas trabas, alejado de los fantasmas que le acechaban en las últimas jornadas. La polillla que le taladraba incubó en el Athletic, discontinuo, muy mal cosido y peor confeccionado en el centro del campo. Javi Martínez, el armador del juego, necesitaba un catalejo para poder atisbar a los volantes, despegados del juego, sin conexión. Demasiadas millas de distancia. Sin noticias de Iturraspe, confundido; Muniain, desubicado y Susaeta, ovillado, el Athletic pivotaba entre el voluntarismo de De Marcos y la intermitencia de Llorente. Emborronados los bilbainos, que exigieron penalti en una caída ostentosa de Susaeta ante Godín, el Atlético, cómodo en todas las baldosas del campo, catapultó a Falcao, un delantero de dos toques, un depredador, que buscaba aliados para sus aventuras. Lo mismo dialogaba con Reyes, que probó desde el balcón del área, que con Diego, que se empleó con sentido y picante en cada episodio en el que actuó.
El argumentario de los madrileños lo sostenía Falcao, con un punzón en cada aceleración hacia la portería. No necesita juego el delantero colombiano, un tipo que entiende el fútbol en vertical. Se alimenta de los espacios, que hurgaba en la chepa de la línea de zagueros, que atravesó con un remate al rincón, donde más duele a los porteros. La comba la repelió la manopla de Iraizoz, beatificado en el lance. Al Athletic, corto de luces, interrumpido por el Atlético, que estaba al timón, no le alcanzaba para sobreponerse y Filipe Luis se pegó a la cordada, pero su disparo lo cruzó demasiado para dicha del Athletic, que no encontraba el pomo para abrir la puerta del partido, dirigido con torpeza por Teixera Vitienes, quisquilloso y miope. Eran los rojiblancos una mueca, un equipo achacoso y quejoso, peleado con el fútbol. Tanto que Amorebieta, uno de sus vértices, tuvo que dejar el campo por una disfunción muscular. San José le reemplazó con enorme tino.
El athletic se ventila En medio de la bronca generada por Teixera, que a cada soplido envalentonaba al personal, el Atlético, incomprensiblemente, se aculó. Apergaminada la tropa de Manzano, el Athletic se aireó un poco. Llorente bailó un twist frente al área de Courtois, pero su lanzamiento se fue por encima del arquero del Atlético, un equipo al que le cuesta taparse en defensa, donde carece de armadura. De Marcos se quedó a un número de cantar bingo cuando los madrileños abrieron la cremallera, pero no supo derrotar la envergadura de Courtois. Mejorada la fotogenia, al Athletic la tez se le puso pálida con la lesión de Javi Martínez, que tuvo que renunciar en el descanso.
A Bielsa, perdido el segundo eslabón del espinazo del equipo, no le quedó otra que reordenar los peones. Retrasó a Iturraspe para situarle al joystick, donde antes estaba Javi Martínez, y ubicó a Herrera como enganche. El reestyling otorgó más vuelo al Athletic con la pelota, mientras el Atlético intentaba saltar con pértiga en alguna contra de Falcao, al que encapsuló Ekiza, que le rastreó con indudable éxito. No le concedió ni una pulgada, ni una migaja.
Mejorado el Athletic al rebufo de Ander Herrera, hábil con la escuadra y el cartabón, los rojiblancos se subieron al galope. La carga de la caballería demandaba más relinche y Bielsa comprendió que Toquero es el mejor agitador. Relegó a Muniain, al que le faltaba llama en el mechero. El incendio, despendolado el duelo en medio de la lluvia, lo provocó Llorente, incandescente en toda la noche. Roció con gasolina el área del Atlético antes de hacer estrategia de tierra quemada con el lanzallamas. Armónico en el juego de pies noqueó a Courtais ayudado por Filipe, que desorientó a su portero en la trayectoria de la pelota, que acabó en la red.
Transformado el Athletic, a toque de corneta, el dique del Atlético se resquebrajó ante semejante galerna. El oleaje de los bilbainos provocó un socavón de dimensiones homéricas cuando Llorente martilleó con la genética de Zarra una maravillosa rosca de Toquero, convertido en Gainza. Gaizka se encumbró un fotograma después tras embocar con el roce de la frente la falta pausada por el pie de Herrera por la orilla derecha. A la boda se autoinvitó Iraizoz, extraordinario de reflejos en latigazo de Diego una vez que el Athletic, desatado por Llorente, había liquidado a los madrileños.