ITALIA: Buffon, Maggio, Ranocchia (Min. 77, Bonucci), Chiellini, Criscito, De Rossi (Min. 65, Aquilani), Pirlo, Motta (Min. 46, Marchisio), Montolivo (Min. 75, Nocerino), Rossi (Min. 60, Pazzini) y Cassano (Min. 60, Balotelli).
ESPAÑA: Casillas (Min. 46, Valdés), Iraola (Min. 46, Thiago), Piqué (Min. 44, Busquets), Albiol, Arbeloa, Javi Martínez, Xabi Alonso, Iniesta (Min. 46, Villa), Cazorla (Min. 79, Mata), David Silva y Fernando Torres.
Goles: 1-0: Min.11; Criscito .1-1: Min. 37; Xabi Alonso, de penalti. 2-1: Min. 84, Albiol, en propia puerta.
Árbitro: Felix Brych (Alemania). Amonestó a Chiellini, Balotelli y Arbeloa.
Incidencias: Estadio San Nicola de Bari. 50.000 espectadores. Del Bosque no quiso forzar a Monreal, que arrastra una contusión en el gemelo de su pierna derecha. Después, en el partido se retiraron con sendas dolencias Torres, Piqué e Iraola.
Vitoria. El 22 de junio de 2008, en el estadio Ernst Happel de Viena, España cambió el rumbo de su historia. En verdad, lo hizo el fútbol. Tras 120 minutos sin goles, Italia se aferraba a su flor mientras el equipo dirigido entonces por Luis Aragonés rumiaba por temerse otra estocada en cuartos, su ronda maldita, y desde el punto fatídico. Pero en aquella tanda de penaltis emergió Casillas para amargar a De Rossi y Di Natale, e irrumpió Cesc -sí, Fábregas, el deseado e inminente jugador culé- para abrir una nueva era e implantar un estilo futbolístico que quedó ratificado dos años después en el Mundial de Sudáfrica. Ayer, en Bari, tierra de músicos y donde vinieron al mundo desde Cassano a Thiago, el viejo y vigente campeón midieron fuerzas y únicamente quedó patente la inutilidad de estos ensayos, tanto por el resultado -otra derrota en un amistoso- como por los percances físicos que sufrieron Torres, Piqué e Iraola.
La polémica, si bien estéril, arrancó en Twitter en los prolegómenos tras desvelar Del Bosque que alineaba a solo dos jugadores del Barça y a cuatro del Real Madrid (aunque ni Arbeloa ni Albiol son titulares con Mou), pero la posterior molestia que sintió Pique en los isquiotibiales seguro que hizo sonreír a los madridistas. El duelo se plasmó a los cuatro minutos con un trallazo lejano de Criscito, quien rompía por el carril del lateral de Usurbil -en el once con Javi Martínez-, que se estrelló en el poste derecho. Italia, que nunca ha querido el balón, lo amasaba y disfrutaba. Si lo estaba viendo por televisión, Gattuso no debía entender nada. En semejante desconcierto español, con el equipo contemplativo y sin la presión tradicional, no tardó Montolivo en definir picando por encima de Iker tras contra y asistencia de, cómo no, Criscito.
Para colmo, Torres sufrió poco después una conmoción cerebral por un fuerte golpe dejando el sitio a Llorente. Al menos, el árbitro se lavó las manos en una caída de Cassano dentro del área, encimado por Albiol, tras un pase maravilloso de Rossi, y era solo el minuto 17. Cuando España parecía calmar la tempestad, a la media hora Casillas evitó el segundo gol en una internada de Rossi que salvó el cuerpo del meta. La suerte del campeón hizo otra vez acto de presencia siete minutos después cuando el colegiado decretó penalti en un agarrón de Chiellini a Llorente y que transformó un desaparecido Xabi Alonso. Y reapareció la fortuna en la acción posterior, cuando la pierna de Iker frustó el gol de Cassano. Demasiada pena para una Italia irreconocible. Pero para castigo la dolencia muscular de Piqué al filo del descanso, que a buen seguro provocó el enfado mayúsculo de Guardiola, que deberá calibrar su estado para la Supercopa. Y para el Athletic de Bielsa la de Iraola, que según el parte médico tampoco salió en la reanudación al padecer un pinchazo en los isquiotibiales del muslo izquierdo. La prueba irrefutable de que este tipo de compromisos en estas fechas son un desmadre.
debut de thiago Con los cambios y el debut de Thiago, Valdés ocupó los palos, Busquets se situó como lateral derecho y Javi Martínez se incrustó en el eje de la zaga. David Villa, más activo que ningún otro, metió el miedo en dos lances porque su tropa adelantó varios metros y Llorente, igualmente faro, no supo aprovechar un pase atrás de la muerte de un gran Silva (minuto 60), ya con dominio español. Alonso y el díscolo Balotelli también lo intentaron mientras el test, de color rojo, bajaba en intensidad y Chiellini trataba de dejar huella, la marca de la casa italiana, con un codazo al de Rincón de Soto. Pero todo el infortunio transalpino de la primera parte cambió de bando en la recta final en el autogol de Albiol tras chut de Aquilani desde la frontal. Villa y Silva tuvieron en sus pies el merecido empate, que no llegó.
Los problemas le fueron creciendo a España hasta verse desbordada atrás, producto de las ausencias, las bajas y la falta de recursos en la retaguardia ante un rival que casi nunca perdona. Toca, nuevamente, preguntarse la inoportunidad, por mucho que deje en las arcas, de este tipo de partidos que solamente conducen a la enfermería.