Pinerolo. A Frank Schleck todo lo que está sucediendo estos días, los dos últimos, los ataques de Contador en lugares inesperados, puertos de segunda que a él no le dicen nada, no le inspiran como escenario bélico, sus descensos a muerte, le recuerdan a algo, pasado reciente y oscuro del Tour. Le recuerdan, lo dijo ayer en Pinerolo, tras salvar otro día peligroso, al puerto de Balés y el ataque de la cadena. "Alberto puede hacer lo que quiera, está en su derecho, pero estos ataques los comparo con algo que el año pasado vi tranquilamente en el sofá de mi casa, cuando atacó mientras a Andy se le había salido la cadena", censuró el luxemburgués, poco hábil sobre la bicicleta y retirado el año pasado del Tour tras partirse la clavícula en una caída el día del pavés.
La forma de actuar del español, que despierta la admiración de muchos por hermosa y valiente, no refleja otra cosa para el mayor de los Schleck que una inquietud propia del ciclista que, hegemónico durante tantos años, imbatido desde 2007 en las grandes, siente derrumbarse su reinado. "Si Contador ataca de esta manera, en las bajadas, es porque está nervioso", dijo.
Lo que para Frank es nerviosismo, es grandeza para Samuel, el único que ha podido seguir al español y colaborar con él estos dos días. "Lo de Alberto es extraordinario", ensalzó; "y estoy seguro de que va a volver a dinamitar la carrera. Es el único que puede. Habrá que intentar estar con él en el Galibier, un día de 200 kilómetros y mucha altitud en el que se va a notar la paliza que llevamos encima". "La exigencia en este tipo de etapas es muy alta, estamos en la tercera semana, la fuga tarda en hacerse por lo que se va a mil, los finales son nerviosos y cada vez que pasas la línea de meta sin sufrir ningún percance sientes un gran alivio. Me estoy encontrando bien y lo mejor es que nosotros llegamos con los deberes cumplidos, son otros los que tienen que moverse y tienen como objetivo el cajón", añadió el ciclista de Euskaltel-Euskadi.