Saint-Flour. La desolación tiene voz. La de Juanma Garate suena melancólica en Issoire, donde el pelotón sale sin él en la novena etapa del Tour. "He llegado al límite", explica su renuncia el irundarra, que tras tres días arrastrándose testarudo por las carreteras de Francia asume la realidad que le grita su organismo en demolición. Sus problemas, derivados de una caída el pasado miércoles, la misma que atrapó a Brajkovic o a Gesink, comienzan en el hombro -tiene una fisura en el troquíter- y le recorren el cuerpo de arriba abajo hasta el talón de Aquiles. Al dolor, se suma la descompensación. Va torcido en la bicicleta, lo que ha provocado que le salga una bola "enorme" en la próstata. Además, la última noche la pasó en vela, contando con los dedos las horas lentas de la madrugada. Todo eso se le hace tan insoportable que se levanta por la mañana en el hotel de Issoire, se mira de arriba abajo y se dice: "Estoy destrozado".
Así toma Garate la dolorosa decisión de abandonar el Tour. Es la segunda vez que lo hace en 21 grandes que ha disputado -la otra, también por caída-. Es el tercer ciclista vasco que pone pie a tierra en la primera semana del Tour tras Iván Velasco, rotura de clavícula en la etapa de Cap Frehel, y Beñat Intxausti, que abandonó la víspera en el Macizo Central con la cabeza del radio del codo fractura y un agotamiento devastador. "El primer día de verdadero Tour, en cuanto a velocidad, fue ayer -por el sábado-", cuenta el guipuzcoano del Rabobank, "y allí íbamos Beñat y yo, a cola de pelotón, apretando con las piernas todo lo que podíamos. Y el pulso que no subía. No teníamos fuerzas para más y no podíamos seguir al pelotón". Frustrante y doloroso. Allí se bajó el vizcaíno, que sigue en el Tour y mañana volverá a Euskadi.
tercera clavícula rota Así se acaba el Tour de Garate, tan tristemente, que tiene que recordarse a sí mismo el calvario que atraviesa para convencerse de que la decisión es la acertada. "Las caídas se te quedan dentro. Yo ahora mismo peso tres kilos más que cuando llegué al Tour en la mejor forma desde hacía mucho tiempo. Y como yo, Gesink, que está muy jodido. Será difícil que aguante".
Como no hay tres sin cuatro ni dos sin tres, la escabechina en el pelotón vasco del Tour prosigue durante la etapa y vuelve a maltratar a Euskaltel y Amets Txurruka, que se cae y se rompe por tercera vez en menos de año y medio la clavícula derecha. La primera vez fue en la Vuelta al País Vasco de 2010, cuando iba primero y lanzado hacia la meta de Orio. Frenó contra el suelo tras perder el equilibrio en una curva. Amets se recuperó para el Tour, donde revivió el calvario. Se astilló en la etapa del pavés, pero pudo seguir en carrera hasta que camino de Reims se volvió a partir. Se había parado en la cuneta a quitarse una venda de la pierna que le molestaba y volvía al pelotón a rueda del coche del equipo. Ciego. Así no vio el obstáculo en mitad del asfalto que pasó por debajo del vehículo. Él se lo trago. La caída fue espeluznante. Llegó a meta cuatro minutos después que Petacchi, el último. Tenía el maillot cubierto de sangre y el rostro, de lágrimas. El alma, rota, como la clavícula. Ayer, al caerse, también quiso seguir. Todo lo que tiene de pequeño, lo tiene Amets, multiplicado por mil, de obstinado. Como a Garate por la mañana, unos kilómetros después la realidad convenció al etxebarriarra. El dolor era cada vez más intenso, quedaba casi toda la etapa por la quebrada silueta del Macizo Central y lo mejor, lo más doloroso también, era bajarse. Lo hizo Txurruka cuando el médico de carrera le auguró su tercera rotura de clavícula derecha. Por la tarde, lo confirmaron las radiografías.