Javi Gómez

Pamplona. Bengoetxea VI se proclamó campeón del Cuatro y Medio navarro. Seis minutos de tiempo de juego duró la final entre Bengoetxea VI y un desconocido Juan Martínez de Irujo. El de Leitza cumplió, sin muchos alardes, y se aprovechó de que el delantero de Ibero no tuvo su mejor día ni de lejos.

Muy buen ambiente el que se vivió en el Labrit. El duelo entre Bengoetxea VI y Juan Martínez de Irujo despertó mucha expectación ya que se iban a ver las caras dos rivales de mucha enjundia y se presumía un encuentro de mucha intensidad e igualdad.

Nada más lejos de la realidad. Los dos pelotaris (Irujo iba de azul por haber debutado después) empezaron excesivamente fallones en golpes, a priori, que no suelen errar. Para el cuarto tanto, Irujo había tenido dos pasas y Bengoetxea había realizado una falta de saque. Parecía que estaban fríos los dos. Ninguno daba en la tecla para lograr rematar los puntos si no era por un error del rival.

Pese a esto, sí que Bengoetxea VI dominaba más el juego. Parecía cuestión de acierto que rompiese el marcador, pero ya se sabe que con Irujo en la cancha en cualquier momento puede salir la bestia que lleva dentro.

Bengoetxea había conseguido una ligera ventaja (9-5) pero en ese momento apareció Irujo y en un abrir y cerrar de ojos, empató el parido. Y justo cuando tenía el partido empatado y parecía haber despertado, se fue. Se marchó mentalmente. Bengoetxea le quitó el saque y empezó a construir una tacada de 11-0 apoyado en el primer golpe. Irujo se mostró impotente, no podía restar los saques del de Leitza y, cuando lo hacía, Bengoetxea acababa el tanto con un remate y una dejada.

Irujo se fue metiendo más y más en el pozo y ya no veía la luz para poder sacar adelante el partido. Gritaba, se enfurecía, golpeaba la pared o tiraba la pelota para intentar hacerse reaccionar. Pero nada surtió efecto. Los tantos caían a una velocidad tremenda. En menos de 8 minutos de tiempo real se pasó del 9-9 al 20-9. El de Leitza tenía el partido en la mano y el de Ibero no veía como llegar al milagro y acabó por claudicar. Bengoetxea se enfundó la txapela de un campeonato en el que ha sido el mejor.