EL Barça hizo muchas cosas bien durante todo el partido, pero especialmente dos. Por una parte la defensa del 1c1. Es verdad que el año pasado demostró más solidez e intensidad y parecía en ciertas fases de la temporada inexpugnable. Pero en estos playoff se está acercando a esa forma de entender la defensa. Ingles no es Basile, ni Vázquez está al nivel de intimidación del año pasado. Pero los brazos alargados de Ndong se están dejando notar, como el aliento detrás de la nuca de Sada y Grimau.
Así, el trabajo de Jackson, Fischer y compañía se hizo más difícil y no pudieron penetrar y dividir con facilidad para doblar balones a los interiores debajo de canasta o a los exteriores para tirar abiertos o volver a penetrar. Fueron muchas las posesiones donde los bilbaínos tuvieron que jugar con el límite de la posesión y no siempre es fácil anotar con la presión del reloj. Otra de las cosas que hicieron sobresalientemente los blaugranas fue su balance defensivo o también llamada transición defensiva. La defensa del contraataque del equipo contrario empieza en el momento que se produce el tiro.
Desde ese preciso momento el equipo de Xavi Pascual trabajó en primer lugar para coger el rebote ofensivo, que lo consiguió en 16 ocasiones, y que provocó segundas opciones a los blaugranas. Cuando no lograban el rebote ofensivo cada jugador tenía claras cuáles eran sus responsabilidades para impedir el juego alegre que le caracteriza al Bilbao. Casi siempre atacaban el rebote con tres hombres, los dos interiores más un exterior. Si era Anderson, el primer repliegue defensivo lo ejecutaban el base y el escolta. Si atacaba el rebote Sada, ya que tiene gran potencia de salto, entonces el 3, bien Anderson bien Grimau o Ingles le sustituían. La misión de los del primer repliegue era no permitir canastas fáciles ni bandejas, cosa que lograron por completo.
Incluso en desventajas numéricas fueron capaces de contener los contraataques bilbaínos hasta la llegada del resto de compañeros. El Barça fue capaz de parar el contraataque al equipo de Katsikaris, pero también a su transición y también lo logró tanto en posicional como cuando jugó lento. Y eso es lo verdaderamente difícil. El ser capaces de defender cualquier situación y ritmo de juego que te plantee el contrario. Si eso fuera poco, el que los pívots rivales tengan mejor mecánica de tiro que los exteriores o que los bases carguen el rebote en ambos tableros mejor que los propios pívots hace que tus planteamientos de juego tengan que variar mucho. De todas las formas, pienso que el Bilbao no está muerto. Su último cuarto puede servirle para coger confianza y para demostrarle al Barça que, aunque es el favorito, si se relaja y piensa que el título lo tiene en el bolsillo, puede recibir un gran disgusto.