raúl martínez
tolosa. La triste noticia sacudió con violencia los mentideros aizkolaris que se prestaban a comentar ante la mesa el último desafío vivido sobre la arena del vetusto coso tolosarra. Nadie podía imaginar que la segunda apuesta aizkolari de 2010 acabaría en tragedia, y menos que ésta fuera protagonizada por José María Mendizabal, un deportista de 63 primaveras sano y fuerte; al que le picó el gusanillo de la competición tras veintiún años apartado de las plazas. Fruto del esfuerzo y del cansancio acumulado, Mendizabal tuvo que desistir en su intento por dar caza a Olasagasti en una exigente prueba compuesta por cuatro troncos de 108 pulgadas dispuestos de manera vertical. Poco le importaban los 12.000 euros de la bolsa común. A pesar de que abandonó la plaza por su propio pie, no pudo llegar al restaurante donde tenía previsto celebrar su reencuentro con el hacha. La muerte le sobrevino de manera repentina en plena calle.
Jose Mari Mendizabal pasará a los anales de la aizkora como un grande de las apuestas. Nació en 1947 en un caserío del valle medio del río Oria, en Aduna. Su pasión por los deportes tradicionales se la inculcó su hermano mayor, José Martín Mendizabal y junto a él se inicio en la modalidad de levantamiento de piedra. Una grave lesión le obligó a abandonar esa especialidad y con treinta años se centró en el corte con hacha. Su trayectoria en competiciones oficiales pasó desapercibida, aunque conquistó tres subcampeonatos de Euskadi en los 80, cuando destacó en el ámbito de las apuestas y en las marcas personales de fondo. En 1983 cortó cinco kanas en 63 minutos, y un año después no pudo cumplimentar una serie de 12 piezas del mismo calibre. Pero fue el 23 de enero de ese mismo año cuando escribió el capítulo más glorioso su carrera. También en Tolosa, Mendizabal y Mindegia se batieron el cobre sobre dos lotes de 52 kanaerdikos y 6 kanas y dos millones de la época. El triunfo fue fácil para Mendizabal. Paró el reloj en 4:12:09 frente a las 4:29:30 de Mindegia. En 1988 certificó su última victoria sobre cuatro kanas.
FATAL REGRESO Su última profesión, la de transportista, le hizo ganar peso a finales de la década de los 80. Tantas horas al volante de su camión le pasaron factura en la báscula. Su firme decisión de no volver a coger el hacha se disipó hace un par de años, cuando se jubiló y decidió volver a las plazas siguiendo un estricto plan de entrenamientos y alguna acotación en su dieta. Así, Mendizabal quiso poner ayer punto y final a 21 años de silencio. Los análisis y exámenes médicos no encontraron ninguna anomalía que pudiera poner en peligro su vida. Era el propio deportista quien debía establecer un límite. Y así lo hizo. Paró voluntariamente la maquinaria antes de afrontar la cuarta pieza pero no fue suficiente. En torno a las 13.50 horas, los calambres y mareos se apoderaron de su cuerpo. No precisó de ninguna asistencia médica, rehusó abandonar la plaza en camilla e ingreso en la enfermería por su propio pie para someterse a los controles rutinarios.
Siempre consciente y en aparente calma, el aizkolari abandonó las dependencias de la plaza de toros pasadas las dos y media. Tras atender a la prensa se dirigió en coche junto a su esposa y cuñado a un restaurante de la comarca. A pocos metros de emprender la marcha pidió urgentemente al conductor que se detuviera y saliendo del vehículo se desplomó en la vía pública víctima de un infarto de miocardio. Los servicios sanitarios que se desplazaron hasta el lugar de los hechos no pudieron reanimarlo y certificaron su muerte instantes después.