Soy el campeón, no debo demostrar nada". Así se despachó en la sala de prensa Jenson Button. No obstante y aunque él no lo crea, pocos confiaban a priori, antes de subir el telón de la campaña 2010, que el vigente campeón del mundo pudiera poner continuidad a su etapa más laureada. En las quinielas se trataba de Fernando Alonso, Lewis Hamilton, Michael Schumacher, Sebastian Vettel... pero no de Button, quien parecía estar viviendo de las rentas del curso pasado, a juzgar por las impresiones generalizadas. Sin embargo, ayer se reafirmó, reforzó su condición. Se armó de credibilidad. Más, incluso, de toda la acumulada en BrawnGP, lo que le sirvió para ser el mejor de la pasada temporada, suficiente para firmar con McLaren el mejor de sus contratos como piloto de Fórmula 1. Además, venció en Australia como fruto de la astucia, de una estrategia que resultó determinante entre el caos imperante, lo que desembocó no sólo en el octavo triunfo del inglés de Frome, sino que también deparó la carrera que verificó que el Gran Circo puede ser divertido, después de que saltaran las alarmas en la carrera inaugural de Bahrein. Entre otros agentes, por Alonso, que demostró que todavía es posible adelantar 14 plazas, como en los videojuegos. Ayer, en Australia, el espectáculo regresó para todos sus detractores. Para comenzar, se citó la lluvia en Albert Park y los monoplazas, en su mayoría, montaron neumáticos intermedios. Asistía la incertidumbre. Alonso vio cómo una de sus especialidades al volante, las salidas, suponía un cepo para sus aspiraciones. Para más inri, en la primera curva se tocaba con Button y acto seguido, con Schumacher, por lo que se vio relegado a la última plaza de la parrilla. Y desde allí acometió su empresa para ser cuarto. Épico. Red Bull, como en Bahrein, dominaba la prueba con Vettel. Empero, en el giro 26, al alemán le sacudieron de nuevo los problemas, los que certifican que, a pesar de ser el bólido más veloz, acusa de fiabilidad. Así, un fallo en un disco de frenos dejó a Vettel, "hasta las pelotas" de su mal fario, instalado en la gravilla. Button, segundo, se colocaba líder, después de ser el primero en pasar por boxes vuelta 6 para fijar neumáticos blandos, lo que a la postre le otorgaría el triunfo. Alonso volaba entre tanto hasta el rebufo de Massa. 22 vueltas le bastaron para escalar. Aunque a pesar de contar con mejor ritmo, no pudo doblegar al brasileño. No quiso arriesgar. Es más, tuvo que llevar a cabo labores de contención, pues sus gomas, mermadas en el último tramo, otorgaban coartada a Hamilton y Webber, cuarto y quinto, respectivamente. El de McLaren lo intentó, pero la pericia de Alonso en una apurada de frenada hizo que Webber chocara con Hamilton y ambos se salieran de pista a dos vuelta de cruzar por la bandera de cuadros. De este modo, la prueba quedaba lista para sentencia, aunque Alonso todavía sentía el aliento de Nico Rosberg en su nuca. Button se dirigía en solitario hacia su primera victoria, secundado por Robert Kubica, quien, sigilosamente, colocó al Renault en segundo lugar. Massa, por su parte, le ganó la partida a Alonso, cuarto. Pero como dijo el asturiano, "después de la primera vuelta, hubiera firmado este resultado". No en vano, sigue líder del Mundial, aunque ayer le brotó nueva competencia.
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