CANADÁ, y más en concreto Vancouver, recoge 22 años después el testigo de Calgary. Entonces, en la provincia de Alberta, el escenario fueron las Montañas Rocosas, esas que en sus estribaciones del sur se pudieron contemplar también en Salt Lake City, en 2002. Los Juegos que llegan del frío, con un grado de eco mucho menor que los que se disputan en verano, tienen un primer objetivo: borrar la lamentable imagen que ofreció Turín 2006 por culpa del dopaje. Después, será la pléyade de estrellas la encargada de poner el espectáculo. Euskadi cuenta con la representación del esquiador donostiarra Paul de la Cuesta, y mirará de reojo al piloto de skeleton Ander Mirambell, un barcelonés con raíces vascas. Mientras, la delegación española se tendrá que conformar con participar, a priori sin opción a medalla pese a la pugna entre Jaca y Barcelona por celebrar la edición de 2022. Una batalla en plenos Pirineos cuando a nivel estatal las instalaciones y facilidades brillan por su ausencia.
Tampoco es que Vancouver espere estos Juegos con expectación, ya que el 48% de sus habitantes estima que se está despilfarrando el dinero, y en su misma provincia de la Columbia Británica el porcentaje alcanza el 68%. El reto es una incógnita. Igual que el viento que sople. En Calgary fue el chinook (como lo denominan las tribus indias de la zona), de sensación cálida. Aquí se teme al pineapple express (piña rápida), húmedo y cálido, que empeora la nieve pero suaviza las temperaturas. El centro de la ciudad albergará los deportes de hielo, mientras que lo más destacado del esquí se disputará en Whistler, 150 kilómetros al norte. Canadá fue tercera en el último medallero, tras Alemania y Estados Unidos, y por delante de Austria, Rusia, Noruega y Suecia, las grandes potencias. En la modalidad alpina, tras un curso presidido por las sucesivas caídas, se echará en falta a figuras como Alberto Tomba y Janica Kostelic. El estandarte lo portarán el estadounidense Bode Miller, que quiere tomarse la revancha del fiasco turinés, y el joven Carlo Janka. El suizo dispone de cualidades para enfrentarse a la armada austriaca, que en féminas es demoledora. Eso sí, la reina en las apuestas es la norteamericana Lindsey Vonn, que en 2009 conquistó su segunda Copa del Mundo consecutiva y dos oros en el Mundial de Val d"Isere. Después de ser íntima amiga suya, puesto que crecieron juntas, las relaciones con su compatriota Julia Mancuso se han tornado en inexistentes. Ni se dirigen la palabra.
En el fondo, la caza contra la trampa ha endulzado el horizonte, con nuevos rostros aparte de los nórdicos y de Rusia. Sobreviven leyendas como el plusmarquista de medallas noruego Ole Einar Bjoerndalen. En saltos, Austria, liderada por el pájaro Gregor Schlierenzauer, presentará un precioso duelo con el suizo Simon Ammann, doble oro en 2002. Aunque Andreas Kofler, Wolfgang Loitzl, Ville Larinto, Thomas Morgenstern, Harri Olli o Ahonen estarán asimismo al acecho. La televisión ha contribuido a popularizar una especialidad con adrenalina.
Del "Ipod" al hielo En snowboard, la mayor atracción residirá en el half-pipe (pista en forma de media cuba), con la disyuntiva entre los japoneses, el estadounidense Shaun White y el suizo de origen ruso Iouri Podladtchikov más conocido como Ipod. Las salidas grupales, sobre todo en el cross, ganan peso respecto al esquí clásico individual. En los deportes de hielo, el hockey, en su lugar de nacimiento, tiene subrayado en rojo la rivalidad entre los canadienses y los profesionales de la NHL norteamericana y la KHL rusa. En patinaje son los países asiáticos quienes buscarán acabar con el anfitrión, los germanos, holandeses y las barras y estrellas. Corea del Sur cuenta con su campeona artística Yu-Na-Kim y los mejores velocistas, pese a que China le pisa los talones. En los apartados de bobsleigh, luge y skeleton las preseas serán para los de casi siempre. Es decir, para los alemanes. A la plasticidad de los Juegos invernales le queda mucho recorrido. Y antes, dar el gran paso.