“Todos los trabajos están metidos en el cine: electricista, fontanero, pintor, carpintero, mecánico…”
Amador Rehak se encuentra este martes con el público para hablar de ‘El arte de hacer posible lo imposible’
Son muchas las profesiones dentro del audiovisual que parecen quedar siempre escondidas tras los nombres principales del reparto y de la dirección, aún siendo imprescindibles para que todo salga como debe. Eso es algo que sabe bien el coordinador de efectos especiales, director de arte y dibujante de storyboard Amador Rehak, que este martes va a protagonizar un encuentro con el público en la capital alavesa. En el marco de actividades que promueve la Asociación de Productores Audiovisuales Independientes de Euskadi, Apika, este conocido profesional –que ha tomado parte en proyectos como 800 balas, Airbag y La Casa de Papel, entre otros– va a compartir con quienes acudan a la cita unos cuantos secretos de su quehacer y alguna que otra anécdota.
En concreto, la charla El arte de hacer posible lo imposible se va a producir este día 30 a las 19.00 horas en Vital Fundazioa Kulturunea (Dendaraba). “La idea principal es transmitir a la gente el trabajo que hay detrás para conseguir que un proyecto audiovisual se lleve a cabo. En realidad, todos los trabajos están metidos en el cine: electricista, fontanero, pintor, carpintero, mecánico…”, apunta Rehak. De hecho, una de sus ideas fundamentales de este encuentro es proporcionar información a las personas jóvenes que tal vez quieran enfocar su vida laboral hacia la pantalla. “Hay una sombra extraña que sigue presente en torno a la palabra artista. Hay padres y madres que siguen diciendo aquello de: no, o te metes a médico o a abogado o a maestro. Pero parece que trabajar en arte no es trabajar. Yo también intento, en este sentido, abrir mentes y hacer ver cuál es nuestra labor, que es muy interesante y que tiene futuro”.
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En la sombra
Es el suyo un trabajo en la sombra -“eso no le viene mal a mi parte tímida”, ríe-, lo que hace además que haya un gran desconocimiento sobre labores como los efectos especiales o la dirección de arte. “En una película intervienen muchos factores y el primero es el guion. Es el que te dice de qué va la historia. Luego está el director, que tiene que mover tanto al equipo técnico como al artístico para que aquello entre dentro de sus ideas. Y luego viene algo muy importante que es el storyboard porque ahí plasmas los planos que van a definir el trabajo del resto del equipo”. Eso sin perder de vista un elemento fundamental como es el presupuesto, claro.
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Cada proyecto es un mundo propio y los condicionantes pueden ser múltiples y algunos, insólitos. Él lo sabe bien. Por ejemplo, realizando una película en la que había una matanza de zombis, a la hora de planificar los efectos especiales se encontró con que la localización del rodaje de la escena era todo un problema. “Por contrato, porque el edificio era especial, no podía caer ni una sola gota de sangre al suelo”. Así que se tomó la decisión de hacer todos los tiros, sangre y demás mediante el uso de los efectos digitales. “Es que muchas veces, al final, terminas siendo el apagafuegos. De hecho, cuando doy clases de dirección de arte, una de las materias que enseño es cómo improvisar en un rodaje. Es muy necesario saber hacerlo”.
Así lo explica quien reconoce que no puede ser espectador porque cada vez que va a una sala de cine o ve algo en la televisión, el profesional que lleva dentro siempre sale al paso. “Intento centrarme en ser público pero no puedo”, sonríe. “En casa del herrero…”. De todo ello se hablará en el encuentro en la capital alavesa, que cuenta con la colaboración de Fundación Vital y la Diputación.