Jesús Mª Pérez García, Atxalde, publica su sexto poemario, ‘Hebras blancas’
“Para mí escribir es una terapia, es una cuestión de supervivencia. Es mi refugio”, dice el autor vitoriano
“Salvo por la salud, estoy en un momento de mi vida absolutamente feliz”, sonríe Jesús Mª Pérez García. El escritor alavés, también conocido como Atxalde, vuelve a encontrarse con el público de la mano de la publicación de su sexto poemario, un Hebras blancas (Círculo Rojo) que ya es una realidad palpable. Se culminan así dos años de dedicación a una obra que desde los sentimientos y las reflexiones propias, íntimas, únicas, se abre a lugares comunes y compartidos con quienes se asomen a sus páginas.
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“Quería dejar un legado de lo que siente una persona mayor, de lo que para mí son las inquietudes más importantes”, apunta el autor a la hora de referirse a dos ejes fundamentales de la obra. Por un lado, el tiempo ya vivido, sin perder de vista lo que está por venir. Por otro, el amor, con sus diferentes maneras y formas, pero sobre todo centrado en quien lleva 40 años compartiendo camino con él. “En todos los poemarios que he hecho le dedico una parte a mi mujer. Estoy enamorado, es un defecto que tengo”.
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El peso de la palabra
Atxalde apunta que todo en este libro tiene una razón. “Nada está escrito al azar. Toda palabra tiene un sentido y está ahí por algo. Leer y escribir poesía, para mí, requiere lentitud, parsimonia. Es necesario madurar, macerar las palabras” y a ello se ha dedicado estos dos últimos años.
El resultado es “un conjunto de soliloquios nacido desde dentro, desde las entrañas, desde el corazón, las tripas y la sangre. Escribir dejándose llevar solo por el intelecto, por la cabeza, no sirve. Se pierde sensibilidad. O, por lo menos, es lo que yo pienso”. Así, entre estas páginas se habla del “proceso natural del envejecimiento bien entendido, no como amenaza de la muerte. Es un proceso natural que hay que interiorizar y asumir. Es lo que intento reflejar aquí”.
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Con todo, deja claro que éste “no es un poemario pesimista. No hay ni una gota de pesimismo en él. Al revés. Hay esperanza. Hay inquietud, pero bien entendida”. Es lo que se refleja en unos poemas que nacen de esas conversaciones internas e íntimas pero que se terminan convirtiendo en universales al encontrarse con los lectores y las lectoras. Así se lo están demostrando los primeros comentarios. “Me gustaría que la gente lo lea, por lo menos, dos veces y piense que es capaz de entender e interiorizar la poesía. Muchas veces, la poesía es capaz de despertarte sensaciones y sentimientos que ni siquiera sabías que estaban ahí. Si soy capaz de hacerte pensar que estás vivo, suficiente”.
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Escribir, siempre
Mientras se preparan para próximas fechas presentaciones del libro tanto en Vitoria como en Labastida –donde el autor gasteiztarra vivió 35 años–, Atxalde no para de crear. “Para mí escribir es una terapia, es una cuestión de supervivencia. Es mi refugio”.
Uno que le ha traído más de un galardón. Uno de los más recientes llegó desde Chile gracias a un relato. “Me he picado”, sonríe y por eso en sus planes está llevar a cabo un nuevo libro que, en esta ocasión, contenga poesía pero también relatos. “Es que no puedo dejar de escribir”. Que así sea.