La elección de la imagen que sirve para anunciar el concierto de este sábado en la capital alavesa tiene toda la intención. Con ella, el fotógrafo Mohammed Salem ganó el prestigioso World Press Photo en 2024. Se puede ver en la instantánea a una mujer palestina sosteniendo el cuerpo sin vida de su sobrina. Se trata de “un gesto de amor y desesperación que nos remite de inmediato a la iconografía de la Pietà y, con ella, a la tradición del Stabat Mater en la música y la pintura europeas”, apuntan desde el Coro Sinfónico de Álava. Por ello, la agrupación ha querido que, a tenor de las noticias que llegan de lugares como Gaza, esta sea la referencia visual de lo que se podrá escuchar en la iglesia de San Vicente.
El encuentro con el público tendrá lugar a partir de las 19.30 horas. Bajo la dirección de Alberto Sáez, la numerosa masa coral alavesa ofrecerá al público el Stabat Mater, Op. 58 de Antonín Dvorák. Lo hará contando con la presencia, como solistas, de Ainhoa Merzero (soprano), Lucía Gómez Aizpurua (alto), Aitor Garitano (tenor) y Jesús García Aréjula (barítono), así como del pianista Borja Rubiños.
La pérdida
Es conocida la desgarradora historia que rodea a la composición de Dvorák. Cuando comenzó a escribir esta obra, en 1876, lo hizo marcado por la muerte, el año anterior, de una de sus hijas, Josefa. Solo tenía unos días de vida. Eso sí, no terminó su creación hasta 1877, tras el fallecimiento de sus otros dos descendientes, en un caso por una intoxicación y en otro por los efectos de la viruela.
Como recuerdan desde el Coro Sinfónico de Álava, esta pieza es “una de las obras sacras más conmovedoras del repertorio coral, un testimonio musical que trasciende lo religioso para convertirse en un reflejo universal del dolor humano y la resiliencia espiritual”. De ahí, la elección para este concierto de una composición exigente y emocionante.
“El Stabat Mater de Dvorák, que integra la profundidad sinfónica con la sencillez de la plegaria, es mucho más que una pieza religiosa: es un testimonio del poder de la música para expresar el dolor más profundo y transformarlo en consuelo”, apuntan desde la agrupación. “Hoy, en un mundo en ascuas, convertido en espectáculo de la crueldad, sigue resonando como un himno a la resiliencia, y nos recuerda que el arte puede surgir de las cenizas del dolor para iluminar el camino hacia la esperanza”.
Así se va a compartir con el público que acuda este día 31 a la iglesia de San Vicente, donde el Coro Sinfónico de Álava volverá a demostrar la solidez de su proyecto y la calidad de sus integrantes.