"No puede ser que haya gente que no sepa qué hay en la Escuela de Artes y Oficios"
Mientras la Escuela de Artes y Oficios celebra su 250 aniversario, su nueva directora, Uxua García Antoñana, mira al presente y al futuro del centro
Hasta el próximo mes de junio se seguirán desarrollando los actos del 250 aniversario de la Escuela de Artes y Oficios, aunque más allá de esta celebración especial, la labor diaria del centro de la capital alavesa es lo que está encima de la mesa de su nueva directora, Uxua García Antoñana.
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¿Qué balance hace de estos primeros seis meses al frente de la Escuela de Artes y Oficios?
–Entré justo cuando acababa el curso anterior con toda la matriculación ya activada. En verano me quedé aquí sola, que fue un tiempo que me vino bien para ubicarme. Luego fue arrancar un curso, como quien dice, heredado, con ya muchas cosas rodadas. Eso sin perder de vista que coincide con el 250 aniversario, que te lleva también a querer hacer muchas cosas. Así que ubicarse para mí está siendo complicado, también teniendo en cuenta que contamos con los recursos, humanos y económicos, que tenemos. Lo que menos me ha costado, eso sí, ha sido ubicarme con el personal de la escuela. Y con el alumnado, igual. Ha sido muy sencillo y me han echado muchos cables por muchos lados.
Y en lo que queda de curso...
–Nos queda mucho por hacer. Tengo claro que van a ser meses muy intensos y que seguimos con la idea, que empezaremos a trabajar en ella después de navidades, de hacer algún cambio en la oferta formativa e incluso en los horarios.
“La escuela tiene que ser un centro de formación, un centro de arte y, sobre todo, un centro que la ciudadanía conozca”
El papel lo aguanta todo, así que más allá del proyecto con el que fue seleccionada y ahora que conoce desde dentro el centro, ¿la Escuela de Artes y Oficios tiene que ser qué?
–Efectivamente, en ese planteamiento hay cosas que se van a poder hacer y otras que no o que va a ser muy difícil conseguir. La Escuela de Artes y Oficios tiene que ser más que un centro formativo de formación no reglada. Tiene que ser un centro de arte, al que la gente pueda entrar para ver y compartir cultura. Por ejemplo, estamos trabajando ya en relanzar los espacios expositivos. Después de navidades vamos a dar un especial impulso a esta cuestión. Le queremos dar entidad a la programación expositiva. De hecho, se ha creado una comisión de espacios expositivos que va a tener independencia y decisión. Así que tiene que ser un centro de formación, un centro de arte y, sobre todo, un centro que la ciudadanía conozca. No puede ser que estemos en 2024 y haya gente que no sepa qué hay en este edificio.
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Imagen del centro
¿Cómo puede ser que no se conozca una entidad de 250 años cuya sede está en la plaza Conde de Peñaflorida, en pleno centro de la capital alavesa?
–Yo creo que ha habido un problema de comunicación, interno y externo, en la escuela. De puertas hacia dentro ha pasado como sucede en la mayoría de las empresas. Incluso en las que se dedican a la comunicación, esto pasa. De cara al exterior, la realidad es que aquí se han hecho muchas cosas de las que la ciudadanía no es consciente. Es más, preparando el proyecto con el que me presenté al proceso de selección ni siquiera me conseguí enterar de cosas que he conocido toda vez que he estado dentro de la estructura de la escuela. No podemos tener un convenio con la Universidad del País Vasco y no sacarle partido. No podemos hacer colaboraciones como la que hacemos con el Conservatorio de Danza José Uruñuela y no darle más visibilidad. Lo que no se cuenta, no pasa. Y en este aspecto, creo que ha habido un déficit.
Con todo lo que ha sucedido con el cambio de la dirección, da la impresión, por lo menos desde fuera, de que el 250 aniversario ha sido una oportunidad perdida precisamente en ese aspecto de la comunicación que comentaba.
–Es posible. Siendo realistas, los actos se tenían que haber concentrado en 2024, pero vamos a llevar la programación hasta junio de 2025, ocupando todo el curso. Lo que pasa es que para celebrar un 250 aniversario hacen falta recursos humanos y económicos, y con la escuela llegamos a donde llegamos.
En su proyecto, ahora que habla de la cuestión económica, había un plan para abrir nuevas vías de financiación a través de terceros.
–En el plano económico, hay que agradecer el apoyo de las instituciones, que sigan apostando por el arte y por la formación no reglada. Nosotros tenemos tres vías de financiación: la Diputación Foral de Álava, el Ayuntamiento de Vitoria y el alumnado. A partir de ahí, sí se pueden hacer cosas con este edificio para buscar una cuarta vía. A este lugar hay que sacarle partido.
“Ya me gustaría que en todos los cargos que se dan, con y sin proceso de selección, se mirarse el currículum como se miró el mío”
Por ejemplo, ¿haciendo qué?
–De aquí a junio vamos a traer gente relevante en varias disciplinas para llevar a cabo unas clases magistrales que se produzcan en horarios a los que también pueda acudir nuestro alumnado. Queremos que eso tenga continuidad. Al margen de eso, a este edificio se le pueden dar otros usos, siempre que se respete y se mantenga la docencia. Todo tiene que sumar.
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Mirando al futuro
Llegó en un contexto para nada propicio, con una fuerte polémica política. ¿Pasado eso ya o todavía hay ecos?
–Fue un momento muy desagradable. Yo me presenté a un proceso de selección, fui pasando rondas como quien dice, y me vi metida en un fuego cruzado. Como te digo, fue muy desagradable. Yo entré con 18 años en una redacción y llevo toda mi vida trabajando. En el momento en el que, por méritos propios, consigues algo que se ve empañado por una historia así, para mí fue muy desagradable. Entiendo a todas las partes, ojo, pero... Ya me gustaría que en todos los cargos que se dan, con y sin proceso de selección, se mirarse el currículum como se miró el mío. También me encontré con algunas informaciones en algunos medios de comunicación muy desagradables, pero yo llegué aquí y creo que esa sensación de conflicto duró un día. En el claustro me encontré una gente muy educada y respetuosa conmigo. Bueno y a personas muy abiertas a trabajar conmigo. Y, entre el alumnado, igual. Dentro de estas paredes no he sentido esa sensación de conflicto en ningún momento.
De todas formas, el pasado se queda atrás, la agenda no para y exige mirar al futuro. De puertas hacia dentro, ¿en qué se tiene que notar su sello?
–En el proyecto incidía mucho en el tema de la comunicación. Creo que entre el profesorado la comunicación es bastante fluida. También me interesa mucho conocer las opiniones del alumnado. En breve, por ejemplo, le vamos a lanzar una pequeña encuesta. En la revisión de la oferta formativa sí que me gustaría contar con su opinión, qué quieren, qué les gustaría. El otro día alguien me decía que al alumnado lo perdemos a los 12 años y lo recuperamos a los 30. Vale, sí, es así. Pero es que yo con la franja de edades que cubrimos estoy encantada. Ahí no me voy a pegar. Pero en la oferta formativa, tras preguntar al alumnado, sí que hay que hacer una labor de adecuación. Y queremos estructurar la formación. No nos podemos convertir en un sitio al que la gente venga a utilizar una serie de materiales y ya está. Somos una escuela y ese concepto, con todo lo que implica, no se nos puede olvidar.
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Con 1.100 estudiantes y una sede que tiene un siglo, ¿se puede crecer más?
–Crecer más lo tenemos complicado. Solo lo podríamos hacer en la franja horaria de la mañana. Por la tarde es imposible. Ahí tenemos a todo el profesorado dando clase y todas las aulas, entre una cosa y otra, casi llenas. A la franja de la mañana es a la única que se le puede sacar partido en este sentido.
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En los últimos años, en el edificio se han hecho una serie de actuaciones para intentar actualizarlo, cuestiones como empezar a cambiar las ventanas o mejorar la accesibilidad interna. ¿En qué punto se está?
–Elisabeth Palacios, la anterior directora, hizo un trabajo muy importante en este sentido. Una de las mejores inversiones que se han hecho en esta escuela ha sido el cambio de ventanas. ¿Por qué? Por una cuestión de eficiencia energética. Se nota una barbaridad. Pero nos hemos quedado a la mitad. Si ahora me preguntas en qué me gustaría hacer una inversión en el edificio, lo primero sería en las ventanas. En octubre estuvo aquí el equipo de arquitectos de Diputación para hacer un estudio porque necesitamos saber cuáles son las prioridades. Si en algún momento hubiese posibilidad económica, ese informe será nuestra referencia.
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La escuela está en la capital alavesa pero, ¿debería estar también fuera de ella?
–Ahí tenemos un déficit, es verdad. Además, si en este edificio no podemos crecer en muchas ocasiones por cuestión de espacio, sí deberíamos proponernos la opción de salir fuera de la escuela e ir a las cuadrillas. En este curso, eso no se va a poder solucionar. Pero en el de 2025-2026 deberíamos de tener esa propuesta sobre la mesa.
¿Y en la ciudad? ¿Qué se puede hacer fuera del edificio?
–De hecho, el alumnado pide hacer acciones fuera. Queremos que la gente entre en nuestra sede y nos conozca, pero nosotros también tenemos que salir. Esa idea deberíamos explorarla. Es otra de las asignaturas pendientes.