La historia de Rada solo tiene unos decenios. Es uno de los denominados pueblos de colonización que el franquismo impulsó con la idea de transformar los suelos de secano en unos de regadío. Durante estos meses, además, la localidad navarra y quienes la habitan –unas 600 personas– están siendo, al mismo tiempo, participes, creadoras y protagonistas de un proyecto que está desarrollando María Azkarate en el marco de la octava edición del programa Landarte, que trabaja en torno a la cultura contemporánea y la ruralidad. “El objetivo no es tanto hablar del pasado del pueblo, sino explorar la idea del arraigo, de las relaciones entre los miembros de la comunidad y de esta con el territorio”, apunta la fotógrafa y arquitecta gasteiztarra.

La teoría dice que el proceso del Anecdotario de Rada está en la fase final, diseñando la web que servirá como depositaria de lo elaborado en este tiempo, pero este espacio online quedará abierto, “en manos del pueblo”, para seguir evolucionando, si así se quiere. “En la anécdota se muestra un poco cómo es la vida cotidiana del pueblo” y desde ahí se busca una mayor comprensión de los vínculos existentes dentro de la comunidad y con el territorio.

Desde cero

Una de las particularidades de Landarte es que en la invitación que realiza en cada edición a los y las artistas que toman parte es que es el programa quien asigna el lugar de trabajo y que se desarrollen procesos de co-creación que no partan de ninguna idea previa, sino que nazcan del contacto in situ y de una hoja en blanco para, en este caso, tanto Azkarate como las personas que habitan en Rada.  

La localidad, que cuenta con unos 600 habitantes, es una de las denominadas poblaciones de colonización creadas durante el franquismo

Así que hace unos meses, lo primero fue desarrollar una fase de exploración en la que tuvieron lugar muchas conversaciones para ver, también, qué podía responder mejor a los intereses de la localidad. De esta manera, se apostó por crear un anecdotario al que se invitó a tomar parte a todos los habitantes. “Lo que buscábamos era que las anécdotas fueran lo más diversas posibles, que participase gente de todas las edades, que fuera algo colectivo y horizontal, que nos sirviera para expresar las distintas vivencias del pueblo”

En la construcción de una cabaña con habitantes de Rada de diferentes generaciones María Azkarate

Visitas a particulares, a colectivos y asociaciones, a la escuela... “Han sido muchas conversaciones las que he mantenido pero me hubiera gustado que todavía hubieran sido más”, dice con una sonrisa Azkarate. Lo cierto es que en la fase de desarrollo que se está completando ahora ha habido tiempo incluso para tener esas charlas marchando de romería al alto de Rada o celebrando una jornada festiva para construir cabañas. “Hacer estas casetas es algo que viene de generaciones anteriores y que mantienen los más jóvenes. La cabaña es un acto simbólico de apropiación del territorio, de autonomía, de refugio, de pertenencia al grupo…”.

Escuchar para crear

En estos momentos se están dando los últimos pasos para definir la mencionada página web que vendrá a completar el proceso, que no cerrarlo. Ahí se alojarán textos pero también audios, fotografías relacionadas con algunas de las anécdotas y otros materiales. También se incluirá una cartografía vinculada al anecdotario, un mapa emocional y vital. Todo ello nacido a partir de algo tan importante como a veces denostado como conversar. “Una de las cosas que es fundamental en el proyecto es la idea de la escucha como un espacio creativo”. 

“Han sido muchas conversaciones con la gente de Rada y de esas escuchas he obtenido muchos e importantes aprendizajes”

En este mismo sentido, Azkarate señala que su ganancia personal más importante en este camino está siendo “los aprendizajes, muchos e importantes, que he obtenido de todas las conversaciones”.

“Mi trabajo como fotógrafa suele ser bastante solitario, así que este tipo de procesos de diálogo y de conversación son nuevos para mí”, describe, al mismo tiempo que señala como otra idea fundamental de esta experiencia el hecho de poner en valor el proceso como tal. Es decir, saber que el camino, más allá del lugar al que se termine llegando, tiene su importancia y relevancia.