Una mesa, cinco actrices y cien sillas para el público. Son los únicos elementos sobre el escenario. Tras comenzar la semana pasada con la sección Off Lokal, el cuadragésimo noveno Festival Internacional de Teatro de Gasteiz inicia este jueves sus representaciones en el Félix Petite con la producción argentina Gaviota, que llega a la capital alavesa en el marco de una amplia gira que también ha discurrido por diferentes países. Eso sí, quien no tenga su entrada en la mano ya puede ir despidiéndose porque no queda ni un solo pase disponible, siguiendo la tónica vivida por el certamen en este comienzo.

Quienes sí tengan su lugar asegurado, se encontrarán con la propuesta dirigida por Guillermo Cacace a partir de las 19.30 horas en el centro cívico Ibaiondo. Eso sí, no se sentarán en las butacas del espacio. Se subirán al escenario, donde estarán dispuestas las sillas. Las cinco actrices protagonistas compartirán lugar y presencia con el público, pero sin que eso signifique que vaya a haber interacción alguna

Chéjov

En principio, por lo menos, no tiene que darse como tal ningún contacto o intervención de los presentes, aunque Muriel Sago recuerda de manera viva cómo hace poco tiempo, en una representación llevada a cabo en Cádiz, un espectador, en un momento dado de la pieza, no se pudo resistir a quitarle, “con todo el respeto y la delicadeza”, una lágrima que salía de los ojos de la actriz.

Un momento de la representación de 'Gaviota' Cedida

Son instantes que se pueden dar en esta propuesta estrenada en Buenos Aires en febrero de 2023 tomando como punto de partida, como se puede entender desde su título, de La gaviota, de Antón Chéjov. Eso sí, en este caso Cacace lleva a su terreno la referencial pieza para hacer una lectura que sustenta en el trabajo tanto de Sago como de Pilar Boyle, Marcela Guerty, Romina Padoan y Paula Fernández Mbarak.

Las preguntas

Como explica el director del montaje, se propone al público “una experiencia muy particular” en la que se hacen “muchas preguntas sobre la teatralidad misma” sin que exista ninguna pretensión de ofrecer absolutamente ningún tipo de respuesta. “Nuestra intención es seguir prolongando las preguntas”, que no dejan de ser cuestiones también sobre el propio ser humano.

Esa idea junto al hecho de tener una presencia tan cercana del público lleva al montaje a que “cada representación sea una nuevo ensayo”, no un producto escénico acabado como tal. Se comparte, pues, una obra con la que se abre “un agujero en el tiempo hiperproductivo en el que vivimos”, en esta constante vital protagonizada por “cuerpos abrumados” por un ritmo frenético.

En este paréntesis, otra característica esencial que subraya Boyle es el hecho de que todo el elenco sea femenino. Es “el cuerpo de la mujer sobre el que todo se asienta” a lo largo de una propuesta que genera una “empatía profunda”.