El pintor donostiarra Juan Luis Goenaga ha fallecido este martes a los 74 años en Madrid a causa de una enfermedad. El artista, que en los últimos años residía en la capital española tras ser diagnosticado con un cáncer, deja tras de sí una trayectoria artística de más de medio siglo en la que ha expuesto en las principales galerías del mundo siempre fiel a un estilo expresionista y colores ocres y oscuros.
Nacido en 1950 en Donostia, comenzó en la pintura y el dibujo de forma autodidacta viajando por Europa y entrando en contacto directo con las corrientes artísticas surgidas en los 70. Con su regreso a Gipuzkoa, eligió asentarse en un caserío de Alkiza, alejado de todo, fiel a su fama de artista solitario y bohemio, que lo convirtió tanto en su refugio familiar como en su estudio de arte.
Allí, configuró sus primeros trabajos, muy ligados a la historia y a la cultura vasca, de la que no huyó en sus diferentes etapas vitales, y que expuso en sus comienzos en espacios como el Museo San Telmo y diversas galerías de Euskadi. En este tiempo, se relacionó también con diferentes artistas del Grupo Gaur como José Luis Zumeta y Rafael Ruiz Balerdi, y obtuvo numerosos reconocimientos como el Gran Premio de Pintura Vasca.
Un nuevo viaje, esta vez a Italia, le conecta con los grandes maestros de la antigüedad, que le influyen en una nueva etapa cargada de magia, surrealismo y abstracción. No obstante, será su observación de la naturaleza la que acabaría marcando gran parte de su trayectoria con el uso de tonalidades ocres y materias densas y empastadas.
En la década de los 80 sus exposiciones individuales se repiten en Donostia, Bilbao e incluso en Nueva York, y forma parte de muestras colectivas en lugares como Praga, Pontevedra, Colonia o Zaragoza. Durante esa época viaja a Alemania e incorpora el expresionismo a su trabajo, así como la figura humana en diferentes ambientaciones urbanas llenas de color. Por todo ello, en 1987 recibe el Premio Gure Artea del Gobierno Vasco.
En su afán por dar con nuevas técnicas, Goenaga reside durante unos meses en París, donde comienza la experimentación con diferentes materiales como redes y plásticos, antes de regresar en los 90 a sus orígenes, a la abstracción y lo rupestre, con una pintura oscura que le acompañaría hasta sus últimos días.
De retrospectivas a llamar la atención de Woody Allen
Tras una trayectoria enormemente prolífica marcada por numerosas etapas, sus últimos años han estado marcados por diferentes miradas a su obra, como la monografía escrita en 2018 por el historiador de arte Mikel Lertxundi, que calificaba en aquel entonces la vida de Goenaga de tal manera: “Ha explorado diversos caminos y ha llegado incluso a contradecirse. Entre el naturalismo, el informalismo y el expresionismo ha creado una voz propia y reconocible”.
Dos años después, la sala Kubo Kutxa de Donostia reabría sus puertas tras el confinamiento con una gran exposición retrospectiva dedicada a su figura y para la que se reunieron 128 obras pertenecientes a diversas series, en distintas técnicas y formatos.
Al mismo tiempo, Goenaga continúo trabajando, llegando a firmar el cartel de la 79ª edición de la Quincena Musical de Donostia, en la que incluso intervino pintando en directo una obra inspirado por las obras de Debussy y Chopin.
Woody Allen, por su parte, seleccionó más de 130 de sus cuadros para incorporarlos a su película Rifkin’s Festival, rodada en la capital guipuzcoana.
Regreso con su familia
En los últimos años, Goenaga ha estado cada más alejado del foco mediático y dejó atrás su caserío en Alkiza para irse a vivir a Madrid, cerca de su familia, de su hijo Telmo y de su hija, la actriz Bárbara, de la que decía sentirse orgulloso al ser conocido como “el padre de Bárbara Goenaga” en vez de por su trayectoria como pintor.
A finales de 2022 Goenaga regresó a Bilbao para recoger el Premio Xabier Sáenz de Gorbea a la dedicación artística y concedió una de sus últimas entrevistas a este periódico, en la que reconocía no poder concebir el mundo sin arte: “Estaría perdido. Veo el mundo a través de la pintura, para mí es una cuestión vital”