La venta empieza hoy en Mara-mara. La fecha no es casualidad. Gurutze Sagasti celebra la publicación de Mirar a los ojos, sonrisas y abrazos, es vivir apasionadamente y también el que sería un nuevo cumpleaños del hijo que perdió en un accidente. En la librería de la calle San Francisco esperan los ejemplares de esta obra autoeditada que, además, tiene otra particularidad y es su carácter solidario.
Sin saber cuántos venderá, la creadora ya ha destinado a Zaporeak el dinero que obtendría si se comprasen todos los ejemplares
De hecho, sin que nadie haya comprado ni un solo libro, Zaporeak –que trabaja para ofrecer comida digna y cariño a las personas refugiadas– ya ha recibido el total que se podría llegar a obtener si se vendiesen todos los ejemplares (cada uno cuesta 8 euros). La autora no ha querido esperar. “Desde que falleció mi hijo, mi escala de valores ha cambiado. Doy importancia a otras cosas. Quiero cumplir con la promesa que un día le hice a la vida. Prometí que si un día veía mis escritos publicados, no quería el dinero”. Dicho y hecho.
A partir de ahí, Sagasti comparte con el público experiencias, emociones y reflexiones nacidas a partir de “una vida dura”. Pero aunque sean cuestiones propias, sentidas en primera persona, “creo que la gente se va a identificar. No soy la única que ha tenido que pasar por determinadas cosas”, como el hecho de perder un hijo, de enfrentarse a la brecha tecnológica y otras cuestiones.
“No soy la única que ha tenido que pasar por determinadas cosas; la gente se va a identificar” con las temáticas que se tratan
Además, la autora quiere aprovechar estas páginas para reivindicar a las personas que están en la etapa de la jubilación, así como su capacidad de crear y expresarse artísticamente. En este sentido, se busca también animar a “que hagan como yo” y den rienda suelta a esas expresiones culturales.
El primero
Aunque Sagasti lleva escribiendo desde que era una niña –“era mi vía de escape”– y ha concurrido a diferentes concursos literarios, es este su primer libro. Se trata de una obra que, aunque se nutre de recuerdos y situaciones que, en algunos casos, son lejanas en el tiempo, empezó a escribirse en el confinamiento.
En su encierro coincidieron varios factores, empezando por la propia situación general. A eso se unió su jubilación después de 45 años de trabajo y que su hija pequeña se marchó de la casa familiar por cuestiones laborales. “No soy la única que ha pasado de tener un tiempo muy ocupado con trabajo y familia a tener 24 horas para mí sola. Para eso no estamos preparados psicológicamente”. Así que “encerrada y sola”, empezó a recuperar muchos escritos que tenía en borrador para ir componiendo este libro.
“Cuando venía la hija pequeña a visitarme, la utilizaba para pasarlo todo al ordenador”, sonríe. Casualidades de la vida o no, en una ruta senderitsta al Faro de l’Albir, su guía, también escritora, le puso en contacto con un corrector. Aquí en Vitoria, fue el fotógrafo César San Millán quien ayudó con el diseño de la portada y quien le recomendó que acudiese a EPS Comunicación para hacer la autopublicación.
Así, la confluencia de diferentes circunstancias han terminado por desembocar en esta publicación, en un libro sin tapujos que pretende hablar desde lo propio para conectar con cualquier persona.