Crear a la vista de cualquiera. No solo eso. Invitarle a ver pero también a preguntar, compartir, charlar, comentar... e incluso en el caso de alguno de los proyectos, a ser parte activa del desarrollo de las propuestas. Todo ello en un marco único como es el antiguo Depósito de Aguas de la capital alavesa. Es la propuesta que una edición más está realizando el certamen Gazte Arte. Hasta el domingo hay tiempo de pasarse y encontrarse con Lah Ortiz Escalante, Izaro Pardo Delgado, Ani Chkhartishvili y el colectivo conformado por Oihane Gil Cirión, Leire Zabaleta Ruiz de Alegría y Jone Irazu Garikano.

Lah Ortiz Escalante. | FOTO: PILAR BARCO

Desde la década pasada, de la mano del área de Juventud del Ayuntamiento de Vitoria, se viene realizando cada dos años –salvo por el paréntesis al que obligó la pandemia– una iniciativa que busca, de manera fundamental, apoyar a las nuevas generaciones de artistas. Un acompañamiento que se traduce, en el caso de las propuestas ganadoras, en la realización de una exposición colectiva de carácter profesional, para lo cual se cuenta con el comisariado y tutorización de nombres de referencia.

Izaro Pardo Delgado. | FOTO: P.B.

En esta ocasión, están siendo Irantzu Lekue, Dani Urraca, Adriana Fariñas y Alba Tojo quienes desarrollan ese papel. También ellos se encuentran en el espacio del centro cultural Montehermoso para asesorar a quienes durante estos días tienen en el Depósito su segunda casa. Aquí van a estar hasta el domingo 7 de 11.30 a 13.00 y de 18.00 a 20.00 horas, menos el día 5, que solo se activará el horario de mañana. El resultado se podrá ver del 2 de febrero al 3 de marzo en la exposición colectiva que se desarrollará en Labe Gazte Laborategia.

Ani Chkhartishvili. | FOTO: P.B.

Propuestas bien diferentes

Tanto en formas como en fondos, los cuatro proyectos que están desarrollándose tras haber ganado la última edición de Gazte Arte son bien diferentes. Desde la salud mental hasta la memoria familiar pasando por la muerte y los espacios propios de las mujeres, desde la pintura hasta el textil pasando por la fotografía y la transformación de objetos, todo es posible aquí.

Ahí está, por ejemplo, Irresistible lineal de Lah Ortiz Escalante. En este caso, el autor trabaja en torno a los impulsos y a “ese bucle infinito en el que se puede llegar a caer cuando cedes a un impulso irresistible y dañino para ti mismo”. Tomando como referencia la tricotilomanía (cuando una persona se arranca el pelo a sí misma), el artista reflexiona sobre esas situaciones en las que “no sabes cómo seguir” pero aportando un punto de esperanza.

Ortiz señala que se habla poco de la salud mental, sobre todo asociada a los jóvenes, y menos “si estamos refiriéndonos a trastornos que son raros”. De ahí una propuesta que quiere visibilizar estas cuestiones a través una obra principal a la que se sumarán otras piezas, una de ellas de carácter interactivo para que “la gente pueda tocar y experimentar”.

Oihane Gil, quien trabaja con Leire Zabaleta y Jone Irazu. | FOTO: P.B.

Dentro y fuera de Montehermoso está trabajando, por su parte, Ani Chkhartishvili para hacer realidad Pliegues. En su caso, es la cámara Polaroid la herramienta esencia. En las calles del Casco Viejo toma fotos a las que luego, ya en el Depósito, quita los marco y manipula en agua caliente. “Intento experimentar con ellas, con diferentes tiempos, colores, texturas, pliegues y voy construyendo una casa”. No es un proceso sencillo pero la artista invita a quien quiera atreverse a probar a intervenir las imágenes como lo hace ella. Para ello hay un espacio específico.

“El concepto de mi obra tiene que ver con la intimidad y el espacio de las mujeres, con la importancia de contar con un espacio propio”, explica al tiempo que refiere, por ejemplo, el libro Una habitación propia de Virginia Woolf. Así lo describe quien está valorando estos días incluir una segunda pieza en su propuesta final realizada con los deshechos que está generando en el camino.

Trascendence es el título de la creación de Izaro Pardo Delgado, una serie de cuatro cuadros que gira en torno a la muerte y a cómo distintas culturas tratan cuestiones como la espiritualidad y el más allá, es decir, aquellos mecanismos que ayudan al ser humano a entender algo que “al final, es algo que a todas las personas nos da miedo”. En este caso, también se propone al público participar de manera activa. Se puede hacer respondiendo de manera escrita una sencilla pregunta que luego se introduce en una suerte de urna.

El antiguo Depósito de Aguas, un taller artístico al que está invitado el público

Todo ello en un espacio al que se accede tras dejar atrás un jarrón lleno de flores. “Simboliza la muerte y queremos ver cómo se degrada hasta que todo este proceso termine el domingo”, describe la autora, al tiempo que reconoce que en la pintura al óleo ha encontrado también un reto creativo frente a su campo habitual de creación, que es el dibujo.

A seis manos se está construyendo además Congelando la memoria, instalación ideada por Oihane Gil Cirión, Leire Zabaleta Ruiz de Alegría y Jone Irazu Garikano. Las tres toman como elemento referencial el frigorífico que podría estar en cualquier casa, ese cuya puerta sirve como marco para recuerdos de viajes, listas de la compra, calendarios... Desde ahí, están generando un particular comedor en el que hablar de la memoria familiar, además de todos esos contenidos, también culturales, que han dejado de encontrarse fuera del hogar para adueñarse de él.

“No queremos sobrecargar el resultado final”, admite Gil. El colectivo está trabajando por completo con elementos reciclados y prestados para la ocasión incluso por los propios comisarios de Gazte Arte. “Tiene que haber equilibrio. Si no, no se va a entender nada” dice entre sillas, alfombras, peluches, un cuchillo clavado en un sofá...

Un lugar especial

Sin duda, una de las particularidades de toda esta experiencia está en el espacio que durante estos días se ha convertido en el estudio de cada una de las personas participantes en Gazte Arte. De hecho, hay quien como Ortiz reconoce que “el lugar me ha cambiado mucho la forma de trabajar. Es un sitio que impone. Entras aquí y como que te cambia el estado. De hecho, han salido ciertos obstáculos que voy solventando poco a poco. Eso es también gratificante. Estoy aprendiendo mucho”.

Tanto Pardo como Gil destacan el hecho de estar trabajando estas jornadas en un emplazamiento que suelen visitar como espectadoras. “Es una pasada de sitio, es inmejorable. Además, he venido desde muy pequeña a ver exposiciones y estar aquí, me gusta mucho”, explica la pintora. “Las tres tenemos este sitio muy presente y trabajar aquí ahora nos gusta mucho”, añade Gil también en nombre de sus dos compañeras de propuesta.

Pero no solo es hacer, es además compartir. Eso lo subraya Chkhartishvili. “Trabajar con estas personas está siendo maravilloso. Hablamos, conectamos... y nos sentimos muy bien aquí”. También con quienes quieran adentrarse en este particular taller artístico durante estas jornadas.