El Principal se despide este viernes de 2023. Lo hace recibiendo de nuevo entre sus paredes a Lucía Lacarra y Matthew Golding, que regresan a la capital alavesa para bailar entre las palabras escritas en cartas que no llegan a su destino, para contar una historia de amor mientras el ser humano se empeña en destruirse en una guerra que no tiene tiempo ni lugar así que podría ser cualquiera. “Pero siempre debemos tener esperanza”, sonríe la bailarina de Zumaia.  

Como es habitual desde la pandemia, el encuentro con el público en el centenario edificio de la calle San Prudencio se va a producir a partir de las 19.30 horas. Eso sí, quien quiera acudir y no tenga su entrada en la mano ya puede darse prisa porque solo quedan pases en el anfiteatro segundo. A partir de ahí, llegará el momento de Lost Letters.

Es este un proyecto que Lacarra y Golding vienen madurando desde hace tiempo y que, en principio, iba a ser una producción externa. Pero las consecuencias de la situación sanitaria iban a alargar los plazos hasta 2025, y ambos decidieron afrontar el proyecto desde su propia compañía, contando por primera vez con más intérpretes.

“En España no hay mucha oferta de trabajo para los bailarines y queremos que nuestra compañía sea también una plataforma” para quienes están dando sus primeros pasos en una profesión en la que ambos no necesitan de presentaciones. Pasa así en una producción que se ha podido llevar a cabo también con la colaboración de la Red de Teatros del Ayuntamiento de Vitoria.

En escena, en pantalla

Así, el Lucía Lacarra Ballet presenta en el Principal un montaje en el que la actuación in situ se pone en conversación también con la película grabada en Zumaia en noviembre del año pasado para coser el relato de Lost letters. “A nosotros nos gusta contar historias”, apunta la bailarina, frente a la tendencia actual de “apostar por una danza más abstracta”.

Con música de Rachmaninov y Max Richter, la pieza toma dos referencias reales para imaginar una ficción que habla de las conexiones perdidas y que invita a la reflexión sobre el poder de la comunicación. Ese primer anclaje está en una exposición en el Smithsonian (Washington) que llevaba por título War Letters: Lost and Found y que Lacarra pudo ver en 2016 cuando allí se llevó a cabo un ciclo cultural dedicado al País Vasco.

El segundo se encuentra en un libro, también titulado como el espectáculo, en el que se encuentran cartas reales escritas en tiempos de guerra. Ente ellas está una que a la bailarina emocionó de manera especial cuando lo leyó. Está realizada por un artillero de la Primera Guerra Mundial y dirigida a su mujer. En ella le pide a su esposa que no haga ninguna locura si a él le pasa algo, que siga con su vida.

Esta misiva, en la vida real, llegó a su destinataria. Pero Golding y Lacarra imaginan en este montaje qué hubiera pasado si no hubiera sido así. Es lo que cuenta, entre la escena y la pantalla, y con la compañía de los ocho intérpretes que se suman a ambos sobre las tablas, una historia “en la que el público se involucra de verdad”.

De hecho, “la gente sale muy emocionada del teatro; incluso hay quien sale llorando, cuando realmente no es lo que pretendemos”, dice Lacarra. Habrá que ver qué sucede este viernes en el Principal, en el cierre de un 2023 en el que las guerras siguen presentes