Satisfacción por el camino recorrido. Tristeza por no seguir en él ante la falta de relevo generacional. Felicidad y emoción por poder vivir el adiós junto a las cientos de personas que han llenado esta tarde el aula magna del Conservatorio Jesús Guridi. Impresionante imagen para un momento muy especial después de 55 años aportando a la música y a la cultura del territorio.

No hay silencio. Los ecos de la agrupación permanecen. Su legado y presencia también. Pero es indudable que la situación vivida con el Araba está empezando a ser común y, por desgracia para un territorio que ha vivido grandes momentos de esplendor en el mundo coralista, no va a quedar aquí. Falta que las nuevas generaciones den un paso adelante. Si no, habrá más despedidas de formaciones que han sido santo y seña de la provincia.

En el acto ha habido música, por supuesto. Pero no ha sido un concierto al uso. Ha habido tiempo para recordar, para compartir y también para rendir homenaje a Sabin Salaberri, responsable de poner las primeras bases del Coro Araba a finales de los años 60 del siglo pasado. Ha habido, además, una presencia destacada de coralistas de otras formaciones. Compañerismo hasta el final.