Reconoce Tomás Conde que suele tener facilidad para los títulos. Pero con su último libro no encontraba la fórmula, aunque tuvo entre las manos dos posibilidades que le encajaban. Por diferentes circunstancias, quedaron en el camino. Sin embargo, en un momento en el que dejó la Gasteiz en la que vive y trabaja para regresar a su localidad natal (Almansa, Albacete) volvió a escuchar una palabra que conocía bien desde niño. Viene a significar subir a los hombros o llevar a caballito. Es lo que propone al público, que se deje elevar a través de los 14 relatos que componen Cosqueretas (El rey de Harlem).
El libro se encuentra ya disponible desde hace unos meses. De hecho, ya está por su segunda edición. Pero al también profesor de traducción en la Facultad de Letras del Campus de Álava le quedaba pendiente hacer una presentación en la capital alavesa. A eso se le va a poner remedio este mismo sábado a las 12.00 horas. Será en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa, donde el autor estará acompañado por la editora y escritora Elena Flores.
Será una nueva oportunidad para compartir con los lectores algunos de los secretos que se encuentran guardados entre estas páginas, historias “que son para leer con una sonrisa, que despiertan la ternura”, describe su creador, al tiempo que apunta que, en general, esta nueva obra tiene, de manera buscada, un tono amable. “Es la literatura que a mí me gusta, con la que disfruto más. Además, los cuentos fueron escritos durante la pandemia y pensé que estábamos todos saturados de malas noticias como para insistir”.
Perspectiva LGTBIQ+
Son diferentes los caminos literarios que Conde ha recorrido dentro de su producción. Cabe recordar, por ejemplo su poemario Mentiras para principiantes. Con Cosqueretas regresa a la fórmula del relato, tomando así el relevo a un Mentiráforas con cuyo resultado final “no terminé del todo contento”.
Por eso en esta ocasión optó por marcarse dos líneas claras. Por un lado, apostó por trabajar más “desde la intuición” profundizando más en los personajes y el tono. Por otro, “me puse el objetivo de escribir el libro desde la verdad y la emoción”, haciendo presente en todos los relatos “el punto de vista LGTBIQ+”. Por el momento, el público le está transmitiendo que “se está quedando con ganas de más, e incluso que algunos cuentos podrían ser más largos, que podrían dar para una novela”, dice con una sonrisa.
“Yo solo creo que están bien escritos, que la gente se va a llevar una buena experiencia estética. Y que va a encontrar historias que atraen por su novedad”, comenta en torno a unas historias en las que se habla de las nuevas tecnologías y las formas actuales de socialización que conllevan, sobre el contraste que se vive entre las diferentes generaciones, sobre el respeto y la autoaceptación... Todo ello en unos argumentos en los que la paternidad juega un papel fundamental.
“Padres e hijos aparecen en muchos cuentos, pero no solo eso, sino también muchas relaciones que podrían asemejarse”. Esas relaciones familiares, de amistad, el apoyo que puede llegar a darse entre unos y otros tiene un peso específico. “Me apetecía incidir en este sentido porque parece que la creación LGTB se centra mucho en la figura de la madre y cuando aparece la del padre es porque se retrata a una figura de enemigo, es el símbolo de la autoridad que no deja lugar a la libre expresión”, apunta. “Yo, afortunadamente, no tuve esa situación en mi casa”.
De todas formas, ahora los 14 títulos que componen este nuevo libro viven su particular camino en manos de los lectores, alejados ya de su creador. Aún así, él recomienda seguir el orden establecido a la hora de afrontar la lectura. “Hay una de las historias ambientada en Vitoria que está gustando de manera especial”, avisa, mientras sostiene entre las manos el producto de dos años largos de trabajo. Son relatos que ya están sobre los hombros de quienes los leen.