La desigualdad entre hombres y mujeres no es algo ni mucho menos nuevo. Pero, ¿a qué se debe esto? La catedrática de Prehistoria, divulgadora y vicerrectora de Extensión Universitaria, Patrimonio y Relaciones Institucionales de la Universidad de Granada, Marga Sánchez Romero, ha intentado a través de su libro Prehistoria de mujeres, hablar precisamente de esas desigualdades, de cómo “en el relato que se ha construido de las sociedades prehistóricas, las mujeres han ocupado un lugar secundario que la ciencia no se ha preocupado por entender y explicar en profundidad hasta ahora”, cuando el feminismo reivindica el papel fundamental de las mujeres en la historia.
A ella le apasionó la Prehistoria en la Universidad, porque ser capaz de reconstruir una historia sin textos le parecía una labor “detectivesca fascinante, una labor de CSI”. En la Arqueología encontró una salida a la curiosidad por saber qué ocurría, algo que combina con el feminismo. “Yo llegué al feminismo después que a la arqueología”, explica además Sánchez Romero, al tiempo que recuerda que todas hemos sufrido algún tipo de discriminación. Haciendo la tesis, se dio cuenta de que le faltaban mujeres, y al empezar a leer se dio cuenta de que “nos hemos dejado a la mitad de la población sin contar. Esta historia que nos han contado no es completa”, rememora, y de ahí surge su trabajo.
“Yo llegué al feminismo después que a la arqueología”, explica Sánchez Romero
Y es que el hecho de que las mujeres hayan sido invisibilizadas por la historia es para ella una cuestión “premeditada. Cuando a finales del siglo XIX se configura la arqueología como disciplina científica, quienes hacen Arqueología son los hombres de la élite, y hacen una historia que les conviene hacer, en la que priman elementos como el poder, la jerarquía...”, rememora. Es por eso que las mujeres no aparecen, ya que en esa época ni siquiera podían votar. “Por tanto, lo que se hace es que se construye una historia del pasado sin mujeres, o con mujeres muy estereotipadas y en papeles concretos”, expone, el que tiene que ver con la sexualidad, y el que tiene que ver con la reproducción y la maternidad. Y para ella, el problema es que esto se ha mantenido durante más de un siglo. “Hasta que el feminismo no llega a la Arqueología en los años 80, siempre, a pesar de que ha habido grandes paradigmas que han cambiado, esos paradigmas teóricos han seguido mirando prácticamente lo mismo”, recuerda asimismo, porque para ella el feminismo es “la gran teoría que ha revolucionado todas las disciplinas científicas, y especialmente la arqueología, en el siglo XX-XXI”.
Pero, ¿hubo alguna sociedad o momento histórico en el que hubiera una igualdad real entre hombres y mujeres? Para ella es probable que esa igualdad real se diera en las sociedades paleolíticas del principio, porque “la igualdad consiste en que todo el mundo hace lo mismo”. La desigualdad empieza, al fin y al cabo, cuando empieza a haber algo en lo que uno empieza a tener más.
El feminismo es “la gran teoría que ha revolucionado todas las disciplinas científicas en el siglo XX-XXI”
Asimismo, recuerda que en la división sexual del trabajo -una división cultural y social-, las mujeres históricamente han desarrollado las actividades de mantenimiento, “lo que hoy denominamos peyorativamente el trabajo doméstico, que además minusvaloramos, pagamos mal o no pagamos... Las mujeres somos las que en su mayor parte lo hacemos, y el problema no es hacerlo, sino la valoración social que se le ha dado a esta actividad esencial”, reflexiona Sánchez Romero.
Y las actividades que se han convertido en el centro -la caza- se han atribuido únicamente a los hombres. “Eso no es verdad, porque la ciencia nos da pruebas manifiestas y palpables de que hay mujeres cazando, mujeres pintando, guerreando...”, cuenta. Y es que la de las pinturas rupestres es otra de las leyendas a desterrar. “Hemos interpretado que las pinturas las hacían los Velázquez y los Goyas de la época. Nadie puede afirmar que los hombres han sido los únicos que han pintado, y sí tenemos pruebas de lo contrario, huellas dactilares de mujeres que están participando, y que además son representadas”.
Las casas menstruales, un edificio que refuerza los tabúes sobre la regla
Son muchos los mitos y leyendas urbanas que giran en torno a la menstruación y la reproducción
Tantos años, y la cosa no ha cambiado mucho. La menstruación sigue siendo un tema tabú en muchas sociedades, en las que hablar de ello parece impensable. Pero históricamente tampoco era muy diferente. En el libro Prehistoria de mujeres, Marga Sánchez Romero dedica un apartado a las conocidas como casas menstruales, donde las mujeres iban en este periodo.
“Todas estas cuestiones tienen que ver con el control de la reproducción”, expone Sánchez Romero, que recuerda que “nosotras somos las que parimos, tenemos hijos e hijas, que son mano de obra, guerreros o guerreras del futuro. Controlar esa reproducción es muy importante para los hombres, y se está haciendo desde el Neolítico, que ahí es donde empieza la desigualdad”.
Y ver la menstruación como una cuestión impura es una forma para ella de control. “Eso es muy importante porque son elementos que trasladamos a la actualidad”, explica, al tiempo que trae a la memoria la ley que ahora permite cogerse la baja por el dolor menstrual. “Rápidamente dijeron: 'Ah claro, es que ahora una va a tener la regla y se va a poder quedar en casa'. Primero, eso no es así, y segundo, ¿el dolor menstrual es el único que se puede fingir?”, reflexiona.
Avances tecnológicos
En el libro Prehistoria de mujeres tendremos además la oportunidad de conocer, gracias a los avances en tecnología, a La chica de la Gran Dolina, que históricamente había sido conocida como un chico. “Me parece que es un ejemplo claro de lo que es la sociedad”, explica Sánchez Romero, porque cuando se descubrieron esos restos no tenían la capacidad de sexar. “Le pusieron El chico de la Gran Dolina porque yo entiendo que fue lo más sencillo. Pero imagínate que en ese 50% de posibilidades le ponen La chica de la Gran Dolina. '¿Por qué le habéis puesto la chica? Si no lo sabéis, ¿por qué lo decís?'”, introduce, y en este tiempo nadie había puesto en duda que fuera un chico. “El chico no genera ningún problema”, reflexiona finalmente, y explica que este libro está escrito para la sociedad que no sabe de prehistoria, y lo que intenta especialmente es “contar cosas y que tengan espíritu crítico para plantearlas desde otra perspectiva”.
El libro
¿Qué papel tuvieron las primeras mujeres en la prehistoria? ¿De verdad eran ellas las que se quedaban cuidando a la prole? ¿Cómo eran realmente la maternidad y la educación de los hijos? ¿En qué momento empezaron las mujeres a perder poder? De responder a estas y a otras muchas preguntas se encarga Marga Sánchez Romero en su libro Prehistoria de mujeres.
Como ella misma explica, “este libro no habla de mujeres en la prehistoria, es un libro sobre las mujeres de hoy y cómo la historia nos ha situado en lugares secundarios”.
De manera cercana y muy didáctica, a través de las 288 páginas que tiene en total este libro lleno de imágenes e historias, tendremos la oportunidad como lectores de conocer de primera mano la situación de las mujeres de antaño, y de las mujeres de ahora. Es un recorrido histórico que nos ayudará a entender, romper mitos, y al mismo tiempo también nos hará reflexionar sobre el origen de la desigualdad.
Sobre la autora
Marga Sánchez Romero es catedrática de Prehistoria, divulgadora y vicerrectora de Extensión Universitaria, Patrimonio y Relaciones Institucionales en la Universidad de Granada. Su principal interés como investigadora es reivindicar la importancia del papel de las mujeres y la infancia en las sociedades prehistóricas. Actualmente es colaboradora habitual en El condensador de fluzo, emitido en La 2 de RTVE.