Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Y eso lo tienen muy claro los 173 ilustradoras e ilustradores que conforman la asociación Euskal Irudigileak, que celebran los 20 años de su creación con una exposición. “Nosotros empezamos dando palos de ciego, aprendíamos a tortas; hoy en día, afortunadamente, las cosas han cambiado mucho, aunque todavía queda mucho camino por recorrer”, comenta Kike Infame, uno de los fundadores de Euskal Irudigileak, que ha colaborado con editoriales como Astiberri (El hombre que vino del cielo), Dolmen (Corina y el pistolero, Quatroccento) o Dibbuks (La Resistencia) y se ha enfrentado a proyectos tan especiales como contar la historia de la centenaria Orquesta Sinfónica de Bilbao (BOS) en un cómic.

“A pesar de la presencia constante en la sociedad, la labor de los ilustradoras e ilustradores suele ser todavía algo desconocida”, insiste Infame, durante un recorrido por la exposición junto con María Altuna, presidenta de la asociación y el vicepresidente, Asier Iturralde Gastón. “Precisamente, en esta exposición, nos ponemos cara. Cada uno nos hemos hecho un autorretrato, que forma parte de la muestra. Hemos querido poner el foco en que detrás de las imágenes hay personas que las hacen posibles”, asegura María Altuna.

Echando la vista atrás, Infame recuerda que cuando fueron a inscribir la asociación “preguntaba la gente y eso qué es, éramos considerados como unos saltimbanquis. Esa percepción ha ido cambiando con el tiempo y se valora más nuestro trabajo, entendiendo que hay que mejorar todavía mucho. Es una profesión que es la más bonita del mundo, pero sigue siendo muy precaria”.

Un concepto que también comparte Asier Iturralde: “La gente que vive de esto se cuenta con los dedos de la mano. La mayoría hace proyectos mientras tiene un trabajo que le sustenta”, insiste, aunque él es uno de los pocos afortunados que se dedica plenamente a la ilustración. Trabajaba de diseñador gráfico y lo compaginaba con pequeños trabajos de ilustración. Ahora se dedica a lo que lleva haciendo toda su vida.

“El problema es que es un arte aplicado, históricamente al ilustrador no se le ha considerado al mismo nivel que al artista. Se tiene la percepción de que la ilustración se ha hecho para la reproducción y con un encargo de por medio. No se le ha dado ese mismo tratamiento con respecto a otras modalidades culturales. Pero puede hablar de tú a tu con cualquiera”, explica Gastón.

“Antes, básicamente se dedicaba a acompañar textos cuando puede ser una creación completa, bien un libro ilustrado o cómics. Cuando se dan los premios, se dan a escritores, fotógrafos, cineastas, etc... Nosotros siempre nos quedamos en los etcs. La idea es dejar de ser esos etcs...”, insiste Kike Infame.

Por eso, decidieron hace 20 años unirse en esta asociación, “que no nació con la voluntad de enseñarnos a dibujar mejor, sino como punto de encuentro para poner en común estas inquietudes, cómo hacerlo para que entre todos y todas podamos mejorar esta profesión”.

Los tres coinciden en que entre los avances importantes está que se ha hecho un oficio que antes no existía como tal. “Ahora hay formación y carreras específicas dedicadas a la ilustración, que antes no había. Estudiabas Bellas Artes y tú mismo te autoformabas, ahora hay masters, escuelas...”.

Para Infame “hay un crecimiento exponencial en la ilustración al observar las nuevas generaciones. Vamos creciendo, y de forma muy potente. Hay mucha gente con la titulación de ilustrador, algo que antes no existía”.

Diversidad

La exposición titulada Euskal Irudigileak 20 urte, reúne en Bilbao un trabajo por cada integrante de este colectivo, ofreciendo una mirada general en los distintos campos en los que estos profesionales han desarrollado su labor a lo largo de estas dos últimas décadas.

La muestra pretende también mostrar la diversidad de voces que conforman el sector, “sacando del anonimato a sus protagonistas”, así como explicar los diferentes campos creativos en los que se están acomodando sus creaciones. “La ilustración no solo es un cómic, está en muchos ordenes de nuestra vida aunque no nos demos cuenta, en la animación, los videojuegos, incluso en las editoriales”.

¿Y cómo está el sector en la actualidad? “A nivel calidad, estamos en el top, antes la ilustración estaba restringida a ciertas temáticas, era más de evasión, de literatura y ahora se ha introducido en más géneros, en temáticas que antes eran impensables, como el ensayo”, explican estos ilustradores.

Destacan también la buena salud del cómic euskaldun, “que ha pegado un salto mortal. Hace diez años se publicaban al año seis títulos, la mayoría para niños, y el año pasado fueron 66. Hay editoriales que están apostando por el cómic que no son específicas, como Txalaparta, Astiberri o Elkar. Por ejemplo, Ni ez naiz Mikel Laboa ha sido uno de los libros mas vendidos no solo de cómic sino a nivel generalista, y eso es que la gente está descubriendo la capacidad de contar las historias en viñetas. El cómic tiene la capacidad de mostrar realidades complejas de formas sencillas, en ese sentido, se están acercando a ellos. Hay un potencial tremendo que mucha gente está descubriendo sin complejos, teníamos una imagen del cómic muy estereotipada y ahora hay una diversidad muy amplia para todos los públicos”, dice Kike Infame.

“Muchos han descubierto el cómic, como una relación transversal, para estos es bueno encontrar otro medio de reflexión y para el cómic también porque refresca referentes, los más jóvenes traen otro imaginario, otra forma de entender, de renovarlo”.

La profesión está muy feminizada, el 80% de las asociadas son mujeres, “pero –según María Altuna– es importante seguir defendiendo y luchando por la igualdad. Las becas, los premios al final se conceden en muchísimas ocasiones a los ilustradores; hay diez chicas y una chica y el jurado –formado en la mayoría por hombres– se lo da a un ilustrador. Ocurre como en muchas otras facetas de la vida, al final quien decide siempre es hombre”.

Llega a Gasteiz

La muestra es “una buena oportunidad para descubrir el talento que existe en Euskadi y que, por distintas razones, no ha sido visible para el gran público en todas sus vertientes”.

La exposición, que se podrá ver en la capital vizcaína hasta el 28 de septiembre, se trasladará posteriormente a Donostia, Guadalajara (México), Vitoria-Gasteiz e Iruñea.