Tres jornadas por delante. Tres partidos que decidirán si el Baskonia logra o no el objetivo mínimo de la temporada: disputar los play off por el título de la Liga ACB. A día de hoy, los hombres de Pablo Laso se aferran con uñas y dientes a la octava posición del campeonato, pero, con un margen de error casi inexistente, reciben este domingo (17.00 horas) en el Buesa Arena al Barça de Joan Peñarroya.

La derrota del pasado fin de semana en Badalona aún escuece. No tanto por caer ante un rival directo, sino por la imagen ofrecida: el equipo no compitió. Fue un paso atrás después un mes y medio en el que los vitorianos parecían haber reconducido el rumbo. La visita del conjunto azulgrana, pese a su dificultad, ofrece ahora la oportunidad perfecta para redimirse.

Los de Laso están ante una gran oportunidad para dar un golpe sobre la mesa, pues luego les tocaría enfrentarse al Bilbao Basket y el Leyma Coruña, y a su favor están los precedentes de esta campaña frente a los culés. Se les ha ganado en dos de los tres cara a cara de este año, mostrando además cierta superioridad en ambos triunfos, y la clave para repetir será imponer ritmo y dinamismo durante los 40 minutos que dure el duelo. Esa es la manera más eficaz para combatir el talento diferencial de los de Peñarroya.

En el apartado de bajas, el técnico gasteiztarra no podrá contar con Rogkavopoulos, mientras que mantiene entre algodones a Kamar Baldwin, Chima Moneke y Ognjen Jaramaz. Tres piezas que condicionan tanto el planteamiento inicial como las alternativas desde el banquillo. La profundidad de plantilla, en partidos de este nivel, puede marcar diferencias, si bien su rival tampoco ha tenido una temporada para tirar cohetes en ese sentido.

El Barça, aparte de su condición de favorito, llega al Buesa Arena con la sensación de haber ido hacia arriba en los últimos meses. La temporada ha sido compleja para los de Peñarroya, marcada por las constantes lesiones. Pero se mantienen quintos en la tabla y han sido competitivos en varios tramos clave del curso. Su eliminación reciente de la Euroliga a manos del Mónaco ha supuesto un golpe duro, pero también puede convertirles en un equipo aún más peligroso: con menos distracciones y con ganas de reivindicarse en el tramo final de la campaña.

Lo que está en juego es mucho más que un triunfo. Ganar significaría dar un paso de gigante hacia mantener la octava plaza y, sobre todo, reforzar la moral de un grupo que ha vivido una temporada de vaivenes. Perder, por supuesto, complicaría el panorama.