Para que el mal salga victorioso, solo hace falta que los buenos no hagan nada. Esa es una de las principales reflexiones que arroja el escritor y guionista Roberto Santiago en su nueva novela ganadora del Premio de Novela Fernando Lara, La rebelión de los buenos.

¿Cómo recuerda su primera incursión en el mundo literario?

Que yo recuerde, yo siempre he escrito, y también leído. Tengo cuentos que escribía guardados desde los ocho o nueve años, y me hace mucha ilusión releerlos. Lo que pasa es que nunca decidí ser escritor. Sabía que me gustaba escribir, pero no soñaba dedicarme profesionalmente a la escritura. De hecho, me matriculé en Derecho y duré muy poco. Me gustaban las historias de abogados pero no quería ser abogado (risas). Y ahí fue cuando empecé a estudiar cine, televisión, escritura creativa... Pero fue tarde. Empecé a escribir pronto, pero hasta los 19-20 años no empecé a soñar que quizá podría dedicarme a algo relacionado con la escritura. También he dirigido cine y televisión, pero en la academia de cine, cuando te hacen académico, te tienes que apuntar en una especialidad. Y yo me apunté como guionista, porque yo siempre me he considerado escritor.

¿Cómo ha sido volver a dar el salto de la literatura eminentemente infantil y juvenil a esta novela negra para adultos con fuerte carácter social y moral? 

Cambian muchas cosas. Son géneros totalmente distintos, y sin embargo, de verdad, yo escribo desde un sitio siempre, que es el mismo, que es “¿necesito escribir esta historia, sí o no?”. Si necesito escribirla la escribo, y si no no la escribo. Tengo mucha suerte, porque puedo elegir. Cuando empezaba no podía, pero ahora puedo elegir sobre lo que escribo. En Los futbolísimos de repente una novela va sobre acoso escolar, otra sobre la discriminación de personas que vienen de otro país... Son temas que yo he vivido de cerca o por experiencias personales o vicarias, y en la novela negra igual. En el fondo, en esencia, no hay tanta diferencia. Conecto desde el mismo sitio. 

Es cierto que es imposible escribir obviando los temas de actualidad o que preocupan al propio autor, ¿no? 

Claro. A veces eso es más evidente, y otras es menos evidente. Pero yo tengo la teoría de que todo lo que se escribe, cualquier novela que se escribe, es un reflejo de la sociedad y del momento. Lo que pasa es que a veces es mucho más evidente. En La rebelión de los buenos sí que trato un tema del que se ha hablado últimamente bastante, las farmacéuticas. Pero es que la novela negra es un género que te permite eso, poner un espejo en la realidad. 

“Empecé a escribirla mucho antes y de hecho la novela ocurre entre 2018 y 2019”

Antes comentaba que le gustaba escribir historias sobre abogados. Aquí tenemos una en todo su esplendor. ¿De dónde nace este relato? 

Yo empecé a escribir esta historia hace seis años. Es verdad que sobre las farmacéuticas se ha hablado bastante últimamente, sobre todo a raíz de la pandemia, pero empecé a escribirla mucho antes y de hecho la novela ocurre entre 2018 y 2019. Los personajes no saben que se les viene encima una pandemia -los lectores sí-, y de hecho la novela acaba en la Navidad de 2019, y es curioso porque sin mencionarlo el lector piensa “La que les va a caer”. Un amigo periodista me dio un informe sobre farmacéuticas, demandas, etc. Y a partir de ahí empecé a investigar, porque creo que disfruto la parte de investigación y documentación antes de empezar a escribir. Y una vez que tenía toda esa investigación hecha, ya lo puse todo en cierto orden y empecé a escribir como yo escribo, a través de los personajes. Yo voy descubriendo la historia sobre la marcha. En la novela no me hago un mapa.

Este libro lo encabeza además una frase de Edmund Burke, que dice “Para que el mal triunfe solo es necesario que los buenos no hagan nada”. ¿Esa pasividad no convierte a los buenos en, quizá, no tan buenos? 

La gran pregunta de la novela es “¿quiénes son los buenos?”. Y a cualquiera que preguntáramos diría que está en el bando de los buenos. Seguro que no todos los están. Muchas veces el mal, los malos, la corrupción..., triunfan no porque ganen una batalla, sino porque directamente no hay batalla. No hay contendiente. Hay muchas razones, pero creo que la más importante es porque estamos tan ocupados con resolver las cosas urgentes de cada día que no nos da tiempo literalmente a mirar a nuestro alrededor. Estamos ocupados en otras cosas. 

Aquí sabemos quiénes son los buenos, ese equipo de detectives y abogados que luchan contra el poder establecido. ¿Qué le llevó a escoger a estos héroes? 

En el despacho donde escribo en casa tengo una pizarra enorme, y a medida que hago el trabajo previo de documentación me van apareciendo algunas imágenes, y sobre todo personajes. En la pizarra voy apuntando cosas y poniendo post-its. 

“Yo voy descubriendo la historia sobre la marcha. En la novela no me hago mapa”

Muy detectivesco.

Es un poco de detective, sí, porque luego termino tirando flechas de unos a otros (risas). Tienen muchas capas de post-its además, con sus características, y estos son los buenos, pero con muchos defectos. 

Háblenos de Jeremías, Jon, Trinidad... ¿Qué relación van a forjar los lectores con el bando de los buenos?

Lo que más me está gustando es la pasión con la que muchos lectores me están escribiendo sobre el libro. Yo lo vivo de manera muy apasionada, y me gusta que los lectores estén viviéndolo así también. Creo que la novela, una de sus características, entre otras cosas es que los personajes están muy por encima de la trama.

La opinión de la crítica también es clara. ¿Esperaba el Fernando Lara?

No te voy a engañar. Cuando te presentas a un premio sueñas con que a lo mejor lo puedes ganar. Yo soy ambicioso, aunque te confieso que en parte me presenté al Fernando Lara para ponerme una fecha (risas). Ya tenía una fecha marcada. Para mí esa presión era buena. Y claro, sueñas con ganar, pero es una ilusión tremenda. Porque además se entrega en uno de los sitios más bonitos, el Real Alcázar de Sevilla.

Personal

Nacido el 5 de julio de 1968 en Carabanchel, Madrid, Roberto Santiago es escritor y también guionista. Fue nominado al premio Goya al mejor guion adaptado por El penalti más largo del mundo.


En su faceta literaria, es ampliamente conocido por encontrarse detrás de la saga Los futbolísimos, con la que ha enganchado a la lectura a muchos niños y niñas.  


‘La rebelión de los buenos’

Ahora, regresa a las librerías con La rebelión de los buenos, una novela por la que ha obtenido el XXVIII Premio de Novela Fernando Lara. En ella, un grupo de abogados y detectives de un modesto bufete que roza la quiebra se atreven a desafiar a uno de los emporios farmacéuticos más poderosos del mundo.