El Zinemaldia rechaza retirar de su programación la película No me llame Ternera, de Jordi Évole y Màrius Sánchez. En un comunicado remitido a la prensa ayer por la tarde y firmado por el director del Festival, José Luis Rebordinos, la organización salió al paso de la carta que más de 500 personas han rubricado pidiendo que dicho documental, que recoge una entrevista de Jordi Évole al histórico miembro y dirigente de la organización terrorista ETA, Josu Urrutikoetxea, alias Ternera, no sea proyectado en ningún caso. Rebordinos envió una carta a los medios de comunicación, dado que el Zinemaldia, según afirmó, no ha recibido la misiva de estos críticos con la proyección, que sí la han remitido a los medios. “Me veo obligado a responder a través de este comunicado remitido a los medios de comunicación, a través de los cuales he tenido conocimiento del texto”, se inicia así el texto del director, para más tarde añadir “que la no ficción que ahora nos ocupa ni justifica ni blanquea a ETA porque este Festival no proyectaría una película con esas premisas”. En este sentido, Rebordinos opinó que “No me llame Ternera ha de ser vista primero y sometida a crítica después y no al revés”. En este sentido, el Zinemaldia se muestra dispuesto a realizar una proyección privada previa a un grupo reducido de estas firmas críticas que las representen.

Este largometraje de no ficción, producido por Netflix, se encargará de inaugurar la sección Made in Spain el próximo día 23. La dirección del Festival salió al paso de una misiva firmada por poco más de medio millar de personas, entre las que se encuentran Rosa Díez, Fernando Savater, Fernando Aramburu, Marimar Blanco y Maite Pagazaurtundua, y en la que acusan a esta producción de “blanquear y banalizar” los crímenes de ETA y, en concreto, los que se atribuyen a Urrutikoetxea. Asimismo, la asociación de víctimas del terrorismo Libertad y Justicia ha solicitado al fiscal general del Estado que vea la película antes de su pase, por si hubiese algo delictivo en su contenido.

Desde que se anunció la proyección, la polémica ha ido aumentando y Rebordinos siempre ha salido al paso de las críticas, desmintiendo varios extremos como el del supuesto blanqueamiento. Ayer por la mañana, por ejemplo, horas antes del envío del comunicado, durante la presentación del Plan de Sostenibilidad del Festival afirmó: “Claro que la película no blanquea a ETA, no es no es una película pro ETA, no apoya a ETA para nada, no tiene nada ilegal. Es una película muy interesante por muchas razones. Es una película que arranca con una víctima y acaba con una víctima, creo que es una declaración de principios que la primera palabra y la última se le den a una víctima”.

En su posterior escrito, el director subrayó que “el cine es, entre otras muchas cosas, fuente de la historia y se ha ocupado a menudo de llevar a la pantalla a protagonistas, perpetradores de episodios de violencias injustificables pero sobre las cuales sí ha tenido la voluntad de indagar”. En este sentido, puso otros ejemplos de este hecho, como Shoah, de Claude Lanzmann (1988); S21: La máquina roja de matar, de Rithy Panh (2003), o The Act of Killing, de Joshua Oppenheimer y Christine Cynn, (2012). Así, recordó que el Zinemaldia dedicó en 2016 un libro y un ciclo titulado de The Act of Killing. Cine y violencia global, en el que se programaron 32 películas que eran a menudo un arma de denuncia, un medio para el análisis o una forma de intervención directa en muchos trágicos problemas.

El comunicado agregó con un ejemplo más. Ahora que se cumplen 50 años del Golpe de Estado Militar de Pinochet, Rebordinos insiste en que nunca programarían “una película que justificara aquel ataque violento contra la democracia y sus posteriores represalias sobre miles de víctimas”. Sin embargo, sí se programó en el Festival un documental que entrevistaba a algunos de sus principales golpistas: Pinochet y sus tres generales, de José María Berzosa (2004). “Allí se demostraba que dar la voz no es ni mucho menos dar la razón”, concluyó Rebordinos.