Faltan todavía varios minutos para que den las ocho de la tarde y la fila de gente en el exterior de la calle Pintorería es amplia. Decenas de personas esperan charlando a que la puerta del teatro ubicado en el número 39 se abra. Así, cada jornada desde el pasado día 10.
Es una constante. Hay quien repite, quien ya conoce la propuesta de otros agostos, a quien le han hablado pero hasta ahora no había venido nunca y también algún que otro turista que se ha enterado casi por casualidad.
El abanico de espectadores es amplio. Cuando llega el momento, cada uno va accediendo a Ortzai. Como siempre, hay un regalo o un guiño, como se quiera decir, para quienes acuden a la cita.
Pasados los actos de La Blanca, Vitoria cae en un desierto escénico casi total. La única excepción, cada jornada, es el ya veterano e indispensable ciclo Los Clásicos del Verano, esa apuesta que la compañía fundada y dirigida por Iker Ortiz de Zárate hace cada época estival, incluso a pesar de la pandemia.
De hecho, en 2020, en el peor momento, Ortzai fue el primer grupo de teatro que en Álava realizó representaciones en un espacio cerrado, además aplicando un estricto y minucioso protocolo. Hoy, parece que ha pasado mucho de todo aquello. En realidad, no tanto.
Mientras el público se aposenta en el particular patio de butacas de la calle Pintorería, actores y actrices ultiman los detalles de maquillaje y vestuario. Cada día la misma función y, sin embargo, ninguna es igual. En el cartel, la apuesta de este 2023 es Un sombrero de paja de Italia.
El humor siempre es una constante en esta propuesta estival, pero el grupo suele apostar también por dejar sobre la mesa algunas cuestiones sobre las que tal vez reflexionar cuando el montaje se acabe.
En este caso, la formación pasa por su propio tamiz una creación de Eugène Labiche y Marc Michel. La pieza, que se pudo ver por primera vez en 1851, es una farsa basada en el enredo que ha sido también llevada al cine y que ha tenido incluso su adaptación a la ópera.
Con esta creación, los autores buscaban reírse de las convenciones de la sociedad burguesa de la época. Ahora, Ortzai propone a quien acuda a su sede “asistir a un teatro que, a pesar del paso del tiempo, sigue divirtiendo por el ingenio y la precisión de un humor a todas luces inocente a pesar de jugar con estereotipos y visiones de los individuos y la sociedad no exentos de irreverencia”.
La primera escena empieza. Dirigidos por Ortiz de Zárate, por las tablas van apareciendo Iñaki Balboa, Eider González, Guillermo Hernández, Teresa Ibáñez, Dalton Jauregi, Carlos Larrea, Josu Larrea, Andoni Lauzurika, Yolanda Martínez de Lahidalga, Pedro Murillo, Grace Quincoces, Paquita Quincoces, Inmaculada Sagarduy y Eduardo Suso.
Todos ellos dan vida a la pieza contando con la colaboración musical de Jon Haran Cañaveras y Patricia Sáez Romero.
El refugio escénico de Vitoria vuelve a estar abierto otro agosto.