Con música en directo, teatro y mucho humor, Las XL presentan a las 22.30 horas en el polideportivo su Degenérate mucho, un festín de lágrimas y carcajadas, como define el montaje la compañía conformada por Marta Sitja y Nía Cortijo.

Cuando todo el mundo descansa...

Así es el mundo de la cultura, es cuando a nosotras nos toca dar la peonada (risas). Pero tampoco está mal ir siempre al revés.

¿Qué se va a encontrar el público en ‘Degenérate mucho’?

Carcajadas, música en directo, mucho humor y feminismo. Hablamos de la construcción social del género, de las implicaciones que tiene a lo largo de la vida el nacer con una cosa u otra entre las piernas. El humor es nuestro lenguaje y en esa clave, cuestionamos los estereotipos de género. A partir de ahí, que cada uno reflexione lo que quiera.

Más de actualidad no puede estar el tema que trata el montaje.

La verdad es que nosotras este 2023 cumplimos un decenio y ha sido interesante ver cómo a lo largo de los años han empezado a cobrar importancia muchos temas que estaban en la sombra y que gracias, también a la lucha feminista, están sobre la mesa hoy persiguiendo una sociedad mejor.

Pero hay, y no solo en las redes sociales, discusiones viscerales, sobre todo en contra. ¿Cómo se hace humor entre tanta tensión?

Las redes sociales son una mina de reflexiones poco reflexivas. Además, yo vivo en el siglo pasado y me manejo muy poco con ellas. Más allá de eso, no tiene mucho sentido el encabronamiento. Precisamente, nuestro espectáculo nos hace ver que estamos hablando de cuestiones que nos afectan a todas y a todos de alguna manera. Lo que perseguimos es más un cuestionamiento personal que conduzca a darnos cuenta, de manera colectiva, de estos condicionamientos culturales. Siendo conscientes, podemos decidir mejor cómo queremos vivir nuestra vida, relaciones, identidad. El mensaje, desde luego, es liberador. A esas voces de crispación no les damos cabida. Como dice el dicho, quien se pica, ajos come.

Es un montaje que les exige a las dos varios cambio de registro y apariencia.

Sí, es un despliegue actoral potente. Hacemos un recorrido desde la infancia hasta la maternidad, que es donde nos quedamos. Pero entre esos dos puntos, pasamos por muchos lugares, hablando de los juegos infantiles, de la Barbie y el Ken, del Dragon Ball... bueno, creo que se nos ve un poco el plumero de puretas (risas); y de ahí nos vamos a la adolescencia, pasando por roles más masculinizados, hasta ese momento, como te decía, de la maternidad. Sí, es un despliegue porque además vamos tocando música, que siempre es un canal muy directo en el que todo el mundo conecta. El viaje está servido.

¿Un tanto cabaret?

Por supuesto, sobre todo en la medida en que no hay cuarta pared. Siempre trabajamos con y para el público. Sí que tenemos ese punto bastante sinvergüenza en algunos momentos porque no hay pudor en nombrar determinadas cosas. También hacemos una exposición de vivencias que hemos tenido y que las mostramos. Ahí no hay mucho espacio para el cuestionamiento porque la experiencia de cada uno es incuestionable. Es el camino que hemos recorrido y lo compartimos de un modo honesto y sincero, intentando tocar el botoncito colectivo, lo que tenemos de común todas las personas por el hecho de haber nacido y crecido en esta parte del mundo.

Vamos, que haya carcajada y también reflexión.

Claro. Provocamos la lagrimilla y la sonrisa, aunque parezcan emociones contrapuestas. Aquí hay víscera y humor, porque solo a través de la distancia que genera el poder reírte de ti misma y de las cosas que te han pasado puedes empezar a superarlas y avanzar. Toca corazón y risa. La verdad es que el público termina haciendo un viaje interesante y así nos lo hace llegar. Nuestro trabajo cobra mucho sentido cuando notas todo esto.

No solo interpretan, también son las creadoras de la propuesta. ¿Cuál es el proceso más complicado de afrontar?

Hay varias fases, arduas todas. Sobre todo teniendo en cuenta que nos exponemos mucho. Recuerdo cuando estábamos ensayando este segundo espectáculo y yo estaba recién parida. Era complejo estar cuestionando la maternidad y viviéndola como primeriza al mismo tiempo. Fue un poco esquizofrénico (risas). También hacer la selección de qué se queda y que no, tiene lo suyo. Hay que saber escuchar al proyecto, qué te está pidiendo, hacia dónde quiere ir. Creemos mucho en lo que contamos y eso nos da gasolina para seguir adelante y para que cuando vienen los obstáculos o la precariedad, no parar. La realidad es que en este país a veces es complejo dedicarse a esto y encontrar los apoyos necesarios para poder hacer un buen espectáculo. Esto no deja de ser también un ejercicio de fe, compromiso y de elección en la vida. Por suerte, nuestro curro nos sigue alimentando y no solo me refiero al aspecto material.

La compañía se puso en marcha en 2013. No parece el mejor escenario nacer en una crisis económica y pasar una crisis sanitaria. ¿Qué cree que define a Las XL?

Una necesidad de contar determinadas cuestiones. Sentimos que somos un canal de una serie de necesidades sociales. Eso nos libra de mucho juego superficial. Cuando empezamos a trabajar queríamos montar algo sencillo, gamberro y divertido, sin complicarnos mucho la vida. Pero la acogida que tuvo, la gente, toda la crítica, nos llevó a darnos cuenta de que habíamos tocado un botón. Nuestras propuestas coinciden con el deseo que tiene el público de que no solo entretengamos. También le interesa que contemos cosas que van hacia ciertos tabúes y zonas oscuras que asumimos socialmente pero sobre las que es necesario arrojar luz. Hay veces que tenemos la sensación de que hacemos misiones pedagógicas, sobre todo cuando vamos a lugares donde el feminismo no está tan a la mano. Nos llena de sentido poder contar determinadas cuestiones a públicos que no tiene acceso a tantos servicios culturales.

Que sigan juntas diez años después significa, con todo lo que implica llevar una compañía, que por lo menos la amistad permanece.

Sí, sí. Uno de los eslóganes de nuestro primer espectáculo era: amor sin fin pero del bueno. Sabíamos que nosotras éramos las primeras en tener que aplicar eso. En diez años hemos pasado momentos difíciles pero siempre hemos hecho una apuesta que nos ha salido bien.