La trigésima edición del Festival de Teatro de Humor de Araia entra en su ecuador de la mano de los bailarines y coreógrafos Mariana Collado y Lucio A. Baglivo. A partir de las 22.30 horas, ambos presentan MyL 2.0, donde la danza contemporánea, el flamenco, el teatro y la acrobacia se conjugan para hablar del encuentro. Así se podrá compartir en el Arrazpi Berri.

Vuelta a la carretera en pleno agosto vacacional.

–M.C: Se lleva fenomenal (risas).

–L.A.B.: Además, la gente está de vacaciones y encuentra más tiempo para venir al teatro.

¿Qué se va a encontrar el público en ‘MyL 2.0’?

–M.C: Un diálogo entre dos personas que venimos de mundos diferentes. Es un diálogo amable, humorístico, artístico, contemporáneo y flamenco. Vamos a compartir una conversación simpática.

–L.A.B.: Es un espectáculo que hemos hecho mucho. Intentamos que el público se sienta cercano a lo que hacemos y la verdad es que venimos teniendo siempre buenas respuestas del público en este sentido. Es una pieza muy cercana. No hace falta saber ni de danza ni de teatro. Simplemente es cuestión de tener ganas de pasarlo bien y de seguir la historia de estas dos personas que somos nosotros.

Comparten la danza pero desde lenguajes diferentes.

–L.A.B.: Sí. De hecho, cuando Marianna y yo empezamos a ensayar, nos apoyamos mucho en esta idea de la diferencia y de cómo podíamos, en escena, plasmar su danza española y mi danza contemporánea y mi experiencia con la acrobacia. El espectáculo se basa bastante en esta idea del diálogo entre dos personas muy distintas.

¿Y dónde esta el humor?

–M.C: Siempre está. Forma parte de la vida, del drama... y de todo. Nuestras conversaciones siempre tienen a la risa presente. Pero más allá de eso, no podíamos pensar en fusionar dos cosas tan diferentes y montar esta pieza si no era por medio de la ironía, de la exageración, de lo cómico. Hay momentos de pellizcos en el estómago, eso también. Al final, todo está sujeto de un hilo fino que se encuentra entre el humor y el drama. Para nosotros era interesante abarcar todo desde lo amable, lo simpático, desde el hecho de sacar una carcajada, aunque igual se termine convirtiendo en una lágrima. Siempre hemos buscado ese equilibrio.

¿Cómo surgió el encuentro entre ambos?

–L.A.B.: Nos encontramos en un evento bastante particular. Nos convocaron por separado y allí nos conocimos hace más de diez años.

–M.C: Fue un flechazo (risas).

–L.A.B.: La verdad es que sí, lo fue. Unos años después nos decidimos a probar y trabajar juntos. Así comenzó este viaje, allá por 2018. Desde entonces, hemos realizado cuatro creaciones.

Pero son dos personas con un sello interpretativo bastante definido cada uno por su lado. ¿Cómo se llegan a acuerdos durante el proceso de creación?

–M.C: Se trata de compartir y respetar. En realidad, es muy sencillo. Eso y admirar el trabajo de tu compañero. Creo que eso el algo que los dos tenemos impreso en la piel. A partir de ahí, se trata de compartir. Nunca hacemos nada en escena con lo que los dos no estemos totalmente cómodos y 100% seguros de que eso va a funcionar. Siempre ha sido muy fácil. No te quiero decir que en otras compañías y proyectos sea más complicado, pero es cierto que para nosotros todo ha sido muy sencillo. Primero porque las premisas del trabajo han estado muy claras desde el principio. Pero también porque juntamos con casi 40 años y, claro, ya hay un bagaje artístico y profesional que te agarra al suelo. No somos adolescentes en un proyecto en el que los egos pueden más que el propio trabajo. Bueno, y que somos seres maravillosos y eso también es importante (risas).

No hace tanto que los escenarios estaban vacíos y que uno solo podía ensayar una coreografía en el salón de casa. ¿Olvidada la pesadilla o...?

–L.A.B.: La agenda llena todavía no está. Aspiramos a eso, claro. Con este trabajo con el que venimos a Araia llevamos más de 65 funciones y nos encanta seguir con este espectáculo, también porque vamos introduciendo novedades y modificando cuestiones. Además, hemos salido de España con la pieza y en ese sentido estamos contentos. Siento que vamos por buen camino. Mariana y yo tenemos nuestros propios independientes. Cada uno tiene su línea de trabajo. Eso nos ayuda también a diversificar más nuestra agenda. Por ejemplo, cada vez hay más gente que confía en nuestra mirada como directores y coreógrafos. Pero es verdad que España no es un país con gran sostén cultural como puede tener Francia o Alemania. Esa una realidad que no puedes perder de vista. Con todo, los dos somos muy perseverantes, un poco cabezaduras y nos encanta lo que hacemos. Además, acabamos de estrenar una nueva creación, Recuerdos de Margarita, y estamos muy ilusionados de que pueda funcionar tan bien como MyL 2.0.

Mariana Collado, ¿cómo es Lucio A. Baglivo como compañero de creación e interpretación?

–M.C: Es un compañero genial. Los fallos de uno se rectifican con las virtudes del otro, y viceversa. Nos equilibramos muy bien a la hora de las obsesiones y nos vamos aliviando mucho el uno al otro. Lucio es una persona muy trabajadora que me ha enseñado muchas cosas. Es un tío que nunca se rinde. En el camino de la danza y de las artes escénicas hay momentos en los que te cuesta levantarte. Él nunca se rinde. Además de que a nivel artístico es un pedazo de profesional, un gran bailarín y acróbata, además de muy gracioso. No me canso de emocionarme y reírme con él.

¿Y al revés?

–L.A.B.: ¿Qué quieres que te diga después de esto? (risas). Muchas de las palabras que dice sobre mí, las pienso sobre ella. En esta relación, que dura tantos años y es tan intensa artísticamente hablando, yo he aprendido mucho de ella. Es una persona muy generosa. Siempre está intentando dar trabajo a más personas, armar equipos artísticos. Tiene una ambición muy linda y grande, que también me contagia. Igual yo me pongo de peor genio cuando pasas por determinadas situaciones que tienes que atravesar a la hora de hacer realidad un proyecto, mientras que ella tiene una templanza admirable. Tiene mucho tacto y siempre desde el humor. Es una gran artista en escena. Siempre tienes ganas de verla bailar.