En 2019 Oskar Gaztelu ganó el concurso de ensayo Becerro de Bengoa organizado por la Diputación Foral de Araba con Nire bizitza ni barik. Dos años más tarde, con Heriotza aurre begira se alzó con el premio del concurso de ensayo Miguel de Unamuno XXII, organizado por el Ayuntamiento de Bilbao. Y en 2022 con el premio de poesía Ernestina de Champourcin con Baserria (h)uz(s)ten, un libro de poemas publicado por Erein.
Gaztelu (Larrabetzu, 1964), que lleva 35 años trabajando en la enseñanza, confiesa que escribe por la necesidad de saber y compartir. Trabajó la identidad en su primer libro, el duelo en el segundo y en el tercero saltó del ensayo a la poesía.
“Como decía el poeta catalán Joan Margarit, la poesía te atrapa, te ofrece unas posibilidades que no las aporta el ensayo; lo que no puedes explicar con palabras lo puedes trabajar a nivel de metáforas y crear un mundo más subjetivo”, asegura Gaztelu para quien la poesía es como un viaje a la infancia: “Nos recuerda algo que sucedió hace mucho tiempo; nos sugiere algo que pasó, y que tal vez no seamos capaces de clasificar. Un poema puede sugerir lo que no se puede decir, se adentra más en el abismo sin fin, te permite recordar cosas, experiencias que pasaron tal vez en la infancia. Cuando vacías una casa van apareciendo objetos que te van evocando situaciones seguramente de esa época. Yo hago mucho paralelismo con el tema de la infancia, la poesía es como un niño, trata de expresarse con las palabras limitadas que tiene, y creo que eso es lo que hay en la poesía: algo que pasa, que no se puede medir, que es incontrolable. Utiliza palabras para abarcar cosas que son inabarcables, la soledad, la muerte, la vida, el amor... Transmite cosas que no son posibles en la prosa, te permite unas posibilidades de ahondar en sitios que la racionalidad no nos deja”.
Enseñanza
Gaztelu estudió magisterio y se licenció en Filología Inglesa. Tiene publicada la historia de Larrabetzu on line través de EIMA, un programa que inició el Servicio de Euskera del Departamento de Educación del Gobierno Vasco en 1982, y desde entonces sigue vigente con el objetivo de fomentar la creación de materiales didácticos en euskera, así como preservar su calidad y ayudar en su difusión desde la administración.
En el área de desarrollo interno del ser humano, es decir, para saber quiénes somos, dónde estamos y dónde queremos ir, este escritor y profesor está formado con el reconocido psiquiatra chileno, escritor, maestro y conferenciante de renombre internacional Claudio Naranjo en Psicología integradora; también tiene formación en Programación Neuro-Lingüística (PNL).
“Me encanta la enseñanza, estoy muy contento donde estoy, escribo porque me sale, porque me gusta. Empecé a hacerlo tarde, había publicado alguna colaboración en algún periódico... tenía material. Mi ama murió hace cuatro años y cuando estaba en el hospital le dijo a la persona que le cuidaba que su hijo escribía y que quería que escribiera lo mal que lo había pasado. Empecé a recopilar material y a mandar mis libros a concursos, estoy muy contento con estos reconocimientos. Son importantes para mí, que no me he dedicado a escribir hasta este momento”.
Su último libro, Baserria (h) uz (s) ten es fruto de sus reflexiones sobre la desaparición de la generación que conoció el estilo de vida de los baserris. Hoy vemos muchos baserris vaciados, cayendo... y todos tienen grandes historias. Uno de ellos, el suyo, ha sido incluido en el poemario. Su lugar de nacimiento fue la fuente principal de esta colección de poemas.
“Nuestra madre se ha ido. Más temprano, el padre y la abuela se fueron. Ahora tenemos que vaciarlo. Y las cosas no son sólo cosas. Armarios cerrados, ropa, vestidos, bufandas, habitaciones, puertas, flores, bosques cercanos, viento, lluvia, soledad, dolor, muerte. No hay palabras para describir todo esto, si no es poesía. Los poemas me han ayudado a llenar el espacio vacío. Me ayudaron a sacar algo que había olvidado en el fondo”, reflexiona en el libro este profesor y escritor.
Duelo
En Baserria (h) uz (s) ten, al igual que en su libro anterior, también está presente el tema del duelo: “Considero que la pérdida es el origen de la creación, no lo voy a generalizar, pero muchos escritores han hecho este viaje. La pérdida te deja en un estado de shock y cuando pasas ese estado, a veces te lleva hacia la creatividad. Cuando eso se refleja en algún sitio, en una canción, una poesía, en un libro o en una pintura, se siente una cierta tranquilidad. Algún escritor me ha recomendado que no hable en mis libros de cosas personales, pero escribir es una manera de compartir. Mucha gente tiene necesidad de compartir, porque les resulta aliviador. Hay gente que no está de acuerdo, pero creo que el sentimiento de tristeza es muy creador. Estos días ha muerto mi mejor amigo, Alberto Barrenetxea, de Amorebieta. El duelo vuelve otra vez”.