Siguiendo el impulso de la baterista Rakel Arbeloa, Jazzbana Ensemble nace con un objetivo claro: acercar el jazz a cualquier persona, sobre todo con la mirada puesta en los más jóvenes. Música y teatro se dan la mano en el espectáculo Bidai on, amona Braulia, que este sábado a las 12.00 horas se va a poder disfrutar en el parque del Prado. El montaje será el encargado de abrir las doce horas de programación que en este lugar ha organizado el Festival de Jazz de Gasteiz.

Decirlo puede parecer fácil, pero recorrer la historia de la música moderna y hacerlo de tal forma que sea accesible para cualquier persona, es un proyecto, cuando menos, ambicioso. ¿Cómo se hace?

Con ganas (risas). El proyecto no tiene carácter teórico, por así decirlo, pero sí didáctico. Es una forma práctica de ver cómo evoluciona la música moderna, cómo surgió y fue evolucionando. Los críos se quedan con detalles que te dejan sorprendida. No nos damos cuenta, pero lo absorben todo. Y no solo ellos. Los adultos también salen encantados del espectáculo.

¿De dónde surge la idea?

Siempre me he involucrado mucho con los críos y la educación. Cuando empecé a estudiar música moderna, me di cuenta de que yo, hasta que no era mayor y entré en Musikene, no sabía qué era eso. No había recibido esa educación porque, simplemente, no se me había ofrecido. Ante ese vacío en la educación, mi idea era cómo acercar la música moderna, el jazz, a los más txikis y también a los adultos. Fue la necesidad de poder transmitir una educación que yo no había recibido.

¿Cómo se hace el recorrido a lo largo del montaje?

Empezamos a principios del siglo XX. Partimos de las marching band, de esas bandas de Nueva Orleáns que, en un principio, tocaban en la calle festejando funerales y el carnaval. De ahí, llegamos hasta Charlie Parker, a los años 50. Pasamos por brass band, ragtime, góspel, dixieland, blues, swing y bebop.

Todo tiene la misma raíz pero son estilos diferentes a los que amoldarse en un mismo montaje.

Sí. De lo que se trata es de mostrar esa evolución. Todos estos estilos están ligados y nos centramos en la evolución que van teniendo. Se trata de contar esa historia real. Y aunque Braulia como tal no existió, van apareciendo personajes que sí, como el propio Parker o Louis Armstrong, y se van contando anécdotas que también ocurrieron.

¿Con qué dos o tres cosas claras quiere que se quede el público?

Hoy cuando hablas de música jazz, hay gente que dice: eso no me gusta. Y es porque, en realidad, no sabe qué es el jazz. Nos ha pasado muchas veces al acabar un espectáculo. Se nos ha acercado gente diciendo que le había gustado mucho la música. Claro, es que el jazz es muy amplio y completo, tiene muchos estilos diferentes, y puedes encontrar lo que te gusta. Es una forma de llegar al público, que escuche y vea que esta música es divertida. Los temas que hemos escogido tienen características que son divertidas y llaman la atención del público.

Para hacer todo esto hay que sumar al carro a no pocos músicos, que tienen que hacer también de actores.

No es un concierto de jazz al uso. Estamos representando el jazz a través de música en directo y con escenas reales de la historia. Ahí toca actuar. Tuvimos ayuda de Mercedes Castaño para esa parte. Y todo ello exige que todos estemos involucrados por completo en el proyecto.

¿Con idea de darle continuidad y seguir avanzando en esa historia de la música moderna?

En un principio, llegábamos hasta el rock. Pero se quedaba un poco largo el espectáculo teniendo en cuenta al público al que nos dirigimos. La propia Castaño nos recomendó que no pasásemos de la hora. De todas formas, la gente siempre se queda con ganas de más. Está genial, además, que la gente te diga que se le ha pasado rápido. Eso es porque engancha.

Se trata de que el público aprenda, pero ¿y los músicos, lo han hecho mientras han preparado el montaje?

Siempre hay detalles de personajes o cuestiones en las que profundizas más preparando este montaje, eso es así. Por ejemplo, te paras a mirar la figura de la mujer en el jazz a través de la historia. Y ahí empiezas a conocer mujeres del jazz que no fueron conocidas, nombres que no tuvieron trascendencia por el simple hecho de ser ellas o por trabajar a las espaldas de un hombre. Así que sí, de todo se aprende.