Dos lenguas para el mismo poeta
Gerardo Markuleta repasa en ‘Leer la vida’ su creación poética en euskera, traduciendo además al castellano esta antología
Se dice pronto, pero han pasado ya más de tres décadas. Arrancaban los años 90 del siglo pasado y salía al encuentro de los lectores Larrosak noizean behin. Vinieron después otros cinco poemarios, incluyendo el último, un Denbora bere lekura que vio la luz en 2015. Gerardo Markuleta no detiene su hacer, pero ha llegado el momento de lanzar una mirada a ese pasado reciente para hacer realidad Leer la vida (Olifante), una antología en la que “están los que se supone que son mis mejores poemas”, sonríe el autor.
Eso sí, en este caso no solo se recogen las creaciones en su formato original, es decir, en euskera. Aquí también el escritor se viste también de traductor. Experiencia profesional en este campo le sobra para ello. Imposible resumir en pocas líneas ejemplos de ello. El resultado, por tanto, se presenta con 50 poemas –cinco de ellos en formato breve, “casi como haikus”– que también se presentan en castellano.
Es la primera vez que Markuleta edita un libro en esta lengua. El paso –aunque él suele escribir poemas en castellano en redes sociales o los lee cuando toma parte en las sesiones poéticas mensuales del Extitxu– “tiene también algo de asomarse al abismo”, describe el autor. “El mundo del euskera, por tamaño, es bastante reducido y te ofrece como un refugio. Hay críticos que dan caña, pero, en general, crear en euskera es como partir ya con un handicap, así que hay una especie de protección ambiental. Salir de ahí y poner la obra también en castellano, da un poco de vértigo”.
Eso sí, la confianza del escritor en el traductor es plena. “Se trata de buscar los mismos efectos con otros instrumentos. Es recrear. Dame un poema y te daré otro. Se parecerá al original todo lo posible, estará tan cerca como se pueda pero estará tan lejos como sea inevitable”. Así lo dice al tiempo que apunta que quien traduce, más allá de necesitar contar con una “cierta capacidad, no sé si innata”, requiere tener “oído” y “no parar de leer mucha poesía”.
“Quería ser cantautor”
En esta antología hay un único poema inédito, justo el que sirve para dar título a todo el libro. “Suelen decir que mi poesía merece la pena”, vuelve a sonreír, y esta publicación no deja de ser eso, el reflejo, resumido y además traducido, de una intensa trayectoria. “A veces me pregunto: ¿pero yo fui capaz de escribir esto? A veces pasa que un poema tuyo le haya podido servir a alguien en un momento de su vida, que haya gente que se haya podido reconocer, que se haya emocionado o inspirado”.
Con todo, como en cualquier selección, hay ausencias. “Por ejemplo, tengo dos poemas dedicados a mis difuntos padres que no están. La verdad es que ha quedado material como para hacer otra antología”, también porque no se han incluido las palabras que han hecho canciones artistas como Jabier Muguruza y Mikel Urdangarin. “Yo quería ser cantautor” pero no fue posible, vuelve a sonreír. Aún así, sus letras pisan los escenarios. Le pasó no hace mucho, en un concierto de Urdangarin en el Campos Elíseos. “La gente estaba cantando lo que había escrito” y tal vez nadie fue consciente de que el autor estaba allí.
Seguro que habrá tiempo y espacio para una segunda parte en la que incluir todo aquello que se ha quedado fuera en este caso. Con todo, esta antología bilingüe se presenta también como un testimonio de cómo el autor ha ido evolucionando en su trayectoria. “En la forma de concebir la poesía sí que hay un cambio bastante claro. Al principio escribía poemas no surrealistas pero sí con determinados ingredientes. He ido depurando eso, o así lo creo, acercándome más a una línea clara”.
Eso sí, la experiencia de este libro no le lleva a pensar en una posible creación futura solo en castellano. “Mi voz es en euskera. Quería ser un poeta vasco, euskaldun, y no paré hasta conseguirlo, a pesar de que entre los 5 y los 10 años perdí el euskera”. Consiguió su objetivo. Vaya si lo hizo. Leer la vida es la mejor demostración de ello.