Dar visibilidad y crear red. Con estos dos objetivos se puso en marcha hace siete años (H)emen, la asociación de mujeres profesionales del sector audiovisual y las artes escénicas de Euskadi. Para mirar a ese camino, a la situación actual y a los pasos que quedan por dar, la directora y guionista Izaskun Arandia, presidenta de la entidad, acudió ayer a Montehermoso invitada por el festival de cortometrajes iCOFF-Gasteiz dentro de las jornadas paralelas a las proyecciones que el evento desarrolla hasta hoy en el centro cultural.
“Queda mucho por hacer pero se están consiguiendo cosas. Es un proceso”, apunta. “Hoy, por ejemplo, tenemos a Lara Izagirre, Estibaliz Urresola, Maider Oleaga, Alauda Ruiz de Azúa y a muchas otras. Son referentes muy potentes en las que las chicas jóvenes se pueden mirar, tener ese espejo tan necesario. Ahora las futuras cineastas vascas tienen referentes y eso es importante, necesario y potente. Es algo que desde la asociación intentamos fomentar” con programas como Aukera, que ofrece mentorías para hacer un cortometraje dirigido a mujeres entre 18 y 30 años.
“En mi época no pasaba, no teníamos esos referentes y es esencial”, recuerda, al tiempo que recomienda a las nuevas generaciones “que sigan, que seguro que se van a encontrar con gente que va a apostar por ellas”. Eso a pesar de que, como describe Arandia, “seguimos viendo como un 60% o más de las personas que están realizando estudios superiores audiovisuales son mujeres, pero cuando se entra a analizar el mundo laboral, ese porcentaje se vuelca”.
En este sentido, la presidenta de (H)emen reclama al Gobierno Vasco que de un paso al frente. “Está perdiendo una oportunidad. El último estudio que se hizo con respecto a estas cuestiones en Euskadi fue en 2016. Estamos en 2023, han pasado muchas cosas, y necesitamos nuevos datos. Además, se podrían colgar una medallita porque se pondría en evidencia que todo lo que se está haciendo en términos de acción positiva, como dar más puntuación en las ayudas a proyectos con directoras, está contribuyendo a que haya más realizadoras”. Al fin y al cabo, “los cortos y los largos que están haciendo estas mujeres están siendo estrenados en festivales internacionales, están ganando premios… Ese tipo de estudios son interesantes porque identifican lo que funciona y lo que no en este camino que hemos cogido hacia la igualdad en el sector”, una senda en la que hay que mantenerse firmes.
En este ámbito desarrolla su labor una asociación que “surgió por una necesidad propia”, recuerda Arandia. “Viví en Inglaterra 14 años y al volver, empecé levantar proyectos aquí; en una ocasión, en una de las producciones que iba a hacer, el director me pasó la lista de las personas con las que quería trabajar y eran casi todo hombres. Fue chocante. Empecé a preguntar si no había mujeres en Euskadi que fuesen directoras de fotografía, sonidistas… La respuesta fue que no y eso a mí me extrañó”.
Por supuesto, encontró que sí había pero que eran profesionales que no eran visibles. “Esa necesidad de visibilidad fue lo que nos empujó a mí y a otras mujeres como Kristina Zorita, Iratxe Fresneda, Miren Aperribai y Olatz Beobide a poner en marcha esta iniciativa”. Una idea que también buscaba –y busca– “crear red entre nosotras, conocernos y saber en qué estamos”.