Birdboy, Psiconautas, Loop, Unicorn Wars... son algunos de los títulos que hablan a las claras de que el apuesta realizada por Iván Miñambres en 2009 al crear UniKo fue más que acertada. El productor vizcaíno es uno de los nombres propios de la nueva edición del iCOFF-Gasteiz que se está desarrollando esta semana, además por partida doble.
Es uno de los miembros del jurado del festival de cortometrajes de la capital alavesa y ayer fue el protagonista de la primera de las charlas que, por la mañana, está acogiendo Montehermoso con la mirada puesta en la ciudadanía en general y en jóvenes estudiantes en particular.
En su caso, a invitación del certamen dirigido por Kepa Sojo y Sonia Pacios e impulsado por Fundación Vital, el encuentro en el centro cultural sirvió para compartir con los presentes cómo se desarrolla una película de animación, sirviéndose justo del ejemplo de Unicorn Wars, Goya a la mejor película de animación en la última edición de estos galardones, donde también se llevó la distinción de mejor cortometraje con Loop.
De hecho, la lista de reconocimientos y selecciones en festivales de todo el mundo es larga e imposible de resumir en el caso de UniKo. Con todo, Miñambres tiene claro que “tenemos la suerte de tener cinco Goya y más de 300 premios internacionales pero somos de tener los pies muy en el suelo. Sabemos que todo pasa.
Los premios te dan como ese chute de energía y de recompensa, pero cada proyecto es como empezar de cero. Ninguno se parece a otro. Hay que trabajar cada paso. Yo me siento muy afortunado de poder dedicarme a hacer animación desde Bilbao pero soy consciente de que esto puede acabarse”.
Una labor desconocida
“La animación tiene algo mágico que es que a través de la fantasía podemos contar historias muy universales. Es lo que me llevó a profundizar en este campo”, apunta el productor de Portugalete, quien también describe que su pasión por este campo viene “porque me gusta mucho el tipo de proceso, ese trabajo en equipo, el hacer que un plano pase por 20 profesionales y ver cómo va creciendo”.
Aún así, apunta que la labor en la animación es muy desconocida, incluso entre quienes se dedican al audiovisual. Partiendo de la base de que “la animación no es un género, es una técnica para hablar de cualquier cosa”, el productor apunta, por ejemplo, a los plazos de trabajo como una de las grandes diferencias a la hora de comparar con los largometrajes de imagen real. Es una de las diferencias que señala, entre otras, más allá de que “al fin y al cabo todos estamos contando historias”.
Para ello también es fundamental la financiación de los proyectos, que es algo más sencilla de conseguir si se está hablando de “una animación de mainstream enfocada a público familiar”, pero muy complicada en el caso de “una animación más europea, que quizá ahora se está desarrollando más y tiene más entrada en plataformas y en públicos de 15 a 30 años que beben mucho del anime japonés; pero todavía queda un trabajo de educación y de largo recorrido por hacer. Hay otros países como Francia que nos sacan años en esto, pero bueno”.
Así lo señala quien, en el iCOFF, también está ejerciendo de jurado. “Tengo que decir, y no son palabras vacías, que la selección de este festival la disfruté muchísimo. Con todo el ruido mediático de este año, he tenido la suerte de ser jurado en varios sitios y la selección de este certamen me ha parecido de lo mejorcito que he visto. Como espectador, el poder ver que cada vez tenemos un cine más diverso es un regalazo. La calidad en este festival es muy importante”.