Junto al de otros 14 artistas de diferentes países, fue su nombre el que el sábado por la noche sonó en las concurridas instalaciones del espacio cultural S’ALA. Eso sí, Iara Solano no pudo estar de manera física en Sassari (Cerdeña). Desde Gasteiz, la creadora e interprete vitoriana supo que el primer Premio Internacional de Artes Escénicas S’Empatia tenía su nombre escrito. El galardón le fue otorgado por el jurado “por sus actuaciones comunicativas y empáticas y por una trayectoria artística con una fuerte mirada comunitaria”.

Solano, que en verano del año pasado estuvo en este espacio para artistas italiano dentro del proceso de desarrollo del proyecto Objeto Permanencia, se mostró muy emocionada a pesar de la distancia al conocer la noticia. “Este no es cualquier premio, ni siquiera es un buen premio, es el mejor premio. Y lo es por varias razones, porque me ha llegado en un momento en el que realmente lo necesitaba. Estoy agotada, tratando de sostener lo insostenible, perdiendo peligrosa y desenfrenadamente energía y vínculos y, qué horror, hasta la propia capacidad de desear. Este premio llega como un abrazo, como un beso, como un consejo de buena amiga, como una oportunidad para re-conocer lo que importa, lo que da sentido a todo esto”.

El denominado espacio para artistas S’ALA se creó la pasada década. Se trata de un centro de residencias artísticas, experimentación y formación. El premio concedido –que tiene también su aporte económico– es un homenaje al fallecido Carlo Solinas, empresario, expresidente del Teatro Verdi, filántropo y promotor de artistas jóvenes y de realidades escénicas emergentes.

“Este premio, este abrazo, me capacita hoy más que ayer para sostenerme, gracias por agarrarme la mano desde Sassari en el camino”, apuntó Solano en un momento en el que el desarrollo de su trabajo en España no es una “lucha” pero sí una “revolución pacífica” frente a un contexto nada propicio. De hecho, la gasteiztarra quiso mencionar de manera explícita a la artista, curadora y gestora cultural Caterina Varela, responsable durante nueve años de un innovador programa en torno a la danza en el Teatro Rosalía de Castro (A Coruña) en el que no pudo seguir tras una, cuando menos, curiosa licitación pública.

Así, entre la reivindicación y la “alegría”, Solano quiso agradecer este premio internacional, que viene a sumarse a una trayectoria reconocida en varios países.