Está siendo un arranque de año muy intenso para el cine alavés. Se está a la espera de la llegada a las salas de Irati de Paul Urkijo y de 20.000 especies de abejas de Estibaliz Urresola (sin olvidar su estreno mundial en la Berlinale), así como de la celebración de los Goya, donde hay siete posibilidades de premio para profesionales y producciones del territorio. Pero la agenda no para y los rodajes tampoco. De hecho, el director y guionista vitoriano Pablo Hernando está ultimando su nuevo largometraje, Una ballena.

En concreto, el rodaje del filme coproducido por Sr. & Sra. junto con Orisa Produzioni (Italia) y Sayaka Producciones, se iniciará en abril y está previsto que se alargue, por lo menos, durante seis semanas. Toda la grabación, tanto de interiores como de exteriores, se desarrollará en Bilbao y alrededores.

Frente a las cámaras estará un conocido reparto liderado por Ingrid García-Jonsson y Ramón Barea, encargados de dar vida a un largometraje que camina entre dos géneros. Es, por un lado, “cine negro; no tanto un thriller, porque no es una película tan tensa en ese sentido. Pero sí es una de gánsteres, una portuaria, fronteriza, con traficantes y contrabandistas”, explica el creador gasteiztarra. Pero también es una producción de cine fantástico. “No son dos géneros que vayan en paralelo, sino que están entremezclados y forman parte del mismo todo”.

Una asesina perfecta

Al fin y al cabo, García-Jonson da vida a una asesina a sueldo que realiza a la perfección su trabajo. Es indetectable. Nunca deja ni un solo rastro. Pero esa habilidad tiene una fuente determinada y usarla tiene sus consecuencias. “El origen de ese poder está relacionado con criaturas que viven en el mar, que no existen en nuestra realidad, pero sí en la película”.

Son seres sacados del folklore y de leyendas marineras. “Algunos tienen propiedades que los hacen útiles en el mercado negro como drogas, comida o incluso como sustancias prohibidas que compran los ricos. Y otros tienen otros usos o poderes más fantásticos. La habilidad de Ingrid va por ahí”, apunta el autor vitoriano.

Hernando y García-Jonsson se conocen desde hace tiempo. Ella, de hecho tomó parte en Berserker (2015), el segundo largometraje del director. “Es cierto que ella ha hecho mucha comedia en los últimos años, pero no la encasillaría ahí. No la definiría como una actriz de comedia. Lo que más me interesa de ella son otras cosas, de hecho. Con esta película vamos a ver algo especial de Ingrid”.

Eso sí, en el filme hay otro personaje de peso, al que da vida el multifacético y referencial Barea. Es complicado, eso sí, avanzar más detalles. Hay que guardar secretos de cara al estreno de una película que está pendiente de fijar su fecha de presentación, aunque seguramente ya será en 2024. “Es una película que va a tener una postproducción larga porque hay bastantes efectos digitales y eso lleva unos meses”.

Ante el público

Con todo, más tarde o más temprano, el filme llegará a las salas comerciales y Hernando tiene claro que “va a ser una película de género que va a funcionar muy bien como entretenimiento”. De todas formas, “lo que más me importa no es eso, sino que lo que más me apetece es que hipnotice a la gente”.

A ello contribuirá el guión, el trabajo de los diferentes departamentos implicados, el reparto, el sello del director pero también cierta huella del mar, aunque en realidad no hay casi ninguna escena en él. “Tiene más peso ambiental o atmosférico que como escenario. Está muy presente de la misma manera que lo está cuando vives en una ciudad costera. Quieras que no, ahí está el horizonte, la tierra se acaba y está una explanada infinita y azul, y eso mentalmente está presente dentro de ti. En la película, además de eso, los personajes vienen de, utilizan el o se mueven por el mar”.

A la espera de que durante el rodaje acompañe “el tiempo vasco” de cielo gris y sirimiri –“si hay que invocar a los dioses paganos de la lluvia, se hace; y si no, hay empresas a las que les pagas y te meten Euskadi en la película”–, Hernando afronta la preparación final del rodaje. “Tengo ganas de que llegue”, más allá de que la pandemia haya “ralentizado” algunos tiempos iniciales. Pero ni eso puede parar a Una ballena.