“Venir a Vitoria y saber que ya está todo vendido, que vas a actuar ante un teatro lleno, hace que te entre un nervio bonito. Es una responsabilidad para con el público, pero también te hace sentir cierta calma”, sonríe Rocío Márquez. Este sábado, a partir de las 19.30 horas, en sus manos, o mejor dicho en su voz, está la inauguración en el Jesús Ibáñez de Matauco (centro cívico Hegoalde) de una nueva edición del veterano ciclo Flamenco del Siglo XXI.

Eso sí, quien quiera encontrar un hueco libre lo tiene muy complicado. No queda nada en taquilla. No es de extrañar. A pesar de su juventud, Márquez es ya una artista consolidada y conocida, una cantaora que, además, no para de probar, investigar, de lanzarse a nuevos retos musicales. “En el arte todo es posible, solo hay que tomarse el tiempo necesario”, recuerda.

Un claro ejemplo es Tercer Cielo, el trabajo “hijo de la pandemia” y de su encuentro con el jerezano Bronquio. En él, flamenco y electrónica se dan la mano. “El corta y pega es algo que en la creación me da pánico” y de ahí ese interés por buscar. “Pero para que se de el encuentro de dos géneros como estos, tienes que tomarte tu tiempo y debes procurar que el trabajo sea profundo”.

Es lo que ambos han hecho en un disco al que, eso sí, Márquez reconoce que se atrevió porque todo partió de una premisa básica: “acordamos probar pero dejando la puerta a no publicar nada; y eso es fundamental para poder desarrollar los proyectos”.

Junto a Canito

Ahora, de hecho, la cantaora de Huelva se encuentra desarrollando un proceso de experimentación vocal, siguiendo referencias como la de Niño de Elche y Diamanda Galás. Pero todo ello es parte de un proceso, igual que el disco que este sábado le trae a Vitoria, Visto en el Jueves.

El trabajo, en el que Canito –que también acude a Gasteiz para ponerse a la guitarra– juega un papel “fundamental", nace de un mercadillo sevillano de artículos de segunda mano. Allí, Márquez fue comprando vinilos y cassettes, recopilando canciones que quiso pasar por su filtro personal.

Temas, eso sí, que debían cumplir una premisa esencial: tenían que haber sido interpretadas antes por otros artistas flamencos. “Es como hacer el cuarto o el quinto reciclaje de esas canciones, que además era algo muy propio teniendo en cuenta que todo nacía de un mercadillo de segunda mano”.

Así títulos como Luz de luna y El último organito cobran nueva vida, una marcada por el sello personal de una artista cuya música ha llegado lejos, también gracias al cine. Es largo el camino que le queda Márquez por delante, pero lo cierto es que su carrera hasta ahora habla a las claras y por sí sola.

Ella va a ser la primera en actuar en un Flamenco del Siglo XXI que el 11 de febrero vivirá su segunda entrega de la mano de Antonio Reyes. La Macanita le tomará el relevo el 25 de febrero. Ya en mazo, dos citas completarán la vigésimo quinta edición del programa. Así Manuel Moreno Maya El Pele actuará el sábado 11 y Ángeles Toledano hará lo propio el día 25.