“El echar de menos es una suerte. Significa que has conocido, que has vivido. Sería dramático que te dejaran encerrada en un sitio y no tuvieras nada que extrañar. Sería estar en el vacío absoluto”. Con esa idea en mente, Marina Palacios Sánchez publica su primer libro, una obra donde pintura y escritura se funden. “Lo único que quiero es que los lectores sientan el brillo de la vida”. Es el objetivo de Menos mal que eché de menos.

Una decena de relatos componen la propuesta, textos que en su día fueron presentados a un concurso en el que la autora vitoriana quedó finalista. Por ello, se le ofreció publicarlos “pero cuando vi el contrato de la editorial y entendí que mi creatividad se iba a hipotecar, no quise seguir. Lo que he hecho ha sido como yo quería” y de ahí que la cubierta de todos los ejemplares sea artesanal, única y diferente. Por ello se han publicado 201, ni uno más, ni uno menos. Todos ellos con su número correspondiente y su presencia especial.

Se puede conseguir en algunas librerías de la capital alavesa (Zuloa, Mara-Mara, La Gandula y Mayner) o, si se está en Vitoria, solicitándolo a través del email marinapalaciossanchez@gmail.com. Además, quien quiera compartir con la autora la presentación de la obra, podrá hacerlo el próximo día 24 a las 18.30 horas en el Palacio Villa Suso, donde la pintora y escritora estará acompañada, desde la palabra, por Ángela Serna y Mireya Martín, y, desde la danza, por Ruth Berikoetxea, Adriana Gascó y Joseba Eulate.

Asimismo, en el edificio de la plaza del Machete se realizará una exposición de los cuadros que aparecen en la publicación. Cada pintura acompaña cada uno de los diez textos. “Son relatos que están entremezclados entre ellos y que conforman una historia coherente. Pueden tener vida propia, por separado, pero están conectados. Son escritos breves que tiene que ver mucho con echar de menos”, en los que la creadora quiere “rascar un poco en ese agujero que es para mí la ausencia y el echar de menos”.

Lo que ya no está o no es, aquello que ya no se tiene, siente o vive, está aquí. “Son relatos que tienen mucha piel. Al fin y al cabo, escribo con las tripas, eso no lo puedo evitar”, describe Palacios Sánchez, quien recuerda que ya desde niña, el escribir le servía para superar las ausencias. “Mi madre es francesa, yo tengo doble nacionalidad. Toda mi familia está en Francia y eso ha significado para mí desde la infancia, pasar las vacaciones allí. Siempre me venía llorando en el tren. Iba con un cuaderno escribiendo. Todavía no era consciente de la magia que tenía esa escritura pero me ayudaba a gestionar ese sentimiento”.

Con todo, en el caso de este libro, antes de la palabra escrita estuvieron los cuadros. “Surgieron en una situación muy difícil” y permanecieron junto a la pintora hasta que “en otra situación complicada” aparecieron los relatos. “Estas pinturas aparecieron como respuestas de unas preguntas que se me han hecho ahora. He escrito los relatos rodeada de estos cuadros, que son como ventanas suplementarias a mis ventanas escritas”.